Zardaín - Asturias

La vida es un sueño, acaso hasta sombra de un sueño,que a fuerza de entendimiento debe liberarse, y anhelar la paz del Nirvana, donde se extinguen todas las vanidades. Tanto el mundo donde nos imaginamos vivir como nuestra persona misma, no tienen una realidad. Son imágenes, construcciones subjetivas. Un imaginar falso, que se ordena, se complica, se desasrrolla como la trama del Karma. Éste nos enreda y arrastra a seguir creyendo en nuestra existencia individual, cuando en realidad somos sombra. Todo lo que aparece es sueño y error. Desde las cosas que vemos, hasta las imágenes que creamos. Desde la multiforme variedad de la naturaleza, hasta las visiones angélicas de los paraísos o la tortura de los infiernos. Todo aquello de que hablamos, las ideas de nuestro pensamiento, o los sueños que nuestra fantasía imagina, son proyecciones de nuestro Karma. Y por tanto obra de nuestro principio consciente. De esa fuerza de individuación, que obscurece la indivisa impasividad de la Conciencia Cósmica, ocultándola bajo una fantasmagoría de apariencias ilusorias. Este cautiverio en el error, que se desarrolla según leyes necesarias, se rompe por el conocimiento de su vanidad y por la certeza de que nada es real, excepto la Conciencia Cósmica, dado que nada tiene verdadera personalidad, puesto que nada existe con independencia de las demás cosas. Ni tan siquiera por un sólo instante.....