Hay apuestas ......... Antes del 31 de diciembre de 2009 habrá noticias de la existencia de Dios. Suena a profecía pero es una apuesta de la casa británica Paddy Power. Van 4 a 1 a favor de la existencia de Dios. No son tan distintos los jugadores y los creyentes. Fortuna era la diosa de la suerte para los romanos. Como eran paganos y no habían inventado el maniqueísmo, era diosa de la suerte buena y de la mala. El optimismo preciso para vivir hizo que se tendiera a asociarla con lo bueno, por eso a la suerte adversa se la llama infortunio. En la tradición judeo-cristiana, el Dios proveedor de Abraham, Isaac y Jacob se quedó la buena suerte para el pueblo elegido. El nuevo testamento lo amplió a los creyentes en general: si Dios da de comer a los pájaros y viste a los lirios, imagínate a ti que eres mejor. Donde no llega el Dios proveedor, la Iglesia manda misioneros. En el rezo se pide a Dios lo que no se necesita y se le agradece lo que se tiene. Como el Dios proveedor es de salario social y la gente aspira a más, hay un gran hueco a la superstición, «creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón» (dice el creyente diccionario de la Real Academia). Fe y juego crean supersticiones. En la fe es evidente. En el juego se ve en los gestos de los jugadores de las tragaperras, las manías de los abonados a la lotería y los tics de los quinielistas. El juego tiene algo de oración a la diosa Fortuna aunque, cuando ganan, los creyentes den gracias a Dios. En las administraciones de lotería, con su fila de comulgantes y su ventanilla de confesionario, hay gente de poca fe que echa dos euros a la semana a la «primitiva» por si le cae un bote y eso es como rezar a un dios en el que no crees, por si acaso hay cielo o infierno, y hay creyentes en la suerte que hacen largas plegarias a la lotería nacional, la bonoloto, la quiniela futbolística y la primitiva que son avemarías, salves y padrenuestros. Los billetes de lotería y los rosarios son decimales. ¿Qué clase de noticia se dará por buena para pagar la apuesta? Los creyentes ya pueden cobrar porque miran alrededor y ven a Dios donde los ateos ven un árbol, el mar, el firmamento o un parque público. ¿Pero qué noticia aceptarán como válida para perder la apuesta los ateos reforzados por el escepticismo? JAVIER CUERVO La Nueva España 11-11-2008
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