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Historia de Suárez Corvín

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Historia de Suárez Corvín
Historia y Obra de Diego Suárez Corvín.

Diego Suárez Corvín nació en Urbiés --una aldea en el concejo de Mieres (por aquellos tiempos perteneciente al concejo de Lena), en Asturias-- en 1552, cinco años más joven que Cervantes y su estricto contemporáneo por lo tanto. En el corazón de aquel “siglo de hierro” que hoy tenemos por un “siglo de oro”, y que él vivió y narró –lo mismo que Cervantes-- desde una frontera clásica –la berberisca argelina--, una de las perspectivas más expresiva de aquella realidad. Diego Suárez es una de las vocaciones literarias más entusiastas y tenaces de ese momento tan lleno de hombres así, como Cervantes mismo, que creyeron en su experiencia vital histórica y quisieron transmitirla. Convertirla en literatura, si no en aviso para navegantes.

Una cronología personal de Diego Suárez, a la luz de la investigación de Bunes/Alonso, puede ser bien ilustrativa:

1552, nace en Asturias.
1574, emigra a Castilla.
1577 (7 de abril), llega a Orán, en principio empleado en las obras en las fortalezas de la ciudad, entonces en pleno apogeo.
1581, abril, soldado de infantería.
1588, se casa con María de Velasco, con quien tendrá una hija.
Tras 1590, sacristán, escribano y administrador del hospital de San Bernardino de Orán, que compagina con su vida militar, e inicio de su vida literaria activa.
1592, mayo, inicia la escritura de lo que concibe como unos “anales” de África.
1592 (14 de octubre, Barcelona), muerte de Luis Galcerán de Borja y poco después incorporación a la Corona del Maestrazgo de Montesa.
1600, esrá tres meses preso en la alcazaba de Orán, acusado de instigar un motín contra el gobernador, Francisco de Córdoba y Velasco, conde de Alcaudete. Fue declarado inocente por un consejo de guerra.
1604 (29 de marzo), permiso para dejar Orán concedido por el gobernador conde de Alcaudete y regreso a España (7 de abril, en Cartagena).
1604-1605, viaja hacia la corte en Valladolid y a Asturias. El mes de mayo de 1604, enfermo en Manzanares (Toledo). Deja en Valladolid un manuscrito de la Historia del maestre… a Juan de Borja, conde de Mayalde y de Fícalho, buscando su publicación. Viaja a Asturias, vende su legítima por 500 ducados, se interesa por su hidalguía y escudo de armas. De regreso, en León obtiene recomendaciones municipales y de particulares influyentes para la corte y en julio de 1605 está de regreso en Valladolid.
1606, regreso de la corte a Madrid y muerte del conde de Mayalde Juan de Borja sin respuesta a las pretensiones de Diego Suárez sobre su historia.
1607, instalado en Madrid, edita en Alcalá de Henares –en casa de Juan Gracián-- Tres romances de Asturias de Oviedo… y tal vez al mismo tiempo unos Avisos importantes para la majestad del rey nuestro señor… que hará llegar al rey, a los consejos de Estado y Guerra y al gobernador de Orán, Juan Ramírez de Guzmán y Toledo, conde de Teba y marqués de Ardales.
1608 (24 de marzo), obtiene nuevo destino militar en Sicilia, en donde debía estar en ocho meses, y hace venir a su familia de Orán, vía Cartagena. En agosto está en Gandía para ofrecer su historia al duque Carlos de Borja, pero éste está en Madrid y la duquesa le da una carta de recomendación para su cuñado Baltasar de Borja, arcediano de Játiva y canónigo en Valencia, que no se interesa en el texto. Pedro de Borja y Centelles, hijo segundo de Carlos de Borja, a quien Diego Suárez intenta acudir, lleva años encerrado por loco. Finalmente, acude al ayuntamiento de Valencia, y su cronista oficial, Gaspar de Escolano, da el visto bueno para su publicación, aunque ésta no se hará. Por su medio contacta con Pedro de Borja, hijo del que fuera último maestre de Montesa Galcerán de Borja, pero ni él ni otros caballeros de esa orden --que conocerán el texto en una visita que Suárez hace al castillo de Montesa--, pueden hacerse cargo de su publicación. Diego Suárez se reune con su familia en Alicante y el 2 de diciembre de 1608 se embarcan para Sicilia.
1608-1616, ocho años de soldado en Palermo, hasta julio de 1616; un nuevo intento de publicar su obra bajo la protección de un Borja, el capitán general de las galeras de Sicilia, Melchor de Borja, hermano del duque de Gandía, tampoco sale adelante por la enemistad de éste con el virrey Pedro Téllea de Girón, duque de Osuna, que hace que el Borja deba dejar la isla.
1617, noviembre, es la última anotación autobiográfica de Suárez, que se ha llevado a Nápoles su obra consigo. Bunes / Alonso calculan que vivió hasta 1623 o 1624 y que mantuvo su precariedad económica; algunos indicios parecen mostrar que tal vez regresara a Valencia hacia 1623, ya anciano, y en esa ciudad se conservó el manuscrito.


LAS DIEZ CABALGADAS ORANESAS DEL GOBERNADOR GALCERÁN DE BORJA, MAESTRE DE MONTESA.

Diego Suárez murió sin ver su obra literaria publicada, si duda con amargura por ello. Descubierto en el siglo XIX por la historiografía colonial francesa en Argelia, sólo se publican los primeros 31 capítulos de esta historia en 1889 por F. Guillen de Robles, y ahora (2005), completa, por M.A. de Bunes y B. Acero; en los dos casos, según el manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, en la sección de Raros –BNM, manuscritos, 7882, 424 folios--, que describen convenientemente los editores.

