Morcín - Asturias

Desde que oí en la radio la noticia de la normalización de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los EE.UU. me anduvo dando vueltas en la cabeza al asunto, y lo primero que pensé fue que no era, sin más, como para echar las campanas al vuelo.
Una buena noticia sí, pero desgraciadamente no se acabaron los problemas para Cuba y quizás, habiendo desaparecido unos aparezcan otros no menos preocupantes. En primer lugar, no debemos olvidar que no termina el bloqueo económico, y que Obama ha de someter ese asunto al Congreso y al Senado donde no tiene mayoría, pudiendo, en consecuencia, los republicanos imponer su criterio. El intento de asfixia económica de Cuba quizás continúe, y si bien hasta ahora no produjo los resultados apetecidos por los EE.UU. es evidente que, de no desaparecer, significará una importante traba para el desarrollo de la economía cubana.
Por otra parte, no se ha de perder de vista que el ataque de los yanquis al socialismo cubano no desaparecerá sino que simplemente va a cambiar de estrategia, visto que la empleada hasta el presente no resultó eficaz. Los EE.UU. van a seguir obstaculizando el desarrollo del socialismo en Cuba; la finalidad perseguida va a ser la misma pero se van a utilizar otros métodos que, obviamente, consistirán en presentar a los cubanos las “excelencias” de la sociedad capitalista, enseñándoles sólo lo que puede resultar apetecible y ocultando lo mucho que tiene de aborrecible. Les pondrán delante de sus narices la vida cómoda de los ricos y ocultarán las miserias que muchos han de sufrir para que otros lleven esa vida.
Aprovechándose de la libertad y de los inmensos medios publicitarios con que cuenta, el capital estadounidense introducirá todas sus mercancías en el mercado cubano y tratará de implantar los estúpidos hábitos consumistas, de derroche y despilfarro, que tan felices parecen hacer a algunos, que se olvidan de la necesaria sostenibilidad de los recursos para evitar un futuro catastrófico. Al mismo tiempo se tratará de hacer creer que todo lo que machaconamente se anuncia es indispensable para ser feliz, y se intentará convencer a cada cubano que es un potencial triunfador que conseguirá quedar muy por encima de los demás, insistiendo en ello para implantar en Cuba el individualismo de la sociedad capitalista que olvida a los otros dándoles la espalda para no ver su acuciantes necesidades. Ya se sabe que ojos que no ven, corazón que no siente.
A lo dicho anteriormente he de añadir que soy consciente de que no estoy inventando la pólvora, que los gobernantes cubanos habrán sopesado reflexivamente los peligros de la situación que se avecina y que tanto los gobernantes como el pueblo cubano, tan acostumbrados a mantenerse firmes en sus ideales, sabrán hacer frente a los cantos de sirena del capitalismo con la entereza que les caracteriza, que ya demostraron sobradamente
Quiero terminar con el diálogo entre Fidel Castro y Camilo Cienfuegos, que entiendo aplicable a la situación que comento: ¿Voy bien, Camilo?, ¡vas bien, Fidel!.