Illas - Asturias

Desde la mi aldeina de Castrillón siempre divisaba las alturas señoreadas por el pico Gorfolí, así que ya de chaval aprovechábamos los días de fiesta para acercarnos en pandilla hasta aquel emblemático lugar. En la falda había una hostería donde pasábamos la tarde bebiendo sidra dulce y comiendo los mejores callos del mundo. Ahora vuelvo a Illas, porque me gusta perderme entre el verde húmedo y fresco de los molinos a rememorar cuando bajábamos de la aldea con el carro cargado de sacos de maiz, o la nocturna esfollaza, entre dimes y diretes del vecindario, tejiendo panoya a panoya la riestra con la espadaña metida en agua. Porque la gente habla el mi idioma, la aldea huele a lo que olía la mi aldeina del alma, y cuando voy al chigre a dar la parpayuela con los míos, todavía bebo de la buena sidra, como el mejor potaje de berzas, los insuperables callos y el buen queso de La Peral.

V.Castrillón

Una pasada, yo estuve en los bares esos del Gorfolín y ahí comes hasta caer de culo por cuatro perras