Valdés - Asturias

Madrid, Módem Press

El ex vicepresidente del Gobierno y cabeza de lista de Foro por Asturias, Francisco Álvarez-Cascos, acudió finalmente ayer, bajo la amenaza de ser detenido si no lo hacía, a declarar ante el titular del Juzgado de instrucción número 32 de Madrid, Santiago Torres.

Cascos había dejado plantado el día anterior al juez, que lo citó como imputado en un delito de injurias por afirmar en una entrevista radiofónica, en 2010, que detrás de la investigación del «caso Gürtel» se encuentra «una camarilla policial» que se dedica a «falsificar papeles y preconstituir pruebas».

El ex vicepresidente, que declaró ante el juez durante aproximadamente una hora, no respondió a los medios de comunicación ni a la entrada en las dependencias judiciales, a las que accedió por la puerta principal, ni a la salida. «Quiero ser amable. No voy a hacer declaraciones», se limitó a decir.

Cascos explicó en primer lugar al juez que no quiso «faltarle al respeto ni menoscabar su autoridad» con su ausencia del miércoles, que justificó como una «estrategia» en su derecho de defensa. En cuanto a los hechos de los que se le acusa, y por los que el juez ha decidido mantenerle la imputación y seguir investigando, el político asturiano se negó a identificar a los agentes a los que acusó, ya que, aseguró, no se refería «a nadie en concreto».

Álvarez-Cascos contestó a todas las preguntas que le hicieron tanto el juez como la fiscal, María Pilar Sánchez Roldán, e incluso llegó a entregar al magistrado varios documentos para su defensa. Fuentes jurídicas explicaron que el juez ha quedado a la espera de que la Dirección General de la Policía le comunique la identidad de los agentes a los que se refería Álvarez-Cascos, para decidir si les toma declaración.

En todo caso, se trataría de agentes que reúnan la doble circunstancia de haber participado en su día en la localización del ex director de la Guardia Civil Luis Roldán en Laos y que, además, hayan intervenido en las investigaciones sobre el caso de corrupción.

El ex vicepresidente había llegado a las inmediaciones de los juzgados de la madrileña plaza de Castilla alrededor de las diez de la mañana, la hora a la que estaba citado. Le esperaban no menos de medio centenar de periodistas. Intentó entrar por el garaje, pero se le denegó esa posibilidad ya que, a pesar de ir en un coche oficial, no estaba acreditado. Tras unas cuantas vueltas a bordo de su Audi en torno al edificio judicial para tratar de burlar la presencia de los medios de comunicación, no tuvo más remedio que acceder a las dependencias judiciales, cuando ya eran las 10.20 horas, por la puerta principal, acompañado en todo momento de su abogado, el habitual letrado del PP Juan Ramón Montero, con semblante serio y siempre sin realizar ningún tipo de manifestaciones.

Álvarez-Cascos se sentó mientras esperaba la llamada del juez en un banco de madera al lado de la puerta del Juzgado, en la planta octava del edificio, y a las 10.40 horas una funcionaria requirió su presencia.

Advirtió de que no haría declaraciones y, acompañado por su abogado, dos escoltas y un guardia de seguridad, amagó con entrar en un ascensor, pero dio media vuelta y se dirigió a otro situado en las entrañas de los Juzgados. Allí, los policías que lo acompañaban desalojaron incluso a un periodista que estaba dentro del elevador para que el ciudadano Cascos bajara solo en el mismo junto a su abogado y sin ser importunado.