Mombeltrán - Avila

Con el fin de iniciar un debate sobre el pasado estado de la Nacion, copio y pego de internet el comentario de Don Miguel Angel Belloso.
11:51 14-05-2009


Zapatero quiere que España sea la avanzadilla de la economía más innovadora y verde del mundo

Con motivo del debate sobre el estado de la nación, he de reconocer esta vez no sólo mi perplejidad -que es frecuente con el personaje-, sino también mi admiración sincera por el presidente Zapatero. El martes pasado subió con un par a la tribuna del Congreso de los Diputados -España hecha unos zorros- y no salió a hombros de milagro. Ya saben que el comisario europeo de Economía, el socialista Joaquín Almunia, y que todos los organismos internacionales conocidos han pronosticado que nuestro país será el que más tarde abandonará el estado de postración, de modo que le quedan al menos diez trimestres consecutivos de crecimiento negativo. También que el año que viene llegaremos a los cinco millones de parados, que nuestro déficit fiscal estará cerca del 10 por ciento y que tendremos la cuenta corriente más desequilibrada del planeta.

Pues bien, todo esto quedó en agua de borrajas en el citado debate. Se encaramó el martes Zapatero a la tribuna y, como si no tuviera responsabilidad alguna en lo que está ocurriendo, propuso una revolución. Como en su momento Alfonso Guerra, quiere que a España no la conozca próximamente ni la madre que la parió. La revolución de Zapatero consiste en cambiar el modelo productivo del país. Quiere que seamos la avanzadilla de la economía más innovadora y más verde del mundo. Se trata, propuesta por él, de una revolución vieja, frustrada y quizá imposible, pero el señor Rajoy fue incapaz de poner en evidencia el despropósito, y por eso salió casi en parihuelas, mientras Zapatero superaba el trance en loor de multitudes -todas las ministras y diputadas socialistas especialmente entregadas-.
Digo que es una revolución vieja porque Zapatero lleva queriendo cambiar el modelo productivo cinco años, y el modelo productivo se sigue resistiendo al cambio. Digo que en sus manos, o, por ser más concreto, en las manos de cualquier socialista, es un proyecto imposible porque quiere imponerse por decreto. Zapatero sacó el martes un conejo de la chistera que yo jamás habría imaginado: quiere presentar de manera urgente ante los padres de la patria un proyecto de ley para la economía sostenible, que, en su opinión, va a ser algo así como la piedra filosofal, la clave de bóveda que sostendrá el nuevo edificio llamado España. No se rían. Lo dijo con su habitual tono solemne. Naturalmente, el atrevimiento de auspiciar un proyecto para la economía sostenible es colosal, inaudito. Similar a la alianza de civilizaciones. Pero no encontró réplica en la oposición.

Mariano Rajoy no dijo esta boca es mía. Podría haber dicho que lo que debe hacer un presidente de Gobierno que se precie no es condicionar la economía sino crear las condiciones para que las empresas y los agentes privados tomen sus decisiones con total libertad, en el entorno regulativo y fiscal más favorable posible. También podría haber dicho que tal proyecto tiene un tufo intolerable de intervencionismo, pues se trata de apuntar desde el Gobierno qué clase de negocios y empresas son las destinadas al triunfo y cuáles las abocadas al fracaso. También podría haber dicho que lo de la economía verde es mercancía averiada, pura demagogia, y que la energía considerada tal sale muy cara a los españoles, pues está descaradamente subvencionada. Nada de esto dijo sin embargo Rajoy, pues no tiene clara la postura al respecto, como tampoco se atreve a decir qué habría que hacer en el mercado laboral y en otra clase de asuntos polémicos. Y así es normal que el señor Zapatero, que está arruinando con determinación la economía española, estuviera a punto de salir a hombros del debate sobre la nación y que el señor Rajoy saliera casi en parihuelas. Rajoy -su discurso- se pegó como una lapa a los cuatro millones de parados, que es sin duda el mayor desastre colectivo que ha vivido este país, pero luego fue incapaz de destrozar a un presidente al que sus veinte años silentes y expectantes en el Congreso han conferido una intuición y un tacticismo dignos de encomio. Diré incluso más. Aunque la prometida bajada del Impuesto de Sociedades es ridícula, pues no hay razón para limitarla a las empresas de menos de 25 trabajadores; aunque la promesa de Zapatero de reducir mil millones el gasto público es obscena, a la luz de lo que va a aumentar por otras vías; a pesar de todo esto, el presidente tuvo un gesto de valentía. Me refiero a la supresión de la desgravación fiscal por la compra de vivienda a partir de 2011. Tal y como dijo en el debate, esto ha sido una fuente enorme de problemas, y una causa principal de la burbuja inmobiliaria. Ahora bien, esto no cambiará el modelo productivo del país. Nuestro modelo productivo sólo tiene posibilidades de cambiar si no gobierna Zapatero. ¿Pero gobernando Rajoy? That¿s the question, según lo visto en el debate.