Boquerizu - Asturias

Pocos de los turistas boquiabiertos que contemplan el Botafumeiro en pleno vuelo son conscientes de que el objeto que vuela sobre sus cabezas, como sus antecesores han hecho durante siglos, representa una auténtica hazaña histórica. Como tal lo han estudiado especialistas en Física y Aeronáutica, y artículos analizando el procedimiento de bombeo, que se anticipó en cuatrocientos años a los estudios de Galileo y Huyghens sobre el péndulo, se han publicado en revistas en América, Francia y por supuesto España.
El catedrático Juan Ramón Sanmartín Losada, de la Escuela Técnica Superior de Aeronáuticos de Madrid, fue el responsable del primero de estos artículos, publicado en el American Journal of Physics en 1984. pasó muchos años en Estados Unidos. Allí leyó un artículo en el que un profesor de la Universidad de Virginia mencionaba el Botafumeiro entre una "colección de cuestiones curiosas" relacionadas con su disciplina. "Me avergoncé", reconoce Sanmartín, de que hasta esa fecha "nadie se hubiese fijado en el Botafumeiro y lo hubiese estudiado". Por eso, y porque "el Botafumeiro me toca una cuerda especial", dedicó parte de unas vacaciones a hacer mediciones, fotografías, investigación histórica y consultas con los tiraboleiros. El resultado fue una serie de artículos publicados también en Investigación y Ciencia y en Pour la Science, en 1990, en los que expone cómo funciona, por qué, por qué una catedral gótica no podría tener un mecanismo semejante e incluso cómo se produjeron los accidentes de los que hay constancia histórica.
Su trabajo cita al Códice Calixtino para datar la puesta en uso del Botafumeiro. Si bien el texto no alude a él cuando describe una procesión en la Catedral compostelana, sí hay una anotación en latín añadida en el primer cuarto del siglo XIV describiendo el incensario y detallando que "es ahora parte de la ceremonia". Así, su puesta en uso se remonta al período entre 1150 y 1325. No será hasta 1590 cuando Galileo empiece a elaborar teorías en torno al péndulo. El procedimiento desarrollado en la Catedral se ha perfeccionado hasta el punto de que "difiere poco del óptimo". Así se alcanza la altura máxima, 21 metros, trazando un arco de 65 metros a 68 kilómetros por hora en 17 ciclos de bombeo y apenas ochenta segundos.
Los artículos del profesor Sanmartín explican cómo, a diferencia de un columpio simple, en el que los niños aprenden a balancearse de forma casi instintiva, mediante la percepción de su propio cuerpo y movimiento, en el caso del Botafumeiro no hay percepción propia, sino un equipo de personas, los tiraboleiros, comandadas por el tiraboleiro mayor que da las órdenes apropiadas tanto para lograr la máxima oscilación del Botafumeiro como para detenerlo de forma suave en un periodo de tiempo muy corto.
El profesor Sanmartín destaca que "en algún momento el procedimiento se convirtió en un saber técnico formal y explícito, que pertenecía a un círculo de expertos y podía ser transmitido" dentro de ese grupo iniciado.
En sus artículos aborda también la explicación física de los dos accidentes documentados. El 23 de mayo de 1622 la cuerda se rompió y el Botafumeiro cayó a plomo cerca de los tiraboleiros. Habría sido, según los cálculos de Sanmartín, en "el momento más peligroso para un accidente, en lo más alto de los primeros ciclos", ya que "al frenar al incensario de casi sesenta kilogramos que cae desde ese punto, la cuerda sufre un tirón que es máximo a baja amplitud, cuando la oscilación es casi horizontal".
El otro accidente fue el 25 de julio de 1499, cuando el Botafumeiro se soltó y "como un proyectil, recorrió el transepto, en cuya puerta se aplastó". Un accidente de este tipo se relaciona, según Sanmartín, con la rotura de las cadenas de las que pende el cuerpo central del incensario.
Hay constancia de otro incidente que no llegó a tener mayores consecuencias. El Botafumeiro se desvió y golpeó una columna del transepto. El rodillo del que pende el incensario cuenta con unas guías que permiten evitar esas "oscilaciones caóticas", probablemente introducidas a raíz de la observación atenta de los tiraboleiros a lo largo de la historia, convertidos así en genios de la física práctica.
Un prodigio de la física
Un incensario de casi 60 kilos oscila a diario sobre las cabezas de turistas y peregrinos en la Catedral. Lleva haciéndolo siete siglos, desde mucho antes de que se definiese el péndulo//Artículos en revistas científicas de todo el mundo han reconocido el prodigio.
El incensario inmóvil de San Pedro
El Botafumeiro, como enorme incensario móvil, es único en el mundo. En el siglo VII la primitiva basílica de San Pedro de Roma contaba con un gran incensario de oro, aunque no hay registros de que nunca hubiese sido puesto en funcionamiento. En una catedral gótica, con bóvedas mucho más altas, sería una auténtica hazaña y haría falta un equipo de más de cincuenta personas para conseguir manejar un elemento semejante.
68km/h
Radiografía Los 56,5 kilos del Botafumeiro y la cuerda que lo soporta alcanzan una altura de 21 metros, a lo largo de un arco de 65 metros. Llega allí en apenas 80 segundos de bombeo.
Sin peso no hay movimiento: el adorno no vuela
El equipo de tiraboleiros, según explica Juan Ramón Sanmartín, probó en una ocasión a hacer oscilar el ligero adorno de plata que cuelga de la cuerda cuando no está el Botafumeiro y fue un fracaso. Sin el peso apropiado no es posible gobernar la cuerda. Tampoco se desplazaría apenas si en lugar de dos rodillos sobre el mismo eje hubiese solamente uno: el arco sería de metro y medio, según los cálculos del autor de los artículos.

Muy interesante,cuando lo ves impresiona,pero sin saber nada.Buena la descripción,al menos ya se el movimiento del botafumeiro y su historia.
Gracias y saludos

Muy interesante no tenia ni idea, gracias por la informaci´on.