Niños solos "Ancianos en los asilos o, en el mejor de los casos, en los llamados <<centros de día>>, niños solos en casa durante las tardes que dedican más tiempo del que recomendarían psicólogos y pedagogos a la videoconsola y a la televisión. Es decir, los mayores aparcados y los niños <<empantallados>>. ¡Qué frenesí el de una sociedad que, más allá del trabajo y de la vida social, apenas dispone de tiempo para que quienes están en edad laboral puedan estar con los suyos! Centros de día para los mayores. Ahora la gran demanda es que haya centros de tarde para los niños, es decir, los colegios abiertos hasta poco antes de la cena si es posible. La convivencia intergeneracional es un lujo que no está al alcance de lo que demanda el trepidante ritmo de la vida actual. Los colegios e institutos dejaron de ser centros de enseñanza para convertirse en centros <<educativos>>. Sólo queda un paso que estamos a punto de dar: que se transformen en lugares de convivencia. Los profesores, a este paso, no sólo deben ser quienes eduquen a niños y niñas, sino quienes convivan con ellos. Para eso están. ¿O no? Hay quejas de asociaciones de padres y madres a consecuencia de las vacaciones escolares que, a su juicio, son excesivamente largas. Y nadie quiere recordar que, hasta no hace muchos años, el curso escolar arrancaba en octubre y, miren por dónde, los programas de las materias eran mucho más ambiciosos. ¡Cuánto cinismo y cuánta demagogia sobre la escuela! Precismente en los tiempos en que los enseñantes reciben el nombre de <<educadores>>, sucede que un alumno puede reventar el desarrollo de una sesión docente sin que la persona que imparte clase disponga de autoridad para evitar esos comportamientos. Se habla de <<educación>> y no de enseñanza precisamente en el momento en que la disciplina escolar se considera una antigualla, cuando no fascismo. ¿Cabe hipocresía mayor? Pero volvamos a los niños solos. Si papá y mamá tienen trabajo o reuniones durante las tardes, los hijos llenan su tiempo con pantallas. Y eso genera ciertas alarmas. Habría que preguntarse, más allá de los datos y de las estadísticas, acerca del verdadero sentido que tiene traer hijos a este valle de lágrimas si apenas hay tiempo para estar con ellos durante la semana. Si los sábados toca hipermercado. Y si los domingos llega el bajón de ánimos pensando en los días laborales que hay por delante. ¿Qué se hizo de las reuniones familiares alrededor de una mesa? Desayunos entre legañas y prisas. Comidas fuera de casa. Sólo quedan las cenas, en las que los progenitores no han podido librarse del estrés; por su parte, las criaturas probablemente no hayan desconectado del todo de sus pantallas. Sociedad del ocio. Sociedad del aparcamiento. Los fines como medios. El contenido por el continente. Niños sólos padres atareados. Se diría que éstas son las consignas. Los niños y niñas que hagan de la escuela su casa. Papá y mamá trabajan mucho. Siempre nos quedará el hipermercado los sábados por la tarde. ¡Qué maravilla!" LUIS ARIAS ARGÜELLS-MERES La Nueva España 17-09-2008
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