Alburquerque - Badajoz

«Si mi alcalde entra en la cárcel aquí se va a liar gorda»

El regidor no aparece ni ha valorado su sentencia porque está recuperándose, según su entorno
La condena a Ángel Vadillo al volver de su huelga de hambre redobla el apoyo hacia él en Alburquerque
Una vecina se echó a llorar cuando se le preguntó si cree que Vadillo irá a prisión
En Alburquerque no hay simpatía por su alcalde. Allí lo que hay es una admiración total que en algunos casos se convierte en devoción, un sentimiento que no resultará exagerado para la vecina que esta semana decía que «habría que quitar a muchos santos de su pedestal para poner a Ángel Vadillo».
Sin embargo, éste no pasa por sus mejores momentos y sus dificultades las sienten como propias los vecinos, a veces con un dramatismo que parece impostado en un país donde predomina el desapego a sus políticos. Allí no, el alcalde es como de la familia y esta semana se lo han encontrado con varios kilos de menos, apoyado en una muleta y condenado a dos años y medio de prisión.
Así las cosas, este pueblo de casi 5.700 habitantes que exhibe un castillo imponente y en cuyas laderas organiza un festival pop de renombre nacional encara el otoño triste y desorientado. Vadillo culminó la semana pasada una huelga de hambre a base de agua y miel que ha durado noventa días, cifra marcada en un folio que preside la puerta del Ayuntamiento. Un detalle más junto a los carteles de apoyo a su causa que hay en cualquier instalación pública.
Su intención era que el Gobierno hiciera una excepción con Alburquerque y que permita allí proyectos de energías renovables cuyos incentivos un decreto cortó de raíz a principios de año. La protesta de Vadillo no ha obtenido resultados satisfactorios más allá de llamar la atención de medios internacionales y conseguir sentarse con delegados ministeriales.
En su pueblo se jactan de que ha conseguido abrir «una mesa de negociación» (en realidad es de diálogo), pero sobre todo de que haya paseado el nombre de Alburquerque por el mundo. Durante su acampada de tres meses frente al Ministerio de Industria ha atendido a cientos de medios y ahora cualquier vecino tiene una dirección de internet donde sale Vadillo haciendo apología de las energías limpias. «Yo he visto a mi alcalde defender los intereses de mi pueblo en la televisión india, en la mexicana, en la argentina, en la alemana y hasta en la china. Es una vergüenza que los de aquí no le hayan hecho ni caso», se quejaba el jueves una joven.
Pero Vadillo está de actualidad esta semana por otro asunto: la sentencia de la Audiencia Provincial que le condena a dos años y medio de prisión por un delito de amenazas a una vecina y obstrucción a la justicia utilizando los medios municipales que él controla.
Hasta ahora no ha hecho declaraciones y a finales de semana nadie sabía muy bien dónde andaba. Unos decían que en Madrid y otros que en su parcela recuperándose. Según su jefa de prensa no coge el teléfono.
Lo cierto es que la condena tiene muy preocupados a los alburquerqueños, que en cuanto sale el tema defienden denodadamente a su alcalde, dudan de la justicia, critican a la persona que lo denunció y se preguntan con rabia cómo no está en la cárcel Urdangarin o gente que mata y sí puede estarlo su alcalde, al que en las últimas elecciones votó el 78% del electorado, dos puntos menos que cuatro años antes.
Solo plantear que Vadillo pueda entrar en prisión hizo llorar a una vecina delante de varios paisanos. «¡Si eso ocurre, si mi alcalde entra en la cárcel aquí se lía una gorda, ya se verá!», exclamaba otra indignada. Curiosamente nadie quiere dar el nombre en este pueblo cuando opina. Temen represalias pues los foros de internet se caldean rápido en una localidad donde la tensión política es alta pese a que el seguimiento a Vadillo es casi unánime.
«No será muy buen gestor»
Por otro lado, la condena a Vadillo es firme y esto ha obligado al PSOE a darle de baja como militante. Así lo anunció ayer el secretario regional del partido, Guillermo Fernández Vara. Pero esto no importa en el pueblo. Allí son de Vadillo, no del PSOE.
Ahora con 48 años, este padre de cuatro hijos se alzó con la alcaldía hace 18 con su propio partido, el ORPO (Organización del Pueblo Obrero). Reeditó su éxito electoral cuatro años después y a continuación se presentó por el PSOE. Consiguió tres mayorías absolutas más, incluso en plena euforia del PP.
«Los socialistas se lo camelaron porque arrastraba a la gente. Si lo echan (decía un día antes de que esto ocurriera) no abandonará. Lleva la política en las venas. Si yo fuera él a la tercera legislatura me hubiese colocado en la Junta o la Diputación, pero no es capaz», explicaba un comerciante que prefiere mantenerse en el anonimato pues se le ocurrió decir que «si el pueblo tiene ocho millones de deuda será porque muy buen administrador no es».
Y se atrevió a más: «Vadillo tiene muchos seguidores porque les da trabajo. En cuanto no haya dinero verás como los que están todo el día aplaudiéndole le dan la espalda. Lo traicionarán, como hicieron con el otro», asegura. Según otro hombre, pase lo que pase, Vadillo arrasará en las urnas igualmente si la ley le permite presentarse. «Aquí la derecha no tiene futuro. Pasaron muchas cosas y los abuelos se lo han contado a sus nietos, así que el PP no tiene nada que hacer».
En la actualidad, el Partido Popular tiene dos concejales, hay que decir que bastante criticados a pie de calle. Tal es el fanatismo hacia la persona de Vadillo, que otra mujer explicaba que «cuando sale algún concejal del PP en la radio mucha gente la apaga».
Un listado del Ministerio de Hacienda indica que Alburquerque debía en 2011, solo a los bancos, 3,5 millones de euros. No son pocos los proveedores que se han quejado de que no abona algunas obras. «¡Porque las entregan mal!», le defendía una vecina airada por el comentario. Lo cierto es que éste es uno de los cinco pueblos de la región que hasta mayo no había recibido un euro del Estado a causa de sus impagos.
Pero los vecinos no quieren saber de dinero, no se creen estas informaciones, ni las oficiales. Elogian que haya centros de mayores gratuitos, guarderías donde pagan 18 euros al mes, un centro de la infancia y una piscina pública con atractivos bonos de 50 euros para 75 baños.
Si se intenta razonar que así no cuadran las cuentas y por eso la deuda crece, unos opinan que eso es hacer política social; otros que ya se las ingeniaba Vadillo para sacarle dinero a la Junta, grifo que todos saben que se ha cerrado. Esto ahora le exime de toda culpa. Además, le elogian que no tenga patrimonio y haya hipotecado su casa para afrontar fiascos empresariales en los que ha involucrado al Ayuntamiento «con la única intención de dar trabajo a sus vecinos», salta rápido otra mujer a defenderle.