La parte no publicada entonces incluye todo lo que sucedió en Orán en 1571, de gran interés dada su simultaneidad con la formación de la santa liga y la batalla de Lepanto, así como toda la segunda parte del gobierno de Felipe de Borja, hermano del maestre de Montesa y su lugarteniente allí desde las Navidades de 1571 y hasta marzo de 1573. Un capítulo final, muy interesante, comenta brevemente lo sucedido con los siguientes gobernadores de Orán hasta principios del siglo XVII. El conjunto, con la continua interferencia de la visión personal del autor, es de una peculiar belleza desde el punto de vista de lo que llamáramos literatura de avisos, con el deslinde entre aviso y discurso que suele caracterizarla, sus garantías de veracidad, con frecuencia el “yo he visto” o el “me han dicho” de fuente fidedigna o similares. Y con los detalles más vistosos del relato oral, que incorpora plenamente.

En donde el texto de Suárez aparece más sugestivo, también en lo literario, es en la narración de las sucesivas cabalgadas desde Orán para hacer botín en los aduares o campamentos de los llamados “moros de guerra”, de los que Suárez, como una coletilla retórica, añade casi siempre, para justificar la operación, que son “enemigos de su majestad y del nombre cristiano”. La cabalgada por tierra aparece como exacto reflejo de la acción de corso por mar, con sus normativas de reparto de la presa e incluso con su relación con los abastecimientos de trigo, y llega a intentos de formulaión de una teoría de la colonización en Berbería, con la recomendación del soldado casado y con familia y arraigo en la ciudad, por ejemplo. Para estas narraciones el asturiano pudo manejar los libros de presas y cabalgadas que desde 1560 estaba ordenado que se llevaran y que le permiten ser bastante preciso a la hora de calcular las presas y su valor monetario y reparto entre los participantes.

De las diez cabalgadas que hizo el gobernador de Orán Galcerán de Borja durante su mandato, cinco se realizaron entre el verano de 1570 y a lo largo de 1571:

1ª CABALGADA: 18 y 19 de junio de 1568, contra tres aduares de los “Alhajeces, que eran de guerra, enemigos de aquellas plazas” (p.242). Cautivaron 193 personas y 7000 cabezas de ganado, que montaron 221.823 reales.

Cuando un mes escaso después, el 14 de julio de 1568, don Juan de Austria llegue a Mazalquivir y a Orán, parte de los cautivos de esta presa esraban aún sin vender y el nuevo capitán del mar hispano presenció su venta: “Cuya forma de venta se holgó mucho su alteza ver en la plaza pública de Orán, a voz de pregonero, y lo mismo de saber la orden que en su repartimiento se tiene, por mando del rey, su hermano” (p.256).

2ª CABALGADA: 22 a 25 de septiembre de 1568, contra aduares de “los Ulan Brahem y los de Habra, con otros villanos de Uled Abdala, todos mixturados y revueltos. Los cuales eran de guerra, enemigos de aquellas plazas y tenían la mistad de los turcos, siendo asimismo contrarios y grandes enemigos de todos los demás moros del reino que tenían paces y amistad con los cristianos, e impedían el paso a los que traían bastimentos a Orán” (p.265). Son los argumentos reales justificativos de la operación que suelen repetirse a menudo. Hicieron 420 cautivos –no tomaron ganado en previsión de una retirada con problemas, para ir más libres-- y se valoró la presa en 453.000 reales. Suárez comenta que ésta fue “la mayor presa y mejor repartida que se ha hecho en Orán” (p.267).

3ª CABALGADA: 1 a 3 de febrero de 1569, contra el “jeque Garduba, amigo de los turcos” (p.277). Con mal tiempo y entre aduares de enemigos, cautivaron 177 “prisioneros esclavos”, “y entre ellos el dicho jeque Garduba con su mujer e hijos, que lo estimó más el Maestre que a toda la demás presa”. “Montó la presa 131.587 reales” (p.291).

La presa había sido posible por un aviso secreto del jeque de los Uled Abdala, enemigo de los anteriores, y debido a ello fue posible también una retirada por entre aduares enemigos sin que éstos se organizaran para atacar a los hispanos. Diego Suárez critica aquí un uso que se perpetuó en lo sucesivo, el que la “joya” de la presa de la cabalgada, que solía ser un esclavo que elegía para sí el gobernador de Orán, fuera de más de un esclavo, con la disculpa de que eran de la misma familia. En este caso, “tomó el Maestre por su joya al mismo jeque Garduba, con otras siete personas de su casa y familia, hijos y mujeres”; esa es la acción que Suárez critica y lamenta, pues “mala costumbre sin obstáculo viene a reventar en muchos daños”.

4ª CABALGADA: 25 a 27 de junio de 1569, contra “ciertos aduares de moros del linaje que llaman de Beni Melin, villanaje de Hamianes y Jafar, que eran de guerra, enemigos de aquellas plazas y de los demás moros que tenian paces y seguro de Orán” (p.292). Tomaron 46 esclavos y mucho ganado; “ochocientas vacas y dos mil carneros y ovejas y cabras, que todo estaba muy gordo y reluciente”, así como “setenta bestias de carga, caballos, yeguas y jumentos, y otros muchos despojos de ropa de los moros, y armas y jaeces de sus caballos, con que muos soldados volvieron ricos, sin que los moros matasen a ninguno de ellos ni caballo nuestro, por la buena orden y valor que se tuvo”. Las pocas bajas de los hispanos es otra de las constantes de estas narraciones de Suárez, de gran plasticidad. El monto de la presa se calculó en 26.075 reales, y el Maestre volvió a repetir –así se haría en lo sucesivo— ese mal uno de convertir la joya de la cabalgada en varios esclavos, en este caso cuatro.

