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Rentas del Santuario de San Gervasio de Tolinas 1794-1820

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Rentas del Santuario de San Gervasio de Tolinas 1794-1820
Villa de Grado - Asturias - España


Revista Histórica de Grado
RENTAS DEL SANTUARIO DE SAN GERVASIO EN TOLINAS (1794-1820)

Por Francisco Feo Parrondo (Universidad Autónoma de Madrid)

Introducción.- El medio rural asturiano se caracterizaba durante el Antiguo Régimen por el alto grado de concentración de la propiedad de la tierra en manos de la nobleza y el clero y Jovellanos, en su carta sexta a Ponz, señala que "los mayorazgos y los monasterios e iglesias son casi los únicos propietarios en Asturias". Esta tajante afirmación la confirma el censo de 1797 que señala la existencia en el Principado de sólo 3.139 labradores propietarios frente a los 54.141 arrendatarios.

La parroquia de San Cosme y San Damián de Tolinas no era una excepción. A mediados del siglo XIX, Pascual Madoz señala que contaba con 48 casas y dos caseríos entre Tolinas, Ermitan y Braña del Acebo, con un total de 231 habitantes, una escuela de primeras letras, frecuentada por 20 niños y dotada con 500 reales anuales, una iglesia servida por un cura de ingreso y patronato real y la ermita de San Gervasio, propia de un particular. El propio Madoz apunta que el terreno era de buena calidad pero excesivamente quebrado y no se practicaba el regadío en la vega del Cubia. La producción era variada por tratarse de una economía de autoconsumo: escanda, trigo, maíz, avellana, castaña, patatas, yerbas y violetas, que recogen los habitantes para venderlas a los farmacéuticos. Se criaba ganado vacuno, caballar, de cerda, lanar y cabrío, se cazaban corzos, ciervos, melandres, lobos, osos y otros animales dañinos. La parroquia contaba con molinos harineros y telares de lienzo y de ropas de lana.

A principios del siglo XX, Alvaro Fernández de Miranda (en su obra "Grado y su concejo", reeditada en Oviedo en 1982) señala que Tolinas es la parroquia más alejada de la capital municipal y se tardaban cinco horas en hacer dicho recorrido por un pintoresco camino. La parroquia contaba con 48 edificios y 277 habitantes en 1899 y celebraba una feria de ganado el 6 de septiembre.

Rentas y bienes del santuario de San Gervasio

La situación descrita por Madoz y Fernández de Miranda no variaba mucho de la de comienzos del siglo XIX en la que nos vamos a centrar para conocer un poco mejor los problemas contables del santuario de San Gervasio entre 1794 y 1820 a partir de los datos facilitados por el "Libro de vienes y rentas del Glorioso San Jervasio, correspondientes a la parroquia de San Cosme y San Damián de Tolinas'' que se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Madrid), sección Clero, libro 9289. Dicho libro continuaba otros anteriores que no hemos localizado y que posiblemente se hayan perdido. En estos libros de contabilidad se anotaban todos los ingresos y gastos anuales y eran revisados anualmente, especialmente los de los monasterios con elevadas rentas. Esta contabilidad rigurosa brilla por su ausencia en el que nos sirve de base para este artículo que tiene además una dudosa ortografía: en una misma página puede aparecer Jervasio, Gervasio y Gerbasio.

El libro se inicia con la visita que el 2 de octubre de 1794, en la plaza de Teverga, realiza don Manuel Arias Florez, arcediano de Grado y visitador del partido, para revisar el libro viejo de las cuentas del santuario que aprueba por no tener errores como otros anteriores por los que se apercibió con el embargo de bienes por la justicia ordinaria.

El 4 de abril de 1795, el cura de San Cosme (Antonio Florentino Alvarez) y el vecino de Tolinas y mayordomo del santuario (Pedro Patallo) presentan las cuentas de 1794 en las que había unos fondos de 764 reales acumulados anteriormente, cifra a la que se unen 9 reales de los dos años que fue mayordomo Diego Díaz, otros 9 por la misma causa de Pedro Patallo y 62 reales y 17 maravedíes de la etapa como mayordomos de ambos y que no habían ingresado en su momento, más otros 150 reales por 20 copines de escanda, dando un saldo total de 994 reales y 17 maravedíes, cifras aprobadas por el cura.

En 1795 y 1796 se añaden 62 reales y 37 maravedíes anuales de réditos y cantidades superiores por los 20 copines de escanda: 160 y 220 reales respectivamente, lo que nos indica que el precio de esta se elevó mucho, tal vez por una cosecha mucho más reducida por problemas climáticos aunque el precio se mantuvo en años siguientes. Estos ingresos se vieron mermados ligeramente por los 80 reales gastados en reparar la capilla en 1796 y por otros 21 gastados en el aniversario.

En la visita de 17 de agosto de 1800, Manuel Arias Florez no aprueba las cuentas de años anteriores y el 4 de octubre de dicho año el cura Manuel Fernández Miranda convoca a Pedro Patallo y Diego Díaz para que justifiquen dichas cuentas, señalando bajo juramento que son las correctas aunque tenían algunas deficiencias porque no se habían incluído 19 copines de escanda de 1799 valorados en 131 reales ni los 46 reales gastados en tres oficios que se habían celebrado en el santuario. En 1800 se añaden 214 reales por la misma cantidad de escanda, 45 reales de censos y 339 reales que pagan Diego Díaz y Pedro Patallo atrasados de sus etapas de mayordomos, descontando 26 reales de un oficio atrasado.

