Hoy sí que dudo VECES Y DUDAS Había un hombre que tenía una duda. La alimentaba, la vestía y la sacaba a paseo todos los días, e incluso las fiestas de guardar. Tal fue la intimidad de la relación entre el hombre y su duda, que una noche hicieron el amor. Al poco, la duda enfermó y cayó postrada sin casi respirar. Dos semanas más tarde la duda murió, pero no sin antes dejar una semilla de dudosa procedencia, para que hiciese compañía al hombre. --- Hubo una vez que se negaba a ser vez y nunca guardaba la vez. --- Había una vez que se encontó con otra vez y decidieron ir juntas a tomar algo. Iban las dos veces al mismo lugar donde se encontraban algunas veces, que charlaban animosamente sobre el tiempo. Una vez se reunieron muchas veces y decidieron que había demasiadas veces, y que con una vez bastaba si no querían convertirse en siempre. --- Había demasiadas veces en la cola de la vecera y me vine, me dijo mi vez. Otravezerá, le respondí indolente. --- Había una vez que pensó que el mundo se podía arreglar y transformar en algo más justo para todas las veces, pero solo fue una vez. --- Erase una vez que se era que no le apetecía ser. Como no era la única vez que no quería ser, sino que ya sabía de otras veces que tampoco querían ser, decidió formar una sociedad anarcomasónica con todas las veces subversivas. La vez subió a una palmera a meditar sobre el asunto hasta que le asaltó una duda. La vez y la duda pelearon fieramente hasta agotarse. La vez, afligida porque no podía vencer a la duda, la llevó a su casa y la invitó a café. Charlaron animadamente y se hicieron grandes amigas, y poco a poco se fué perdiendo en la lejanía la aspiración de no ser que una vez tuvo. --- Había una vez que era homosexual. Dada su extraña condición era una vez solitaria y triste que nunca salía a pasear con las otras veces; no iba al mercado los jueves, ni asistía a las reuniones de los sábados por la tarde ninguna vez. Sin embargo, había una duda que la visitaba todos los días; una duda inquietante con la que la vez hablaba desesperada durante mucho tiempo sin encontrar solución aparente. Un día, la vez decidió que aquella duda debía desaparecer de su vida, porque si no, corría el peligro de enloquecer para siempre, y ella quería ser una vez de buen ver. Así pues, decidió hablar seriamente con la duda. Aquella noche, las luces del hogar de la vez se apagaron, y acompañada de la duda se alajó por el bosque cantando a coro una canción de amor... --- Caminaba mi vecina, que es una vez enana con muy mal humor y con dudas. Cuando quedó parada frente a un escaparate, pensó comprar hilo azul para hacerse un vestido. Pensó comprar hilo blanco para transformar un sombrero. Pensó comprar polvos y lipstick para sus apariciones en el club de las veces vecinas. Pensó comprar unos zapatos de altos tacones. Pensó comprar una pequeña máquina del tiempo para no perderlo, pues las vecinas eran veces muy atareadas. Por fin, después de tanto pensar y dudar vio su perfil aumentado en la luna del escaparate. Quedó maravillada, cambiando los ángulos para contemplarse, extasiándose a cada movimiento. Al fin, convencida de su belleza singular, siguió paseando, dejando la sombra de sus deseos y sus dudas derramada frente al escaparate. --- Érase una vez que no se era, y ni siquiera se había. Como fuera que todos los cuentos asignados a esta vez no podían contarse, los reyes y princesas, campesinos, animales, niños pobres y demás actuantes del cuento universal presentaron su dimisión unívoca e irrevocable. Hoy viven de rentas en algún lugar de la Côte d'Azur. Y aquella vez se exilió a Babilonia en busca de Las Mil y una Noches.
|