Otras dos cabalgadas intentó el gobernador de Orán, del 29 al 31 de julio y del 29 al 31 de octubre de 1569, pero sin éxito y que Suárez no conabiliza por lo tanto. En la primera de ellas los moros se retiraron tras algunas escaramuzas y en la segunda resultó que los aduares saqueados eran de moros de paz –“no había acertado la presa” (p.301)— y el gobernador hubo de anular la operación, “volver la presa”. Es el tiempo de la guerra de las Alpujarras y de la ocupación turca de Chipre, pleno estado de guerra por lo tanto. El abastecimiento de la ciudad, sin embargo, se vio muy mejorado por la llegada de una caravana de un mercader judío marroquí, el 4 de diciembre de ese año, cuya bella evocación por Suárez recojo a continuación por su plasticismo:

“Domingo, a hora de mediodía, que se contaron
4 de diciembre del mismo año 1569,
allegó a la ciudad de Orán una grande cáfila
--o recua de camellos y mulas, yeguas y caballos,
todo cargado de azúcar y confitura de muchas maneras--
que venía del reino de Fez
a cargo de un judío muy rico de aquel reino
que venía acompañado de otros
y de mucha caballería de moros a su sueldo
para asegurarse de salteadores hasta Orán.
Trajeron más de cinco mil arrobas de esta mercancía,
de que abasteció la ciudad de Orán y villa de Mazalquivir
para más de siete años siguientes,
demás de mucha cantidad que se llevó en España
por ser barato y bueno,
que ninguno de la Europa le hacía ventaja.
Venían estos azúcares de un lugar del reino de Fez
nombrado Tafilete,
que dista de Orán más de 200 leguas contra poniente,
tierra fertilísima y abundante de caña dulce
y de grandes ingenios
de todas maneras de de azúcar y confituras.”

Sobriedad y expresividad literaria. Seguimos con la cabalgadas, si las cinco primeras todas de 1568 y 1569, las siguientes todas de 1570 y 1571.

5ª CABALGADA: 26 y 27 de marzo de 1570, contra un aduar “de un linaje que llamaban Uled Mariem, ramo del Uled Muza”, moros de guerra que estaban entre otros aduares de moros de paz, lo que hacía más delicada la operación. Cautivaron 161 esclavos, “mataron algunos que se defendieron haciendo armas y se tomaron, asimismo, trescientos camellos y cien caballos, yeguas y jumentos, y más de tres mil cabezas de ganado menudo, carneros yovejas” (p.305). Suárez denuncia algunas irregularidades en el reparto –la joya volvió a ser más de un esclavo, en este caso seis--, y el monto total fue de 74.312 reales.

6ª CABALGADA: 26 al 28 de septiembre de 1570, contra “un aduar de moros del linaje que dicen de Habra” (p.313). Tomaron 81 esclavos y valió la presa 35.650 reales.

7ª CABALGADA: 15 al 18 de octubre de 1570, contra “ciertos aduares de moros del linaje y parcialidad de los Alhajeces y Uled Muza, revueltos unos con otros” (p.315). Tomaron 198 esclavos, bestias de carga y “otros muchos despojos de ropa, cosas de que iban cargados”, y montó la presa 66.067 reales.

En el otoño de 1570 hubo un interesante intento de alianza antiturca de los jeques de Bent Arax y el gobernador de Orán contra los turcos de Mascara, con intercambio de rehenes incluído como garantías habituales, pero que no dio el fruto deseado y a finales de diciembre estaban de vuelta en Orán los hispanos enviados.

8ª CABALGADA: 28 de enero a 2 de febrero de 1571, contra aduares de Uled Muza y Alhajeces, que fue muy peligrosa, con batallas de camellos y victoria final hispana que llevó a Orán 113 cautivos, más otros 117 llevados a vender a España, que en total supusieron 84.329 reales.

A mediados de septiembre de 1571 hubo una presa fallida que hubo de devolver el gobernador de Orán por ser sobre moros de paz.

9ª CABALGADA: 30 de octubre a 2 de noviembre de 1571, con presa de 283 “prisioneros de todas edades y 2.500 cabezas de ganado”, y que les llevó hasta cerca de Tremecén; “Lo que montó esta presa de cabalgada” fueron 118.896 reales, tomando como joya el gobernador Galcerán de Borja a nueve esclavos.

Al regreso de esta cabalgada se enteraron en Orán de la victoria de la santa liga en Lepanto, lo que se festejó mucho. Y tal vez la euforia del momento hiciera que el gobernador decidiera otra cabalgada inmediatamente después, su última operación pues volvería a España poco más de un mes después.

10ª CABALGADA: 13 a 16 de noviembre de 1571, contra aduares “de moros que eran de un ramo de la nobleza caballería de Uled Abdala y de su villanaje”. En el camino se toparon con una caravana o cáfila: “trece prisioneros y 40 bestias se tomaron en la cáfila, y finos albornoces y tapetes de seda”. Más adelante, en el entorno de Mascara, de varios aduares tomaron 344 prisioneros, con lo que volvieron con 357 esclavos, 300 bstias de carga, 200 vacas y 2000 cabezas de ganado menudo (p.403), en resumen de Suárez, que calculo “lo que monta toda ella” en 157.298 reales.

La acumulación de estas dos presas hizo que muchos esclavos y mercancías se vendiesen en España. Además de los 7 esclavos de la joya de la cabalgada, Suárez denuncia que el gobernador Galcerán de Borja, con alguna maña, consiguió quedarse con un total de 20 esclavos, lo que hace pensar que en estas últimas operaciones del gobernador de Orán primó el interés económico personal en el momento en que iba a cesar en su cargo y regresar a España.

Diego Suárez hace un balance general de la época del gobernador Galcerán de Borja, último maestre de Montesa, sintética y documentada:

“Prendió y cautivó el Maestre de Montesa,
en el tiempo que fue cpitán general de Orán y su reino,
cerca de dos mil esclavos y esclavas de todas edades
en las jornadas que hizo y alcances en los moros,
y más de veinte mil cabezas de todo ganado: vacas, cabras, ovejas,
más de ochocientas bestias de carga y otros tantos camellos,
según lo sacamos de los mismos libros de las ventas
y repartimiento de las tales presas y cabalgadas.
De la cual hacienda, esclavos y bestiame
Se hicieron más de 95.000 ducads,
como consta de sus partidas en las diez presas que hizo”. (p.408).


ENCANTO LITERARIO DE DIEGO SUAREZ.

