Boquerizu - Asturias

Que la cadena perpetua convirtiese las cárceles en pudrideros de hombres, con ser, bastante feo, ni siquiera sería lo más horroroso. Pensar en qué convertiría, la cadena perpetua, el exterior de las cárceles, si es capaz de convertir en pudrideros de hombres el interior. Qué lado del muro sería el más difícil. Qué lado, de entre este y aquel, pudriría más, si el de dentro, que te pudre, o el de fuera, que te manda a pudrir. No sé si me estoy explicando. En 1998, la Dirección Nacional del Régimen Penitenciario de la República de Bolivia recibió una carta firmada por todos los presos de una cárcel del valle de Cochabamba. Los presos, lo cuenta Eduardo Galeano en Espejos, el último de sus libros, pedían a las autoridades que tuvieran a bien elevar la altura del muro de la prisión, porque los vecinos lo saltaban fácilmente y les robaban la ropa que ellos colgaban a secar en el patio. Como no había presupuesto disponible, no hubo respuesta. Y como no hubo respuesta, los presos no tuvieron más remedio que poner manos a la obra. Y alzaron bien alto el muro, con ladrillos de barro y paja, para protegerse de los ciudadanos que vivían en los alrededores de la prisión. No tomarlo al pie de la letra, pero esto, la cadena perpetua que convertiría las cárceles en cualquier otra cosa, y por ahí, es un poco lo mismo: quién lo protege a uno de los que lo protegen mandando a pudrirse a unos señores que a lo mejor, cualquier día, resulta que son él.
La cadena perpetua es, de entrada, una perrería, pero de las que no se le ocurrirían, ni en tres vidas, a un perro. Una inhumanidad. Hay cosas sobre las que no se deberían hacer preguntas tontas, por ejemplo, en referéndum. Ahora tampoco estoy diciendo que un referéndum sea una pregunta tonta, no malinterpretar. Estoy diciendo que una pregunta tonta sigue siendo tonta, aunque se haga en referéndum. Por ejemplo: si no me preguntan cuánto quiero que cobren mis representantes, no sé por qué me van a preguntar, mis representantes, cuánto tiempo quiero que esté en la cárcel mi vecino del quinto después de matar a mi madre y herir a mi padre, de gravedad, porque contestaré que para siempre, igual que contestaré que preferiría que ellos, mis representantes, me representasen gratis, y por eso ya no me lo preguntan, porque demagogos son, pero tontos no. Supongo que para eso inventamos, siendo unos trogloditas, o lo que sea que fuésemos antes de ser nosotros, la figura del árbitro, del juez, de profesor de matemáticas: para que no fuera el delantero el que pitase el penalti, ni la víctima la que decidiera la condena, ni el alumno el que corrigiese los exámenes. Porque así iba a ser difícil.
En ruedas de reconocimiento,pasados unos días, entre el 48 y 75 por ciento señala a inocentes.Inocentes que se pudrirían, claro, ya hemos dicho dónde, en caso de existir .

Estoy de acuerdo,en que no debe existir la cadena perpetua.Pero endure-
cer las penas y éstas que se cumplan integramente.
Saludos