Mombeltrán - Avila

Los tránsfugas tienen entre nosotros peor fama que los timadores, descuideros y otras especies delictivas. Entre otros calificativos menos piadosos se les llama chaqueteros, desertores, desleales y traidores. Casi nada.

Pero a mí, esa gente con ideas propias al margen de su partido me cae bien, qué quieren que les diga. Un tránsfuga de postín fue sir Winston Churchill quien, cuando le reprocharon su ida y vuelta del partido conservador al liberal, se justificó: “Es la política de los partidos la que ha cambiado, no la mía”.

Y es que las formaciones políticas, como explicó Alfonso Guerra, no quieren que nadie se mueva, a riesgo de no salir en la foto, e imponen con disciplina cuartelera decisiones que a veces van contra la conciencia de sus militantes.

Otra cosa, claro, es que un chorizo o varios chorizos pretendan chalanear con sus actas de concejales en beneficio propio. Pero para combatir esa práctica delictiva basta con el Código Penal, sin necesidad de ningún Pacto Antitransfuguismo que sólo busca proteger a los partidos y no a los ciudadanos.

"La etiqueta del Régimen".
21-02-2009.

El transfuguismo es un asunto denostado, pero requiere de alguna matización. No todos los acusados de transfuguismo incurren en conductas innobles. Desobeder las órdenes del "aparato" del partido - o en el caso que nos ocupa del “Régimen Julista" que hace y deshace a su antojo - no implica, necesariamente, la obligación moral de entregar el acta de concejal. A veces, el presunto tránsfuga se mueve por motivos turbios, como la ganancia de un dinero, pero en otras ocasiones lo hace por defender principios pisados por los "aparatos" de los partidos. En nuestro querido pueblo de la Villa de Mombeltrán, lamentablemente, los casos que nos ocupan y preocupan se mueven sólo por oscuros e inconfesables intereses.

La base del fenómeno de transfuguismo político que prolifera en Mombeltrán se sustenta en el ambiente caciquil alimentado por el “Caudillo-panadero” y el “Régimen” que lo ampara. Hasta ahora, y en menos de dos años desde la celebración de las últimas elecciones municipales, dos tipos de tránsfugas se han gestado desde este despótico e infumable entorno. El primer caso conocido corresponde al tránsfuga “Cacharra-Canalla”. Un ejemplo claro de “transfuguismo inducido y recíproco”, promovido desde el “Régimen” por el ansia insaciable de poder para continuar a lo suyo y favorecido activamente por el ínclito personaje, puesto que el objetivo general perseguido por todas las partes era común: en la política municipal se está para vivir de ella y a costa de los vecinos, primando los intereses particulares sobre el interés general y la opinión del Pueblo expresada en las urnas. El resultado: el tránsfuga que obtuvo su acta de concejal mediante el montaje de una asociación independiente prometiendo a sus votantes que nunca volvería con sus anteriores mecenas - el “Caudillo-panadero” y su clan -, sino que contribuiría activamente a la liquidación del nefasto “Régimen” personalista, a la vuelta de la esquina “negocia” su reconciliación con el “Caudillo” y su entorno seudopolítico promoviendo un engaño masivo.

El segundo caso - que está en fase de gestación - es un ejemplo de “transfugismo inducido e inverso”, que emana de los mismos principios generales que el anterior caso, a saber: comunión de intereses, mezcla de vida privada y pública, servidumbre al “Régimen” preestablecido, jerarquización de las prebendas, es decir, reparto de oficios o empleos lucrativos y poco trabajosos... El resultado, el esperado: más pronto que tarde, la guerra y la consiguiente escisión estallan. Más aún, cuando en el pasado inmediato – anterior legislatura municipal - ya existía una patente y manifiesta animadversión personal entre los sujetos implicados en este entramado. Eso si, animadversión camuflada y supeditada por el más preciado y oscuro objeto de deseo de la codicia y avaricia que aúna y aglutina los intereses de estos personajes, a saber: el reparto de la tarta municipal. Lo que ocurre es que no hay porciones suficientemente atractivas y lucrativas para todos, provocando una situación insostenible e inversa a la esperada con el primer fenómeno de transfuguismo.

En definitiva, en nuestro pueblo triunfa el “transfuguismo inducido” porque existe el caldo de cultivo adecuado, fomentado y potenciado por el “Caudillo-panadero” y el “Régimen” que lo sustenta y detrás de lo que se esconde el insaciable e incontenible ansia de manejo y manipulación de la “cosa pública”. El “transfuguismo inducido” es la etiqueta del "Régimen Julista" durante esta legislatura municipal.

¡Por la rebelión cívica de la Villa de Mombeltrán!

Todos lo hemos visto durante años y años. Gente que había sido concejal con el alcalde de siempre, cuando lo dejaban, salían echando pestes de su líder. Ahora Laureano es el único que ha tenido huevos de poner al caudillo en su sitio, estando en activo. ¿Que lo ha hecho porque estaba dolido personalmente? Vale, la justicia busca y acoge siempre a los arrepentidos, da igual el motivo, sea particular o altruista.
Y, como viene a decir Miragredos, ¿hasta dónde nos cuidan los partidos de sus propios sátrapas? Si un partido tiene la desvergüenza de respaldar y mantener como líder a un autoritario incompetente en una pequeña localidad, el choque interno surge tarde o temprano.
Ni todos los alcaldes son iguales, aun siendo del mismo partido, ni todos los tránsfugas son iguales.
Bienvenidos los arrepentidos. Mejor con el pueblo que besando los pies al tirano.

Ahora mismo está de plena actualidad. Las tramas de corrupción como el caso Correa o el espionaje a propios militantes como en el PP de Madrid, se destapan por implicados.
Alguien se mosquea porque no saca tanta tajada como otro compañero suyo y comienza a grabar y a presentar grabaciones al fiscal. Un concejal sospecha de su alcalde, va y se lo cuenta a su propio partido, pero en respuesta lo apartan y es espiado por su propio partido, y finalmente termina denunciándolo al fiscal.
La policía, la fiscalía y los jueces no son adivinos, trabajan a partir de las fisuras, las contradicciones y enfrentamientos internos de los delincuentes de guante blanco. Cualquiera que desde dentro levanta la liebre de un caso de delincuencia en su propio partido es un tránsfuga, pero la ley y la sociedad los necesita.
El transfuguismo como el divorcio no son ni buenos ni malos por sí, su bondad o maldad dependen de sus circunstancias y consecuencias. La circunstancia y consecuencia en la Villa es que el déspota y tirano termina probando de su propia venenosa droga. Pues que lo zurzan.

La Policía, la Fiscalía y los Jueces, no son adivinos ¡Vaya descubrimiento! Pero como humanos, no son infalibles.
El transfuguismo como es legal, nada de decir, allá cada uno con su conciencia. Lo malo es cuando los tránsfugas se interesan por los dineros faciles que llenan los maletines ¡Ojo al dato! No hay dos sin tres.