diálogo de café (continuación) GC.- Pero ese mal que padeces ¿tiene solución? VC.- Mis médicos de cabecera, los pobres hacen lo que realmente pueden pese a no tener recursos, ni instrumental ni medicina que pudiera ser aplicada. Permanentemente están llamando a la puerta de la casa donde "reinan" unos especialistas; pero tampoco éstos tienen muchos medicamentos y los pocos que tienen no quieren gastarlos porque mi curación supondría la pérdida de un escalón económico. Pretenden ponerme cataplasmas demagógicos hasta que la metástasis llegue a mis órganos vitales. GC.- Menuda papeleta; es verdad eso de que el hombre es el mayor depredador. VC.- Pese a todo yo soy optimista; tengo conocimiento que los doctores que pueden atajar este mal no están a más de 45 kilómetros. Ellos sí tienen los medios y los medicamentos, pero aunque tampoco están dispuestos a curarme podría tocarse su fibra sensible (suponiendo que tengan fibra y sea sensible) para que al menos, en reunión con los demás profesionales de la medicina, paren esta metástasis, cicatrizando todas las heridas que son muchas, cortando su avance. VC.- Pero solo hablamos de mí; y tú ¿te encuentras bien?. GC.- Ando un poco acatarrado y auqnue este episodio no es comparable con el tuyo, no tengo la suerte de tener un equipo de médicos de cabecera como tú. Médicos que aunque carezcan de suficientes medios para curar, prevengan posibles enfermedades como la que tú estás pasando. Tengo que echar mano de algún "sanador" que por mis aposentos pase, y aunque los pobres no "sanan" nada, al menos escuchan mis lamentos y, en principio, eso ya es alentador. Sin más protocolo que un "¡hasta luego!, mis viejos y rocosos amigos se despidieron dejando en el ambiente un halo de pesimismo que se fue esfumando según se iba divisando por la vega, un par de camisetas verdes que decididos subían en dirección a la Peña Castro.
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