Toda la obra de Diego Suárez es de gran riqueza expresiva e informativa, por lo que cualquier fragmento que se eligiera como muestra sería de interés. Pero vamos a presentar algunos fragmentos del capítulo V de la primera parte porque resultan muy plásticos para entender aquella realidad fronteriza. Se titula el capítulo:

“De la manera como se les da seguro
a los moros en Orán
y se castiga y hacen presas en los que son de guerra”.

Diego Suárez, alias el Montañés o el Soldado, como en ocasiones se autodenomina, es un escritor plenamente popular y además tiene conciencia de ello y se disculpa por lo que considera una carencia cultural, que lamenta. Pero esa posible tosquedad literaria es sólo aparente, y la espontaneidad expresiva ocasional no hace más que dar viveza a su estilo literario, que puede manifestarse mejor al versicularlo. Diego Suárez habla de “poner en estilo” un texto literario como un “poner en limpio” para la edición, para “sacarla a la luz”, lo cual indica también su dedicación literaria, esa pasión testimonial, tan cervantina. “Tan inclinado a la pluma como a las armas” se ve a sí mismo el Soldado Suárez, y de ahí su propia riqueza vital y literaria aunadas. Desde el inicio mismo de su historia –su texto literario--, que hoy nos parece paradójico, si no irónico, el autor manifiesta sus dificultades para hallar editor, y lamenta los gastos que esa aventura le han deparado:

“Relación del trabajo y costa –o gasto--
que esta historia tiene hecho a su autor
en las diligencias que hizo
para sacarla a luz en España”.

Estaba claro que el pobre Diego Suárez no escribía por dinero, no era un escritor profesional, era un escritor vocacional, escribía para avisar. Pero es mejor que lo cuente él, con su estilo, tan voluntarioso y fronterizo. Lo primero que hace es dejar bien claro que la historia –su texto presentado-- es sólo un fragmento de otra historia más amplia, una “general historia” del reino de Tremecén, en Africa. Miles de horas de trabajo de investigación y literario.

“Después de inquirida y trabajada esta historia de Orán
--desmembrándola, como dicho es, de la General
de aquellas plazas y reinos--,
para (la) que hurté en todo el tiempo que en aquellas plazas estuve
el poco que me sobraba del ordinario ejercicio de las armas.

Aquí habría una falla en ese “poner en estilo” al que se refería Suárez, sin duda.

Porque –no embargante nací inclinado a ellas
en el principado de Asturias, mi natural,
y especialmente contra moros y turcos,
enemigos del nombre cristiano,
para que aposta les vine a encontrar a Orán—

sí que –juntamente con esto—

no quise olvidar lo poco que sabía de las letras,
entreteniéndome con ellas, ya leyendo ya escribiendo,
hallando en esto más fruto
que en los demás ejercicios que usan los soldados.

Que, mayormente, es el endemoniado juego
--que tanta ofensa a Dios causa, y lo mismo
encabestrando almas al infierno por muchos modos y caminos--,

cuya inclinación fue Dios servido apartar de mí,
por (lo) que siempre le doy inmensas gracias.

Nuevamente falla el “poner en estilo”, pero tiene su ritmo y gracia este que pudiéramos llamar “estilo duna”, no tan alejado del teresiano, por ejemplo, y nada menos.

Y siendo tan inclinado a la pluma como a las armas,
en el curso de milicia que allí estuve
– tiempo acerca de treinta años— trabajé asimismo

una General Historia de aquel reino
--nombrado en los pasados siglos la Mauriania Cesarariense
y en los presentes reino de Tremecén y Argel,
adonde los turcos han puesto la silla de su señorío--,

en (la) que se narra la noticia
de lo que antiguamente en todo este reino pasó,

y últimamente –después que los cristianos españoles
acabaron de cobrar a España— los sucesos
que en él tuvieron, próspera y adversamente,
con los infieles, moros y turcos.

De (la) que –como es dicho— quise desmembrar
lo tocante al Maestre de Montesa
y a su hermano don Felipe de Borja
para sacarlo a luz por sí mismo.

Todo el extenso texto –hasta aquí es una página sola, la p.59 de la edición Bunes/Alonso versiculada, y son más de 500 páginas más así— es un mar literario para navegar y nadar, fragmentar e individualizar esos fragmentos, una maravilla para jugar con su lectura y para soñar. Viveza y espontaneidad expresiva, aviso sin fin. Enhorabuena de nuevo y ánimo –sé que siguen tras Suárez Corvín, el Montañés y el Soldado— al equipo Bunes/Alonso. Es el autor asturiano más expresivo y vocacional del siglo de oro hispano, en principio. Muy atractivo hoy y que tuvo un entusiasta lector nada menos que en Ferdinan Braudel.

APÉNDICE I, EN HONOR DE DIEGO SUÁREZ CORVÍN, ALIAS EL MONTAÑÉS O EL SOLDADO:

Pero habíamos quedado en que este apéndice estaba dedicado al capítulo V de la primera parte, sobre las relaciones de la Orán hispana con el entorno tribal tlemsení y oranés. De él recogemos algunos fragmentos significativos del inicio del capítulo; las pp.139-143, una mínima parte pues el capítulo llega a la p.160. Puede dar idea de la riqueza del texto, así como mostrar algo de su belleza. Los descriptores marginales son del mismo Suárez.

“CAPÍTULO V. De la manera como se les da seguro a los moros en Orán
y se castigan y hacen presas en los que son de guerra.

Moros de la provincia de Orán, reino de Tremecén.

Porque los términos de la provincia de Orán es lo mejor del reino,
de más pasto y tierra de pan,
los moros que son antiguos de ellas naturales
no se pueden pasar fuera de su tierra,
por no tener pertenencias de tierras en las demás provincias,
sus vecinas Tremecén y Tenez.

Los cuales principales linajes de moros caballeros
--ya habemos dicho— son cinco en esta provincia:
Uled Abdala, Uled Muza, Uled Brahem, los Alhajeces
y Abderahamán Bent Alcoror,
de la provincia Regidia, que es la meridional de la de Orán.

