Noharre - Avila

Pablo Sebastián

La capacidad destructiva del presidente Zapatero no tiene límites y ahora le ha llegado el turno al Partido Socialista donde tiene abiertos tres frentes: Madrid, Cataluña y País Vasco. Y en los tres casos el protagonismo de Zapatero ha sido determinante porque fue él quien promocionó a Tomás Gómez, José Montilla y Patxi López, a los que ahora pretende meter en cintura, o poner al servicio de sus últimos caprichos y disparates.
Tomás Gómez era hasta hace poco un don nadie que salía mal parado en las encuestas y ahora es el dirigente del PSOE que le ha parado los pies a Zapatero, al presidente del Gobierno y líder nacional del PSOE al que desafía a un duelo en las elecciones primarias para la presidencia en la Comunidad de Madrid tras haber dejado hechos unos zorros a su peor enemigo interno Pepiño Blanco, ministro de Fomento y vicesecretario general de los socialistas, y al propio presidente del partido, Manuel Chaves, que también es el vicepresidente del Gobierno, y otro que fue a por lana y salió trasquilado.
Como el sastrecillo valiente, Tomás Gómez, el ex alcalde de Parla, se ha quitado de encima a los tres mandamases de su partido de un golpe certero de su pala mata moscas. Así cayeron los moscardones que rondaban su caída política en beneficio de esa mosquita muerta, ambiciosa, y enchufada que es Trinidad Jiménez, la ministra de Sanidad. Que es tan “buenísima” según Zapatero que el presidente quiere sacarla del Gobierno lo antes posible, aunque sea enviándola a la arena de Madrid para batirse con el nuevo héroe de “kriptonita”, Tomás Gómez, quien como don Juan Tenorio ha plantado su cartel de candidato y está a la espera que la “enchufada” Trinidad anuncie hoy que recoge el guante, porque si huyera el papelón de Zapatero, Blanco y Cháves sería espectacular. Bastante tuvo el Presidente con suspender el encuentro que se anunció en Moncloa para una posterior cita secreta, porque temía que su fracaso ante Gómez inundara los medios de comunicación y ello no solo afectaría la candidatura de Madrid sino la presidencia del Gobierno español. Porque si de encuestas se trata las de Zapatero -con un rechazo popular de 80 por cien de los españoles- son peores que las de Gómez, quien si estaba falto de conocimiento y popularidad ahora ya la tiene.
En el episodio del Partido Socialista de Madrid, Zapatero se ha dejado las pocas plumas que le quedaban tras el rosario de errores y rectificaciones que lo tienen inmerso en el más absoluto caos político e ideológico. Cuando el líder de un partido le echa un pulso a uno de sus dirigentes inferiores es para ganarlo a la primera, o de lo contrario no se puede arriesgar a gestos como los que ha hecho en los últimos días porque pase lo que pase ahora en Madrid, Gómez será el triunfador, y si la dirección nacional del PSOE -a la que ha pedido “neutralidad” el partido madrileño- entra a saco en las primarias para salvarle el trasero a Trinidad, entonces la crisis general del Partido Socialista estará en ciernes y no sólo por lo de Madrid. Sino también en Cataluña porque el PSC va a su aire y desafiando a Zapatero, al Gobierno y al Estado. Y también puede que Zapatero abra un nuevo frente en el PSOE del País Vasco enfrentándose a Patxi López si finalmente se decide pagar un precio al PNV por su esperado apoyo a los Presupuestos Generales de 2011.
El ocaso de Zapatero, el final de su escapada temeraria y destructiva, se acerca a pasos agigantados y si Gómez lo derrota en Madrid desalojando a la intrusa Trinidad Jiménez el resto de los barones del PSOE que sufren en su respectivos territorios electorales los errores y disparates del presidente del Gobierno, reabrirán el debate de la sucesión del líder y de la candidatura de los socialistas a la presidencia del Gobierno de España.
Y no es que el presidente haya perdido autoridad -que la ha perdido-, u olfato político, que desde luego no tiene. Es que en el caso de la batalla socialista de Madrid ha vuelto a hacer un ridículo espantoso como durante la negociación con ETA y la bomba de la T-4 de Barajas, o como en su rectificación total de la política económica y social, dando imagen de desconcierto y de falta de autoridad similar a la que ofrece a los mercados internacionales y al conjunto de los ciudadanos de toda España. Y no digamos a los militantes y votantes del PSOE que siguen con asombro y estupor las piruetas de este político a la deriva que acaba de poner en peligro el único territorio donde parecía que no había causado estragos: El Partido Socialista. Y no sólo en lo que a sus expectativas electorales se refiere sino también en su organización interna y en su cohesión. Desde luego porque todos ellos lo consienten porque hace tiempo que las bases y dirigentes del PSOE debieron tomar una sabia decisión: El relevo de Zapatero como presidente del Gobierno y del partido. Aunque solo fuera por mero instinto de salvación.