Castrillón - Asturias

Ultimamente, amigas mías, no soy capaz de vencer la congoja que me agobia permanentemente a consecuencia de los hechos insólitos que enseguida os contaré (en dos entregas por no hacer de esta una historia interminable):

A resultas de las consejas de Aruca en este foro, ordené a la doncella que preguntara en su aldea por las bondades del agua de arroz con unas gotitas de limón como remedio para la diarrea.

La Nena indagó entre las beatas que se reunen en la casa parroquial de la iglesia de Samartín todos los miércoles para hacerse un meloso chocolate con leche que toman, calentito, con galletitas caseras de manteca, tras la consabida partida de parchís (¡Ay si el pobre don Lorenzo levantara la cabeza y viera al sexo salido del averno para la perdición de los hombres, enseñorearse de la casa de Dios!) Estas bienaventuradas matronas dieron su beneplácito a los beneficios terapéuticos de la pócima propuesta por Aruca.

De tal manera que le encargué a Mario Guimerá, un catalán nacido en el Delta del Ebro que nos hace los arroces para Casa cuando hay recepción, preparara a Marilín su agüita de arroz astringente, y ya de paso, para mi, un arroz caldoso con bogavante, que le sale muy apetitoso (la causa, según me explica este mago de las paellas se debe a que usa el mejor arroz de España: el que se comercializa bajo el nombre de la comarca catalana donde es originario, Montsià)

Todo fue aplicar durante unos días la milagrosa dieta a mi cielito, y mano de santo. Al punto se le cortó el daño intestinal así como sus consecuencias diarreicas y las fétidas pedorretas. Total, que de tan contenta empezó a retozar, ladrando juguetona.

Lo notó primero mi amiga Lucinda Galán, quien, con Dorotea Sitxes y Anastasia Suañó se reunen en Casa para merendar carballones con te de Ceilán al limón, y para hacer después encaje de bolillos al tibio sol de la acristalada galería: .-Marilín ladra raro -me alertó la de Galán-

Súbito noté la muda, pues, de aquel "¡guau-guau!" familiar, con acento un tanto (digamos a modo de ejemplo)) ovetense cuando no de Mieres, habíase tornado la expresión del can en ladrido exigente tal cual "¡vull-vull!":

,-¡Ay dios mío!, que esta perra me ladra en catalán -distinguí soliviantada al escucharla-

Para los idiomas,clara de huevo al punto de nieve.

Chao...Aruca

Yo es que de chuchos se más que menos, pues Papá siempre tuvo en casa su jauría particular, tanto de caza como para salvaguarda de la finca.
Recuerdo que uno de los canes era gallego, siempre sesteando a la sombra de las acacias:
.- ¡Mas vago que la chaqueta de un guardia -arguía Papá-
Y muy traicionero, la verdad. Él esperaba que te dieras la vuelta, y cuando te despistabas ya te la armaba a tus espaldas. Aquel animal tenía un ladrido lastimero muy peculiar, sonaba algo así como ¿Buó-bóu? Si, así, con interrogación y todo.

Después nos trajeron un mastín vasco del Pirineo. Pero tuvimos que darlo porque tenía instintos asesinos. No ladraba, él solo gruñía con su peculiar ¡Grrrr! amenazador, y con aquella mirada hosca, fija, inyectada en sangre.
Cuando veía a la guardia civil es que se tornaba loco. Cada vez que la pareja de la benemérita pasaba por Casa a solicitar la firma de Papá como certificación de que habían realizado la ronda, no eran a quien sujetarlo entre nuestros tres fornidos criados. De haber podido los hubiera devorado. Así que cuando pusieron el colegio al otro lado de la carretera nos deshicimos de él, no fuera que llegara a soltarse y causara una masacre entre aquellos inocentes. Ahora creo que lo tienen encerrado en un pueblo de las vascongadas que se llama Martutene.

Los castellanos son más sobrios, pero no se adaptan, son parecidos a los andaluces y extremeños. Los tendrás tutelados a lo largo de toda una vida, pero a la que puedan tiran a huir porque añoran su árida estepa natal. Ya puedes alimentarlos bien y proporcionarles una vida placentera que prefieren el garito de pan duro y su cochambrosa cubil, que la vida relajada de aquí.

Por eso a mi que me den a los asturianos. Donde esté un buen ejemplar asturiano ya se pueden quitar todos los demás. Son nobles, un poco fanfarrones, eso si, pero defienden a una como si les fuera la vida en ello, además hacen compañía (aunque de vez en cuando pegan alguna escapada y se están por ahí de farra toda la noche) Pero siempre vuelven. Así que con un buen macho asturiano ya va una bien cumplimentada, por más que tengan fama de rebeldes, eso es igual, que cada quien posee su carácter peculiar.