En la cual, demás de las referidas principales líneas de caballería,
anda otra mucha infinidad de aduares de moros villanos, sus vasallos,
de varios apellidos y nombres, que todos –como es dicho—
nunca salen de la provincia y términos de Orán.

Y para andar y vivir seguros de los cristianos de aquellas plazas,
gozando libremente de la tierra, pastando sus ganados,
sembrando y cogiendo sus panes y demás cosechas,
les es forzoso pedir seguro a los capitanes generales, caudillos de Orán,
los cuales se lo conceden en nombre del rey de España,
conforme allí lo tienen mandado por los beneficios que se siguen,
como ya dijimos.

Cómo se les da seguro a los moros de Orán.

Dáseles este seguro a los jeques que lo vienen a demandar
para ellos y sus vasallos condicionalmente,
de un fin del mes de agosto al otro.
En que los que son villanos labradores
han de declarar y registrar con juramento
cuántos arados tienen cada uno de sus súbditos vasallos
para sembrar,
para que en fin de la cosecha acudan cada uno
con el trigo y cebada de servicio a su majestad,
que se conciertan por cada arado.

Condiciones del seguro.

En que, asimismo, es condición que no han de hospedar
en sus aduares a otros moros de guerra ningunos
de una noche adelante,
y que no se junten ni mezclen con ellos
ni les de aviso ninguno de los cristianos ni de Oran.
Y que, cuando algunos de ellos vengan
a estas plazas a sus negocios y menesteres,
hayan de venir ordinariamente por los caminos trillados y veredas,
y no por de fuera, corriendo ni dando voces,
como acostumbran a venir los que son de guerra,
corriendo la tierra, haciendo daño.

En la forma que se les da el seguro.

En que, demás de éstas, se contienen en los seguros que se les dan
otras muchas condiciones, largar de referir aquí.
el cual seguro se les da en arábigo y castellano,
sellado y refrendado de los capitanes generales de aquellas plazas,
dejando de ellos registros en su poder.

A los cuales moros (que) así quieren y piden su amistad
--guardando bien las condiciones del seguro,
que ellos llaman temin— se les da de ordinario
todo favor y ayuda contra sus enemigos,
los turcos y demás moros de guerra,
que por esto les quieren mal.
Y muchas veces vienen a las manos,
con voz de que son malos moros
--quebrantadores de los preceptos de Mahoma
porque se hacen amigos de los cristianos—
y por esto les llaman almogataces,
que significa traidores, tornadizos a otra ley.

Almogataz significa traidor.

Así que pocas veces se avienen bien
los de paces y amigos de Orán con los de guerra,
que muchas veces les arman celadas y salen a saltear
y estorbar que no metan bastimentos ni otras mercaderías en Orán.
Y otras veces traen los turcos en su ayuda
para hacerles enteramente la guerra y cuanto mal pueden.
En los cuales se hacen las presas y cabalgadas
Como en este capítulo veremos.

Cómo son las trujamanías de las cabalgadas en Orán.

Siempre que salen los capitanes generales de Orán
con su ejército de guerra para hacer presas (y) cabalgadas
en los moros enemigos,
es de ordinario por aviso y medio de espías,
que son siempre en una de dos maneras.

La primera es cuando algún moro súbdito a otro
recibe alguna injuria que no se puede vengar:
la sufre y disimula de presente,
para vengarse más de lleno por mano de los cristianos.
De esta manera que, si a la sazón que recibe la injuria,
el jeque caballero que se la hizo es de paces, amigo de Orán,
le aguarda a que no lo sea, aunque sean dos o tres años.
Y cuando le tiene asegurado en puesto cómodo
--a tiro de la gente de Orán, ordinario,
que alcanzarle puedan en noche y día de camino--,
se disimula y desaparece por unos días,
fingiendo que va a la ciudad de Tremecén o Mostagán,
u otra parte do tiene negocios.
Y endereza la vía de Orán,
donde da noticia del tal aduar o aduares de moros de guerra
--por medio de la lengua (o) intérprete de aquellas plazas—
al capitán general o gobernador de ellas,
porque no todos allí llevan título de generales si no lo son de señorío,
como luego veremos.

Los que se nombran capitanes generales de Orán son señores de título.

Los cuales, siendo así informados del espía
(sobre) los aduares que son y de qué linaje, caballeros o villanos,
y qué fuerzas tienen,
cantidad de ellos para que se defiendan o puedan ofender
--u otros sus vecinos coterráneos que les puedan favorecer--,
y la parte (o) sitio adonde están, lejos o cerca de Orán.
Finalmente, siendo enterado de todo, determina luego la jornada.

Prudencia del capitán general.

Empero si es prudente el caudillo,
no se mueve con cualquier viento de codicia
y parecer de moro espía hasta que la madura muy bien,
especialmente cuando los aduares que vende
están lejos y son poderosos.

Adalides del campo.

Porque, en tal caso, envía con el moro a los cristianos adalides
con sus compañeros de campaña para que vean
el camino que se ha de llevar y dónde se ha de tener la celada
si están lejos los moros
y si hay otros en el camino de paz o de guerra
que avisen e impidan la jornada finalmente.

No se acierta todas las jornadas.

Lo que es necesario saber para que la presa se acierte,
que muchas veces por algunos de estos inconvenientes no se sale
aunque los enemigos estén donde dice el espía;
y otras veces, aunque se puede pasar hasta allegar a ellos,
no se acierta la suerte por otros contrastes.

Mochila dicen en Orán, bastimentos de comer en el campo.

Otros moros, para hacer esto mejor a su salvo,
en recibiendo la injuria se van luego de aquellos aduares a otros,
y de allí andan siempre a la mira para venirles a vender a Orán,
como es dicho.
Donde --si el general ha de salir
por parecer de los adalides cristianos que fueron—
manda dar luego la orden a la gente de guerra
para que se aperciba con lo necesario para salir
a tal hora del día o de la noche
con bastimento para tantos días, que llaman mochila.
Que nunca pasan de tres o cuatro días
Cuando más se ausentan y faltan de Orán,
Y lejos, cuando más, quince leguas a la tierra adentro
O por la costa del mar, levante o poniente…”


APÉNDICE II Y DOBLE, EN HONOR DE MIGUEL ANGEL DE BUNES Y BEATRIZ ACERO.

