Ribadedeva - Asturias

GOBERNAR. Es de perogrullo, una simpleza decir que el Gobierno debe gobernar. Pero a veces, como es el caso, conviene recordarlo y exigir lo obvio porque al menos en materia económica no lo hace. Ni bien ni mal, es que no toma decisiones. El paro no se combate con fotos, declaraciones o comisiones. Nos esperan varios meses plagados de reuniones con el fin principal de ocupar espacio mediático. Porque todos son conscientes de que la viabilidad del pacto, no es más que un espejismo, una ilusión que se quiere transmitir inútilmente a la sociedad.
Las iniciativas que ahora se anuncian a cargo de la troika liderada por Blanco, con Salgado y Sebastián de técnicos, se suman a las muchas reuniones que vienen celebrando los grupos del Congreso, sindicatos, patronal, el Pacto de Toledo, la Administración central con las autonómicas y las de la presidencia española de la UE. Sólo el salto Blanco a la primera línea política del Gobierno genera algo de esperanza, pero también corre el riesgo de perder el crédito atesorado desde que es ministro. No por su actuación, sino porque probablemente se enfrenta a una misión imposible. Dudo que los grupos minoritarios, necesitados de votos, den su apoyo a medidas de sacrificio. El PP tampoco. A estas alturas, con todas las encuestas a favor, no va a sacarle al Gobierno las castañas del fuego. Por eso, en lugar de crear tantas comisiones debería de preocuparse de gobernar. ¿Cómo? Tomando decisiones. Para ello dispone de las herramientas necesarias: presupuestos y una mayoría parlamentaria suficiente para aprobar leyes.
MOCIÓN. La polémica sobre la moción de censura a Zapatero es falsa, inútil y absurda. Otra pérdida de tiempo. Se trata de un intento más para desviar la atención en lugar de centrarse en lo fundamental. Es evidente que los partidos minoritarios no van a dar la presidencia del Gobierno a Rajoy. Porque, si fuere el caso, la primera y única actuación de éste sería disolver las Cortes, lo cual le llevaría en estos momentos a la mayoría absoluta. Evidentemente, a los nacionalistas no les conviene. Les interesa más un gobierno débil del que sacar tajada. A CiU, a pocos meses de las catalanas, le interesa figurar como aliado de ZP para desgastar al tripartito y obtener una cómoda victoria el próximo otoño. Al PNV también, para poner chinas a la buena relación entre PSOE y PP en el País Vasco.
Las mociones de censura en España son constructivas. Es decir, conseguir estabilidad política cuando quien gobierna pierde el apoyo parlamentario. No derribar gobiernos. No tienen sentido en el ámbito nacional o autonómico. Cuando se llega a una situación límite, que hable el pueblo. La invitación de Rajoy al PSOE para sustituir a Zapatero tampoco es realista, aunque un nuevo líder -¿José Blanco?- podría estar en condiciones de alcanzar pactos de estado. Es claro que ZP no, porque perdió la confianza. Primero negando la crisis y después por su gestión. Los datos así lo acreditan. Las mociones de censura sólo son útiles en los ayuntamientos cuando se vuelven ingobernables. Al no poder disolverse, la única alternativa es conformar nuevas mayorías de gobierno. Aún así, muchas veces en medio del escándalo