Bueno amigas, no he podido sustraerme a este panegírico nacionalista, de perros, claro (aunque también se pueda extrapolar perfectamente a hombres, que para el caso vienen a ser lo mismo: animales de compañía) Hasta mañana que desvelaré los subterfugios de que nos servimos para tornar a mi pobre Marilín a la realidad y alejarla de sus innatas tendencias catalanoides.

Ildefonso me dio un volante para el logopeda. Diríase que el especialista se mosqueó cuando le indiqué el mal que aquejaba a la pobre Marilín. Hasta llegó a insinuar, con malos modos, que aquello no era una clínica veterinaria, y que la sanidad pública no podía perder el tiempo con viejas chifladas.

¡Hasta aquí podíamos llegar! Le recite toda mi raigambre señorial, desde el mismísimo don Pedro Menéndez, el Adelantado, pasando por don Indalecio Laspra, Gran Maestre de la Logia Masónica Garabiza, plantador de las frondosas acacias que hoy día señorean los parques y jardines de medio Asturias, hasta mi misma persona doña Onorata Álvarez de Piarno, quien auna, entre otros, los títulos de Marquesa de Arancés y Señora de Laspra.
Este matasanos, experto en la perfecta dicción, no supo decir ni mú, pero extendió un volante para la eminente doctora en psiquiatría doña Cadellada Muecas de Locatis quien nos atendió por urgencias a la media hora.
Una adorable joven, que, mientras reconocía a mi Marilín me mandó recostar en el diván para que estuviera más cómoda, y entre tanto ella realizaba su función, íbale yo contando anécdotas familiares, de Papá, de cuando niña que acudíamos todos los domingos a misa mayor (de verano en una xarré al descubierto tirada por nuestro potro zaino) Oficios que aquel santo párroco de Samartín, don Benjamín, nos decía en la capilla familiar de los "Marqueses de Arancés" dentro de la propia iglesia. Le conté la historia de mi novio que, días antes de la boda fue paseado al alba por los sicarios de Castrillón (el Pucherero, el Gavioto y el Temporello)

Total, que una vez hubo reconocido a Marilín, y yo terminé de contarle mi vida, diagnosticó la levedad del caso. Me explicó que los progenitores de la perrita posiblemente fueran originarios de Cataluña, y el animalito al reconocer, por medio del arroz Montsià, la dieta de sus ancestros, había mudado hacia las costumbres ancestrales, lo cual corregiríamos con un tratamiento de choque.
Llegada a Casa entregué la receta a la Nena quien presto, siguiendo las instrucciones de la doctora, púsose a cocinar una fabada con doble ración de morcilla y chorizo, su buena tajada de tocino hebrudo y hasta medio lacón sin desalar, así como las mejores fabas que se dan en la ribera del bajo Nalón. Dimos el compango a Marilín que se lo zampó sin pestañear (de las fabas se hizo un puré con curruscos para la servidumbre)

Mano de santo, queridas, cuando la perrita terminó la pitanza dio dos profundos eructos de odoroso aroma a morcilla. Al oscurecer la saqué a que hiciera sus necesidades en la calle, y querría que vierais como correteaba sin sosiego, ladrando con la vieja cadencia de su potente "¡Guau-guau!" (de nuevo el familiar acento ovetense-mierense)

Mirad si renovó ánimos y vigor que mi vecina Aruca tiene un fornido pastor alemán que amedrenta a mi Marilín con su imponente presencia cuando la saco de paseo. Pues esta vez mi perrita saltó la valla de Aruca y se encaró con aquel enorme macho, quien, al ver la firme determinación de Marilín huyó despavorido, con el rabo entre las patas, a guarecerse en su perrera. Lo cual viene a demostrar, queridas mías, que cuando las hembras sacamos el genio, no hay macho que se ponga de por medio.

Lo que no logro entender, por más vueltas que le doy, es lo que nos dijo la doctora al despedirnos:
.-Por lo suyo no se preocupe doña Onorata, solo son delirios de grandeza.

¡Ay! que peso se me ha quitado de encima,Onorata.Porque desde que saltó Marilín la verja y mi perro se guardó en su casita(uf que basta,por dios,perrera)me tenía preocupada pues me consta que estuvieron un rato juntos dentro de los aposentos del animal;pero viendo que los resultados fueron óptimos,pues que te voy a decir querida:¡QUE NOS TRAIGAN MUCHOS CHUCHITOS,PARA SACARLOS A PASEAR!

Chao querida..Aruca

no entiendo ultimamente estas historias, supongo que tendras alguna moraleja pero no pillo el mensaje, de donde sacais tal historias sorprendentes.
Os felicito por vuestra prosa tan selecta.
Un saludo de una avilesina