Lanzahíta - Avila

Una de aventuras de esas que dejan huella, una de tantas aventuras de esas que ya parecían de otros tiempos, cuando de chavales estabamos silvestres como las cabras, nunca mejor dicho.

Después de una jornada de poda en la viña de Luis el de la Piedad, con Pichi y el Picotas en la cuadrilla y tras pegarnos una buena soba y como no, una soberbia comida matancera en la lumbre y tirando de pitarra, no se nos ocurre otra cosa que ensortijar el guarro negro de Luis, allá en las Gorroneras pa rematar la tarde ¡¡casi ná!! Aquello parecía las capeas que montabamos en el Barrio Arriba por los años 70, cuando jugabamos a los toros.

El gorrino que se pone gamba con la cuadrilla y que no se deja coger ni pa tiros, Luis el del ensortijao que no se hace con el lazo, Pichi el sobresaliente a carreras por la finca tras el bicho estaca en mano y echando pestes y el Picotas tirando de banderillas improvisadas con 2 palos pa centrar al guarro y ... pies pa que os quiero con la embestida del gorrino, resultado de la lidia??

Luis con las costillas jodias, todo valor, jaja, herida con dos trayectorias, el Pichi y el Picotas, intentando centrar al bicho y tirando de la primera figura pa la enfermería.

La pena fué que no lo grabo alguién por que era para colgarlo en Internet; vaya tarde de lidia con el guarro, tela marinera, para el recuerdo desde luego, eso si, las risas que nos pegamos bien valieron la pena a pesar de la cogida del Tío Luis.

Un saludito del Picotas para mis colegas de Lanzahita.

Que bonito iban el matador y sus dos subalternos en el monovolumen de la marca nissan propiedad del apoderado Don Carlos.
No se esperaban la tarde fatidica, en un principio lucia el sol, sol que brillo durante toda la lidía, la plaza estaba abarrotada, el público aclamaba al matador, los subalternos estaban contentos con la faena del maestro.
Llego la hora de dar muerte al astado, los subalternos no se arrimaban mucho como si tuviesen miedo al miura (que no lo tenian), el matador dijo "dejadme solo" y sucedio muy rapido, zas, la tremenda cornada, todo se nubló y la gente comenzó a chillar.
Resultado: Una cornada con dos trayectorias, una hacia arriba y otra hacia abajo, abra lo que tenga que abrir, fueron las palabras del matador, dando animos al médico que intento curarlo.

Un saludo: P.D. Quiero probar las costillas adobadas de ese guarro.

Ole y ole con ese comentario tan taurino, si señor, ni hecho a drede se podría haber explicado mejó, jaja.

Lo de las costillas ya es cosa del mataor, que sobre costillas precisamente está mu dicho el tío Luis (mataor cochinero)menos mal que no era la corrida de Escolar que sino mare mia, la corná hubiese sido aún más curiosa.

Saludos del Picotas.

si lo pillo yo le pongo el piercing cagando leches. Jajajaja