Gallinal - Asturias

Como ya os dije, púseme a macerar en sidra, así que todas las noches íbamos a cenar por las sidrerías de Avilés, con tal de beber sin miedo y volver andando al hotel, y en todo caso tomar un taxi en caso de exceso, como en alguna ocasión sucedió.

Aquel día decidimos cenar en la sidrería de Juaco Villaverde en Villalegre (la mejor sidra de la zona) a base de unas sabrosísimas cazuelas de pixín, mejillones orly, gambas al ajillo, y unas deliciosas almejas a la marinera, cuya sabrosa marinera pasó, untada en el esponjoso miajón, directamente del plato al michelín, que es donde se alojan todas las salsas ricas que brindan a nuestro físico sobrado volumen.

y después incitáronnos, porque nunca se buscan los buenos momentos con que topamos, a escuchar una de las guitarras que a disposición de la clientela reposan tras la barra.

Mi chica canta con una voz dulcina... igual que las mismísimas sirenas que embarrancaron los barcos de la Odisea. Y allí fue que cantó unas preciosas abaneras como El Abanico, Torrevieja, y romanzas asturianas del calibre de Soy de Verdicio o Por qué, dime Por qué.

Y allí corrió abundantemente la sidra: esta pago yo y saca un par más que ahora tócame a mi...

Hasta que al final, unos a coro y otros al alto la lleva, todos terminamos haciendo lo que pudimos con Carretera de Avilés, Debaxu del Molín, Aquel Quirosanu, Vas por agua, así como buena parte del repertorio del maestro Torner... para concluir al límite de la osadía con la mismísima Raitana pues que el alcohol hace osado al más cobarde y cantor por excelencia al ser humano.

Salud a tod@s [V]