Quiero aprovechar la ocasión de este espléndido trabajo de M.A. de Bunes y de Beatriz Acero para hacerles un pequeño envío, como regalo o presente de felicitación con esta ocasión, una personal celebración:

1 En primer lugar, una reflexión primeriza que me hice a raíz de que Bunes publicara con Matías Barchino a aquel otro clásico semi-inédito coetáneo de Suárez y de Cervantes que era Diego Galán; la relación de su cautiverio en Estambul en los años noventa del siglo XVI, era más emotivo desde el punto de vista literario que muchos relatos de creación literaria del momento, y por ello necesité reflexionar sobre una posible tipología que permitiera incluir a textos como aquel –y como el de Suárez Corvin o Suárez Montañés— en un programa literario del siglo de oro hispano. Fue un intento de tipificar una “literatura de avisos” y salió con vago aire de manifiesto combativo, poco presentable si no es de esta manera informal.

2 En segundo lugar, una aclaración al único error que encontré en su espléndido trabajo, el situar la muerte de Uchalí en 1580, como sugiere Cervantes en el Quijote, que es uno de sus errores temporales por necesidades literarias, sin duda, que tanto traen de cabeza a los cervantistas cuando aparecen, al lado de datos fidedignos espléndidos. El anciano Uchalí muere en 1587, y la narración de ese hecho crea uno de los textos literarios más bellos sobre el Calabrés Tiñoso, de mano del bailo veneciano Lorenzo Bernardo, que así se lo cuenta al Dux de Venecia como un aviso de importancia.

APÉNDICE II.1:

INFORMACIÓN Y NARRACIÓN: LITERATURA DE AVISOS.
(Por una nueva tipología literaria desde las fronteras).

I
A partir de los años 30 del siglo XVI, se puede decir que Europa se eriza de nuevas fronteras, de alguna manera. La gran ruptura religiosa, el avance sobre Viena del Gran Turco Solimán y la toma del Peñón de Argel por Barbarroja, suponen el estallido de una frontera global mediterránea. Es entonces cuando comienzan a estructurarse unos servicios de información que refuerzan y hasta desbordan a embajadores, virreyes y gobernantes en general, uno de los perfiles claves de lo que se llamaría estado moderno.

El "aviso" --la noticia, la información, previo al discurso retórico político o religioso que impregnaría a tantos relatos literarios--, el aviso sobre el otro lado de la frontera, sobre el otro, se convierte en unidad básica informativa --cual tesela de mosaico clásico--, e irá adoptando de manera natural diversas formas narrativas o expositivas en general --todas con una gran carga literaria por ello. Lo que pudiéramos denominar, para entendernos, una "literatura de avisos", en la que la veracidad o fiabilidad de la fuente y la fidelidad --frente a duplicidad, las "espías dobles"-- del transmisor --hombre fidedigno, amigo, correo, espía-- pasan a ser fundamentales, una de las claves de su valor formal mismo.

El punto de partida del aviso es el "aviso de plaza" --"dicen", "se dice", "me han dicho"--, que luego se pondrá por escrito en una carta, en una deposición ante un escribano o en una relación, algunas sobrias como un listado de lavandería, otras hermosísimas. Sus autores pertenecen al grupo de "los que van y vienen" --como se les llega a designar en ocasiones--, conocedores de la frontera, de las diversas fronteras, y si alguno de ellos es amante de la escritura --una verdadera enfermedad en la época, cuando se manifestaba (y aún hoy, dicen)--, su obra adopta de manera natural el perfil del aviso y el autor pasa a convertirse en garantía de su veracidad, aunque ésta deba travestirse en ocasiones en sólo verosimilitud.

Para el Mediterráneo --la frontera mediterránea, una suerte de frontera sur de Europa, perfectamente armonizada con las otras fronteras político-religiosas--, y en lo referente al mundo hispano, hay una pléyade espléndida de autores con obra abrumadora --de obseso de la escritura de historias--, que van de los espías y rescatadores de cautivos, cautivos ellos mismos con frecuencia, a los misioneros, marinos o soldados; y siempre de perfil viajero --o aventurero diríamos hoy--, como Diego de Torres, Diego Suárez, Diego Galán --todos "dondiegos" / santiagos abriendo España, de viaje por la Berbería, Turquía o Grecia y el Danubio-- o Luis del Mármol Carvajal. Todos con perfil perfecto de hombres de frontera, con conciencia de ello y de la valía de su experiencia personal como garante de lo narrado, que se esfuerzan a su vez por documentarse lo mejor que pueden, un refinadísimo ejercicio literario. En esa línea siguen nombres como Antonio de Sosa/Diego de Haedo, Jerónimo Gracián o Francisco López de Gómara, que aplican a esa misma información técnicas narrativas humanísticas --de cronista, de historiador, sin perder por ello su viveza literaria--, por un lado, o el autor del "Viaje de Turquía" o el capitán Alonso de Contreras, por otro, estos últimos más atendidos por la crítica académica por acercarse más a la creación literaria canónica. Esta última derivación llevaría ya directamente a la literatura pura, de creación, y la presencia del otro --de esa frontera mediterránea tan próxima en este caso-- es abrumadora, en la obra de Cervantes sobre todo, precisamente en la que más se trasluce su origen en el "aviso", y hasta en el "aviso de plaza".

