El lenguaje llano de doña Caridad. Cuando leo a doña Caridad me quedo admirado de su lenguaje llano y en cierta manera estoy contento de que aún no haya adquirido la “jerga” de los políticos. Ayer leí una referencia a un comentario de Doña Caridad en el Diario de Ávila en el que decía que el tope de los sueldos fijados en la futura ley de reforma de la administración local a los alcaldes por ser bajos va a propiciar la corrupción: “La causa y su efecto”, admitido de una manera unidimensional. Uno que es un poco escéptico, estando en parte de acuerdo, ve mala solución a este asunto, ya que sí los sueldos se aumentasen en un cincuenta por ciento, o en un cien por ciento o en un doscientos, aún sería poco, porque el “ansía” de tener es ilimitado. Temo compartir el argumento de doña Caridad hasta el final, porque si la causa de la Corrupción está en los bajos sueldos de los electos nos colocamos en el abismo ¿Qué clase política tenemos? Más me preocupa que los sueldos que prevén esta reforma de la administración local ( que de verás si son bajos) alejen de la Política a gente que se ganan bien la vida en otros ámbitos y que acaben valorando que no les compensa dedicarse a la Política, asumiendo los riesgos que conlleva y además perdiendo dinero y sí los “ buenos” se alejan de la política queda el campo abierto para toda laya de indocumentados y vividores, lo que , ahora sí, el efecto viene de su causa y esto, sin duda acrecentará aún más el descrédito de la Política y la lamentable, en general gestión de la “res pública” Aquí en Ágora los “coleguillas” se trituran los sesos buscando cual es la mejor forma de gobierno para la “polis”. Todos están de acuerdo en que la Isonomía que es el gobierno del Pueblo, es una forma de pura y justa de gobierno pero muy susceptible de corrupción: se corrompe en la Democracia que es el gobierno del Pueblo en donde lo que prevalece son los instintos, los intereses de los muchos, en perjuicio del bien de la “polis”. Algo de esto está ocurriendo en España en el que para dar gusto “al pueblo” se fija unas retribuciones “fuera de lugar” a los electos hasta el punto de que por citar un ejemplo: un alcalde de una ciudad de veinte mil habitantes va a ganar como Alcalde menos que un profesor de instituto. En fin que bien habla doña Caridad |