Tineo - Asturias

71 industrias, muchas con décadas de historia como Monrasa, Crady o Suzuki o líderes mundiales como Fundición Nodular, y 3.786 empleos directos perdidos en apenas 21 meses. Son los estragos de una crisis económica y financiera que sacude desde 2008 a la industria asturiana y que está provocando un lento pero constante goteo de cierres, dañando entornos socioeconómicos enteros en todas las comarcas. En este sentido, es Gijón la que se está llevando la peor parte. Según los datos que maneja el gabinete técnico de CC OO, desde 2012 ha perdido a 25 de sus industrias que han dejado en la calle a más de 1.000 trabajadores. Entre ellas, factorías con años de historia como Crady, fundada en 1957 y que se dedicaba a la producción de cajas terminales, portafusibles y fusibles o Suzuki, con más de 60 años de historia, que el pasado 27 de marzo fabricaba la última motocicleta con sello gijonés.

El drama recorre la región de Norte a Sur y de Este a Oeste. Destaca, por ejemplo, el caso de Oviedo, donde han cerrado 17 empresas industriales que daban empleo a más de 900 personas. De especial importancia, por su impacto sobre el empleo, fue el cierre de Sodes, con 450 empleos directos incluyendo sus filiales de mantenimiento y fabricación, Evasa, con 110 trabajadores, o Fundición Nodular, líder mundial en la fabricación de cilindros de laminación, que dejó en la calle a sus 180 empleados.

Fue a partir de 2012, tras profundas reestructuraciones y reducciones de plantilla, cuando el cierre de industrias empezó a afectar a la región con especial crudeza. En opinión del secretario de Política Industrial de la Federación de Industria de CC OO, Manuel Pérez Uría, la falta de una verdadera política industrial tanto a nivel nacional como autonómico y los cambios que se introdujeron con la reforma laboral llevaron a muchos empresarios a optar por bajar la persiana ante la caída de actividad. «Mientras que en otras comunidades se está consiguiendo salvar muchos empleos, aquí se está desmantelando todo un sector, con daños que en algunos casos son ya irreparables o costará mucho tiempo recomponer», argumenta.

La experiencia de lo sucedido en otras crisis demuestra que los estragos perdurarán años, pese a las buenas palabras de algunos empresarios y de la propia administración sobre las fortalezas del sector para recomponer el tejido perdido. Que se lo pregunten, si no, a los vecinos de las comarcas mineras que todavía arrastran las consecuencias de la reconversión de los noventa y registran cifras récord de paro.

Septiembre negro

Tras más de cinco años de crisis y la pérdida de miles de empleos, se pensaba que la industria ya había terminado su ajuste. Los propios empresarios confiaban en que el último tramo de 2013 marcara el inicio de la recuperación con el tirón de las exportaciones como aliado. Pero septiembre ha vuelto a llenar de pesimismo el panorama industrial y relevantes empresas, tanto por su peso económico, como por su capacidad de arrastre han anunciado el fin de su actividad. Es el caso de Tenneco, con 40 años de historia, que dejará de producir en Gijón durante el primer trimestre de 2014. Se trata de la segunda multinacional que en menos de un año anuncia su intención de abandonar la región. La decisión se tomó, según sus directivos, en solo 48 horas debido a razones estratégicas y dejará en la calle a sus 238 trabajadores a los que en los últimos años la firma pidió «flexibilidad» para poder adaptar el personal a la demanda.

Los diferentes procesos de privatización que se llevaron a cabo en la década de los 80 atrajeron a la región a numerosas empresas extranjeras (General Dinamics, Dupont, Arcelor, Xstrata, Dupont o Thyssen) y las multinacionales terminaron alcanzando una considerable representación en el tejido empresarial asturiano, con las ventajas y desventajas que esto conlleva. Y es que con la crisis también ha llegado la temida deslocalización y compañías como Suzuki o Tenneco, más recientemente, han optado por trasladar su capacidad productiva a otros países con menores costes. Otras han paralizado inversiones claves para garantizar su futuro en la región, como ArcelorMittal, lo que plantea serios interrogantes sobre la competitividad del sector cuando la economía pueda recuperar la senda del crecimiento.

Aunque la recesión está empujando a empresas de todos los ámbitos a bajar la persiana, desde la construcción hasta la alimentación y el comercio, es la industria la que más está sufriendo. La falta de demanda y la escasez de crédito han provocado fuertes ajustes en los niveles de producción y empleo y cierres no solo de firmas emblemáticas, sino también de otras de más reciente creación como Alas Aluminium, que despidió a 270 trabajadores después de meses de movilizaciones y un gran escándalo social. Y es que la empresa nació en la cuenca del Nalón con importantes subvenciones públicas, gracias a los fondos mineros previstos para la reindustrialización. Especial atención merece el sector minero. La reducción de ayudas prevista en el nuevo plan minero que patronal, sindicatos y Gobierno acaban de acordar, amenaza con precipitar el cierre de más compañías en los próximos meses aunque, de momento, todas confían en continuar con su actividad, al menos, hasta 2018. Coto Minero del Cantábrico, con 400 empleos directos y 1.000 en subcontratas, ha sido la primera en pedir su liquidación. Curiosamente, se trataba de una de las compañías con las que el Gobierno contaba para garantizar la pervivencia del sector más allá de 2018.

Las perspectivas de futuro no son nada halagueñas y la mayoría de las empresas de las diferentes ramas industriales atraviesan por dificultades. Desde Femetal aseguraban esta misma semana que la confianza empresarial en una próxima recuperación de la situación económica ha disminuido. Perspectivas menos optimistas basadas en la merma de producción prevista para el tercer trimestre.

La trascendencia de la industria va más allá de lo que indica su contribución directa a la riqueza y el empleo. Tiene efectos indirectos sobre el resto de actividades, especialmente, sobre los servicios. El futuro plan industrial en el que desde hace semanas trabaja el equipo que dirige Graciano Torre y los agentes sociales tratará de mitigar el impacto que la crisis está teniendo sobre un sector vital para el futuro de la región, pero que en el sexto año de la crisis no logra frenar su deterioro.¿Llegará a tiempo?


(www.elcomercio.es)