II
Esta frontera sur de Europa --por próxima, por casi íntima-- generó un rico legado literario hispano --o hispano-italiano, mejor, en un momento de administración bilingüe, de alguna manera también fronteriza. Pero no era la única frontera generadora de información de interés y por ello generadora de esa literatura de avisos, así en general, que del documento administrativo y del relato epistolar iba saltando a ámbitos literarios más amplios. Del "aviso de plaza", "de oreja", o del "como yo vi con mis propios ojos" --el espía o las espías son "ojos y orejas del rey"--, a las relaciones más elaboradas y hasta a la historia de autor, impregnada de tiempo real --realidad, verismo, credibilidad del aviso--, que se impone en ocasiones al tiempo histórico y al tempus literario. Está pasando en América, con una amplitud abrumadora. Tras los años 20 del siglo XVI -- la conquista de México por Cortés--, y los años 30 --la del Perú por Pizarro--, la frontera americana generará su más brillante "literatura de avisos", y su buque insignia puede considerarse que es la obra del Inca Garcilaso de la Vega, como la obra de Sosa/Haedo o el "Viaje de Turquía", de difícil ubicación en los programas literarios hispanos. El autor en este caso --hijo de princesa incaica y capitán español--, es mucho más que un viajero o un visitante que narra el descubrimiento y contacto con lo desconocido, con el otro y de manera natural lo convierte en aviso, en información. Los "Comentarios Reales" del Inca Garcilaso son uno de los monumentos literarios indiscutibles de la lengua, como la obra cervantina, estrictamente contemporáneas y de alguna manera culminación del siglo de oro hispano.

Desde las islas Filipinas, otra amplia frontera para avisar se abre a los hispanos, y la India, China y Japón pasan a ser abordados, tanto en portugués como en castellano --legado literario hispano-portugués en este caso, tan rico como el hispano-italiano mediterráneo--, por la documentación y la creación literaria más amplia del momento. Son precisamente "avisos de Japón", procedentes de cartas de los padres de la Compañía de Jesús, los que se popularizan más en los años en que parece haberse consolidado esta suerte de género literario. En Asia más que en América --y mucho más que en el Mediterráneo--, esta literatura sobre el otro --sobre la frontera, de alguna manera de avisos--, está relacionada con la misionología, en una deriva que no haría más que empobrecerla --a mi parecer--, aunque de gran interés hoy.

III
Y es a estas alturas cuando ya se puede entender otra de las maneras de referirse al aviso en el siglo XVI, "avisos de cosas que pasan en el mundo", así en general, tan plástico. Uno de los legados más ricos --por su alcance por primera vez global, planetario-- de la cultura hispana del siglo de oro, en tantas ocasiones inédito o sin ediciones críticas actualizadas, sólo accesible en círculos especializados en la mayoría de las veces y sin ningún tipo de promoción editorial convincente. Pero que tal vez reservará interesantes sorpresas, cuando se la aborde con nuevas técnicas informáticas y digitales en general de fragmentación, estructuración y presentación de textos.

Por primera vez en la historia, en el siglo XVI Europa --vía esta rica literatura hispano-italiana, hispano-portuguesa o hispana en general-- se está convirtiendo en una especie de "unidad de información" --de avisos-- de alcance planetario, verdadero punto de inflexión del hombre moderno --tan relacionado con el descubrimiento de la perspectiva--, uno de los perfiles del europeo más destacables con esa red de "avisos de cosas que pasan en el mundo", como se decía.

Final prescindible:

Uno a veces duda entre qué pudiera considerarse provocación y qué pudiera considerarse petición de ayuda. Tal vez ahí resida uno de los secretos motores del arte publicitario --de su necesidad/urgencia comunicadora--, aunque lamentablemente se haya utilizado casi en exclusiva para vender, desde inocentes electrodomésticos y agradables perfumes hasta motos. Ahora que se habla tanto de industria cultural y de vender el español y nuestra cultura hispana como si de rosquillas o motos se tratara, dan ganas de recurrir a esas técnicas publicitarias con una provocación que sorprenda y haga meditar, pues aquí no pretendo vender nada o no quiero ser sospechoso de vendedor al menos. Por ello, en la acción de intentar --muy brevemente-- tipificar una posible "literatura de avisos", dejaré perfiladas unas posibles frases provocativo / publicitarias, un pequeño juego literario más, de "avisos":

1.- Más de la mitad del gran legado literario del Siglo de Oro hispano, o está inédito o falto de edición crítica asequible / correcta.
2.- Precisamente una parte del legado literario hispano que más puede interesar a nuestra cultura compleja y global.
3.- Ese legado literario hispano es esencialmente narrativo y muy relacionado con la información, tanto la información que hoy pudiéramos considerar pre-periodística como la información reservada, que hoy pudiéramos considerar como de espionaje o servicios de información..
4.- Por primera vez, este cuerpo literario hispano tiene alcance --e interés hoy-- planetario.
5.- Perfila, por primera vez, un primer diseño de Europa como una "unidad de información", y desborda en la ciencia moderna.

Y así. Por ejemplo. E.Sola, Alcalá de Henares, enero de 2002.


APÉNDICE II.2:

LA MUERTE DEL CAPITÁN DEL MAR OTOMANO ALÍ BAJÁ, UCHALÍ O DIONISIO GALEA, EL CALABRÉS TIÑOSO.

Retrato de Alí Bajá, en carta del Baylo Lorenzo Bernardo al dux Paschale Ciconia.

La carta escrita en Pera, el 27 de junio de 1587, evoca la muerte de Alí Bajá. "El Capitán del Mar esta mañana, al alba, sufrió un imprevisto accidente... y en seguida pasó a peor vida", avisa; había escrito "meglior vita", pero sobre la m escribió una p, ironía o prejuicio. Y añade que "con dispiacer grandissimo non solo di questo Signore ma di tutta la città", para terminar diciendo que para los turcos era un buenísimo hombre, "non solo nella professione del mare, ma anco prattico et intelligente nelle cose del mondo". Y continúa con el espléndido retrato / evocación del viejo almirante con corazón de corsario:

"Era di natione Calabrese, di vili condicione,
et fatto schiavo ha vogato molto tempo al remo con la cadena.
Ma era di tanto spirito et valor
che era uscito a tanta grandeza con il suo ingegno, con universal stupore.
Homo crudelissimo et talmente colerico che non se le poteva parlar.
Ma perche era indeffesso et liberal,
è stato sempre stimato nella professione.

