Ribadedeva - Asturias

A muy pocos, sorprendería que José Blanco fuera el próximo candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno. Dentro de dos años, si no hay adelanto. La figura de Zapatero se deteriora a pasos agigantados. Primero con su negación de la crisis y ahora la deficiente gestión de la misma. Los últimos datos son demoledores. El paro y el déficit son insostenibles. La familia socialista está abatida. Había puesto todas sus esperanzas en que la Presidencia europea frenara su caída pero sucede lo contrario. No cabe duda de que los países de nuestro entorno, a los que según él estábamos a punto de superar, no están cómodos ni tranquilos con el presidente europeo que peor gestiona la crisis en su casa y encima les da lecciones.Sólo le queda utilizar al Rey.
No extrañaría la candidatura de Blanco. No porque haya dudas sobre quien es el mejor para recoger el relevo socialista sino porque se le ve. Aunque a estas alturas es aventurado hacer quinielas porque además del tiempo que resta, en el camino hay muchos obstáculos, hoy por hoy. El precedente del 96 enseña que, como Felipe González, si vuelve a presentarse pierde. Por eso no se anuncia su candidatura. Por el contrario, en las autonomías en donde hubo recambio de dirigentes desgastados -Bono e Ibarra por ejemplo-, los socialistas retuvieron el poder.
Blanco es la persona mejor situada para la sucesión. Es el número dos del partido y ocupa un Ministerio que le proporciona poder e imagen. Si gana la batalla de los controladores su caché popular subirá considerablemente. Chacón se desinfló a las primeras de cambio. Una cosa es hablar y otra la gestión. De la Vega y Rubalcaba, supervivientes del felipismo, pertenecen al pasado y ninguno de los barones socialistas despunta más allá de sus confines.
Incluso en el probable caso de que Zapatero vuelva a presentarse y en el IMPROBABLE de ganar necesitaría a Blanco más que nunca. Dado el deterioro existente, deberá contar con una vicepresidencia política fuerte. Como la de Guerra en sus mejores tiempos.