Mombeltrán - Avila

Año tras año asistimos a la quema de miles de hectáreas de bosque y de matorral, y pareciera que el corazón se nos ha acostumbrado a tanto desastre. Ahora nos enfrentamos al incendio de nuestra sierra, de nuestro bosque, de nuestro entorno natural, de nuestro recreo de verano, en definitiva de la sierra de Gredos. Todos hemos visto como durante varios días el humo nos impedía ver la silueta de Gredos, esa que enmarca nuestra ciudad por el norte. Y un halo de tristeza y de impotencia ha recorrido toda la comarca, sin duda. Y luego nos enteramos de que dos personas han muerto, y el dolor se convierte en rabia; y luego nos van diciendo que todo apunta a que el incendio es intencionado, y los instintos más bajos de venganza y de desprecio surgen. Y no es para menos.
Los bosques abandonados, los campos abandonados, son fáciles de caer en manos de los mal nacidos, como decía la ministra, y del fuego que todo lo destruye y lo purifica. Lo que antes hacían los pastores y los agricultores, ahora lo hacen, en mucha menor medida, los retenes forestales. Un montón de ineptos burócratas nos dicen que no se puede arrancar la yerba ni arar sobre jaras ni matorrales: otros nos dicen que el ganado muerto debe incinerarse y no se puede tirar a los muladares para que los buitres y demás carroñeros den buena cuenta de ellos.
La estupidez de delegados, asesores, ingenieros de postín y listillos de alcoba, hace que el campo sea intocable, que si arrancas un tomillo te metan en la cárcel y que si pisas una jara, te veas expuesto al escarnio público. Pues bien, ¿qué haremos ahora con los que por acción o descuido queman los bosques? ¿Diremos que son los culpables únicos y haremos que la ley caiga sobre ellos? ¿No hay más culpables? ¿Qué pasa con esos ecologistas de pastel que ponen el grito en el cielo por que pastan las cabras en un paraje donde hay un lagarto leproso, o esos técnicos forestales que impiden la ganadería, porque anida una tal cigüeña negra, que nadie ve; o esos políticos mentecatos, que no sabiendo de nada, decretan y prohíben en burdo seguidismo de los sabios de salón? Pero también los demás somos culpables, los que vemos y callamos, los que hacemos y reprochamos, los que refunfuñamos en las tabernas y no clamamos en las urnas o en los despachos. El fuego nos muestra nuestras miserias, se ríe de nuestras normas y nuestras pompas, se pasea por nuestras cosas con altiva desfachatez.
Tendremos que seguir oyendo como los cretinos mundialistas nos dicen que nos estamos cargando el planeta y les haremos caso. Entonces echaremos el plástico en un contenedor amarillo y todo arreglado. Lo único que nos estamos cargando es a nosotros mismo, somos así de listos. Desapareceremos y el planeta seguirá imponiéndose, la naturaleza seguirá triunfando y no habrá nada ni nadie que de testimonio de nuestra infamia. Eso es lo único bueno

Internet, La Voz del Tajo

Pues vuelve al campo, pero a lo antiguo, con burro y cabras.