En 1801, el mayordomo Francisco Argüelles, vecino de la localidad, presenta unos ingresos idénticos de escanda y réditos pero unos gastos más elevados: 76 reales de oficios, 124 de reedificar una casa propia del santuario, 18 reales de reponer la puerta de la ermita del santuario y dar la parva a los sacerdotes que fueron a dar los oficios. A final de dicho año había un saldo de 744 reales de los que 700 los debía Francisco Patallo, según el mayordomo.

En 1803 y 1804 se ingresan 410 reales por 49 copines de escanda y 90 de réditos, gastándose 91.117 en aniversarios y 140 reales en comprar un "alva'' por el cura para el santuario. Con frecuencia aparecen desordenadas las cuentas porque el mayordomo que las llevaba variaba casi constantemente y suponemos que muchos no sabrían leer. Esto hace que las de 1802 aparezcan después de las de los dos años siguientes y que el 10 de mayo de 1807, Juan Alvarez Llano, cura de Tolinas, tras revisar las cuentas de 1792-1798, señale que Pedro Patallo debe al santuario 1.239 reales, que no hay cuentas de 1797 y no se conoce quien fué el mayordomo dicho año y que no se cumplió una misa anotada hace años. Constantemente se revisan y modifican las cuentas anteriores por los numerosos errores, tantos que dificultan un seguimiento racional al de dicha contabilidad y nos hacen sospechar que parte, al menos, fueron intencionados.

Las cuentas de 1806 son mucho más detalladas. Los 45 reales de réditos los pagaban entre Antonio Menéndez (20 reales), Melchor Patallo (15) y Juan Antonio García (10), siendo los dos primeros vecinos de Tolinas y el último de la parroquia de San Martín de Ondes. Los copines de escanda los pagaban cuatro vecinos de Tolinas (dos de ellos viudas), uno de San Martín y otro de Noceda y fueron vendidos en 136 reales 17 maravedíes, precio menor que el de años anteriores. En dicho año se gastaron 61 reales en dos oficios cantados (incluye la parva de los sacerdotes), 22 en tres cíngulos, 74 en una sotana porque no había ninguna ni buena ni ruin, 76 en una sobrepelliz para la iglesia para sustituir a la totalmente inutil que había, 48 reales en pajuelas de plata para las ampollas de los óleos por ser de madera las que había, se pagaron 15 reales al maestro cantero por reconocer el estado de la iglesia, 42 en retejar, poner alguna ripia y componer el pórtico de la capilla, 61 en aniversarios cantados y otros 16 reales en las visitas de 1799 a 1806 que no se habían incluído anteriormente.

Desde 1807 a 1820, afortunadamente, las cuentas aparecen más claras y prácticamente no se tienen que hacer rectificaciones posteriores a las que presentan los mayordomos Melchor Patallo y Lope Díaz. Los ingresos por réditos son de 45 reales anuales mientras los procedentes de venta de la escanda oscilaron entre los 97 reales y 17 maravedíes de 1818 (mínimo) y los 292 reales 17 maravedíes de 1811 (máximo), diferencias que se comentan por sí solas y que muestran unas fuertes variaciones de precios. Los gastos en dichos años solían ser de 32 reales por cada aniversario o misa cantada y 8 por cada misa rezada. Excepcionalmente se incluyen en 1808 otros 159 reales en reparaciones de carpintería en la casa del santo y otros 150 en el mismo año tras hundirse parcialmente en invierno. En 1812 se gastaron 44 reales en viajes del cura Juan Alvarez Llano a Grado y Teverga (tres días) y del mayordomo Melchor Patallo a Oviedo. En 1818 hubo otros gastos extras: 77 reales en volver a arreglar la casa del Santo y 30 en gastos de Justicia para cobrar a antiguos mayordomos deudas que tenían pendientes con el santuario. El 21 de agosto de 1820, en la Colegiata de Teverga, el obispo de Oviedo, don Gregorio Cezuelo de la Fuente aprueba las cuentas anteriores e insta al cura o teniente de cura a presentar lo antes posible las de 1819.

Por último, en 1820, Francisco del Llano García, cura de Tolinas, compra multitud de cosas con el dinero que le entrega el mayordomo Manuel Antonio Menéndez y gasta cantidades elevadísimas para entonces: 240 reales en casulla alba, amito cíngulo y paño de caliz, 77.116 en diez barras de crea para sabanillas para cubrir el altar, 19.118 por tres badanas para cubrir también el altar, 160 reales por una cruz de metal para llevar en las procesiones, 14 reales pagó a una costurera, 81.114 en una alhacena embutida en el muro de la sacristía con clavos, goznes y carpintería, 180 reales en un manto negro para la Virgen, 8 reales en rejillas de los confesonarios, 42 para una pared de la casa de los Santos, 18 en bancos para la capilla mayor, 7 en retejar y 11.119 reales en otras inversiones que no detalla "por olvido". En total, dicho cura gastó en un sólo año la cantidad de casi 858 reales, que representaba casi la misma cifra que durante este periodo había correspondido al saldo anual del santuario, acumulado durante siglos y, cuyo equivalente hoy en día nos permitiría calificarlo de consumidor compulsivo aunque las deudas de algunos mayordomos habían impedido reponer artículos o reparar edificios deteriorados.

Francisco Feo Parrondo.



Enviado por: celina | Ultima modificacion:20-06-2009 22:44
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