¡Qué desdicha tan grande, dios mío! Anda toda la casa revuelta, y es que no hemos podido pegar ojo en toda la noche. Pues es el caso que mi Marilín bebe leche desnatada de la marca Polesa (porque la comunitaria le da aprensión) Y en casa, con las comidas, agüita fresca de Fuensanta que es muy fina y digestiva. Bueno, pues resulta que ayer en la cafetería no tenían Polesa desnatada así que, sin consultarme a mí, le sirvieron leche entera de otra marca. Pero no terminan aquí las impertinencias, pues como todo me vino torcido, acabaron los croissants crujientes que tanto le gustan, por lo cual tuve que darle dos piononos con su cremita dulce y esa azucarita glasé espolvoreada por arriba que lame con su lengüecita grácil. ¡Un primor, amigas mías!. Pero he aquí que por la noche la encuentro inquieta y con agonía. La saqué al portal para que le diera el aire, y allí, mi pobrecita Marilín, empezó a defecar con una diarrea incontinente tan espantosa que enseguida llamé a mi médico de cabecera, Ildefonso, que es muy de casa y acudió presto. Después de hacerle un reconocimiento exhaustivo, me recetó Tanagel forte, dosis infantil. Yo desperté a mi criada de noche, la Nena, quien se vistió y cogió rauda mi cartilla de la seguridad social para acudir enseguida a la farmacia de guardia. Le dimos la medicina y parece que se alivió un tanto, pero estuve en un tris en acudir por urgencias al Hospital de San Agustín de tanto que sufría mi pobre Marilín. Esta mañana parece que está algo mejor, no obstante ya le he dicho a la portera que friegue bien con lejía todo el suelo donde defecó mi pobrecita Marilín. Si es preciso que se deje de mocho y zarandajas y que restregue bien, de rodillas como antaño, con estropajo y jabón del Chimbo, no vaya a ser que se contamine otra vez mi pobre perrita. Ay dios mío que disgusto tan grande tenemos en casa. Fdo. dña. Onorata Álvarez de Piarno Marquesa de Arancés y señora de Láspra |