"Era vecchio di 80 et piu anni, ma però era galgliardo et prosperoso.
Era amato et stimato da tutti li Grandi di questa Porta;
et però spesso adoperato in accommodar tra loro
li dispareri che nascevano, come ultimamente è seguito,
perche da ogn'uno era tenuto in luoco di padre.

"Lui procurava sempre che il Gran Signore mandasse fuori armata,
et per propia utilità che cavava dalli suoi schiavi in questa occassione,
et per natural sua inclinatione, che haveva sempre di star in moto,
et la sua vita era il travagliar.

"Lui favorisea et sustentava secretamente tutti li corsari,
et massime quei di Barbaria, dai quali cavava molta utilità.

"Ma però in parole mostrava contra di loro
favorir la Serenità Vostra, ne in tempo suo, quando è uscito con armata,
mai ha dato alcun disturbo alle cose di quel Serenissimo Dominio,
perche voleva che si credesse che fusse huomo giusto.
Et procurava darle satisfactione, ricevendo da lei molte satisfactioni.

"Et però a me sempre ha mostrato buona volontà
verso quella Serenissima Republica, et mi ha fatto molti favori,
liberandomi molti schiavi per giustitia et molti per cortesia;
de quali, hora due se trovano in casa mia.

"Al presente, de huomini vecchi a questa Porta
non resta altri che il Nissangi,
ma assai inferior a questo di intelligenza et di autorità.

"Ma nella professione del Mare, non è dubio
che non hanno turchi alcun simile;
nella quale se nominano hora Assan Bassa.

"Subito morto, di ordine del Gran Signore
il Belerbei della Grecia et il Defterdar Grande
hanno bollate tutte le robbe
et inventariati tutti li schiavi et tutto il suo havere.

"Ha lasciato grossa facoltà, due serragli bellissimi sopra questo Canal,
piu di 2.000 schiavi, tra li quali piu di 500 maestranze per il Arsenal,
et molto altro havere.
Del qual tutto è herede il Gran Signor.

"Et se bene questi suoi schiavi erano benissimo da lui trattati,
erano però tenuti tanto stretti et disperati della libertà loro,
che hora molti sentono allegrezza grande
poiche fatti del Signore o per via de bendita o per via de fugga,
sperano piu facilmente conseguir la loro libertà."

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Sigue luego Lorenzo Bernardo en su carta con los posibles candidatos a Capitán del Mar, y se centra en Hasán Veneciano, ya famoso en la Corte por su valor, y porque es muy rico: "et però le farà facile con l'oro farsi la strada, poi che questo oro tanto piace non solo alli Magnifici Bascià et ad altri che lo possono favorir, ma anco al medessimo Signor".

(ASV, Senato, Disp.Ambasc.Constant., Filza 25, f.413ss.).


FINAL:

ENSAYO DE TRADUCCIÓN LITERAL DEL TEXTO SOBRE ALÍ BAJÁ DEL BAILO VENECIANO BERNARDO:

"Era Calabrés de nación, de vil condición,
y hecho esclavo, ha bogado mucho tiempo al remo con la cadena.
Pero era de tanto espíritu y valor
que, con universal estupor,
había ascendido a tanta grandeza con su ingenio.
Hombre cruelísimo y de tal manera colérico que no se le podía hablar.
Ma perche era cumplidor y liberal,
ha sido siempre estimado en la profesión.

"Era viejo de 80 y más años,
pero a la vez era gallardo y robusto.
Era amado y estimado por todos los Grandes de esta Puerta;
e incluso con frecuencia utilizado para acomodar entre si
los desacuerdos que nacían, como últimamente ha sucedido,
porque por cada uno era tenido en el lugar de padre.

"El procuraba siempre que el Gran Señor mandase fuera armada,
no sólo por la propia utilidad che sacaba de sus esclavos en esta ocasión,
sino también por natural inclinación suya,
que siempre había de estar en movimiento,
y su vida era el trabajar.

"El favorecía y sustentaba secretamente a todos los corsarios,
y máxime a aquellos de Berbería, de los cuales obtenía mucha utilidad.

"Pero aunque de palabra mostraba con ellos
favorecer a la Serenidad Vuestra,
en su tiempo, cuando ha salido con Armada,
nunca ha dado alguna molestia a las cosas de aquel Serenísimo Dominio,
porque quería que se creyese que era hombre justo.
Y procuraba darle satisfacción, recibiendo de él muchas satisfacciones.

"Y también a mi me ha mostrado siempre buena voluntad
hacia aquella Serenísima República, y me ha hecho muchos favores,
liberándome muchos esclavos por justitia y muchos por cortesía;
de los cuales, ahora, dos se encuentra en mi casa.

"Al presente, de hombres viejos en esta Puerta
no restan otros que el Nissangi,
pero bastante inferior a éste en inteligencia y en autoridad.

"Pero en la profesión del Mar, no hay duda
de que no tienen los turcos a alguien similar;
en la cual nominan ahora a Hasán Bajá (Hasán Veneciano).

"Nada más morir, por orden del Gran Señor,
el Belerbei de Grecia y el Defterdar Grande
han sellado todas las ropas o bienes
e inventariado todos los esclavos y todo su haber.

"Ha dejado gruesa facultad --o riqueza--,
dos serrallos bellíssimos sobre este Canal,
más de 2.000 esclavos,
entre los cuales más de 500 maestranzas en el Arsenal,
y mucho otro haber.
Del lo cual, todo, es heredero el Gran Señor.

"Y si bien estos sus esclavos eran muy bien tratados por él,
eran sin embargo tenidos tan estrechos y desesperados de su libertad,
que ahora muchos sienten alegría grande
porque, hechos (esclavos) del Señor,
o bien por vía de venta --o rescate-- o bien por vía de fuga,
esperan más fácilmente conseguir su libertad."


FIN

Enviado por: xanpara | Ultima modificacion:15-02-2008 10:15
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