Avilés - Asturias

Yo que soy de un barrio de Gijón,el otro día rechazaba la violencia de género,con respecto a la mujer asesinada en Tremañes.

Hoy toca en Avilés,que me queda relativamente cercano(14 Km.)Y no por ser mas cerca o mas lejos,es mas o menos violencia;es que a veces pensamos que eso e nuestro entorno no pasa,que solamente pasa con gente lejana y que no conocemos.

No tengo mas que condenar el acto violento,que contra una mujer se llevó a cabo;rechazar y condenar todo tipo de violencia y exigir que las leyes se cumplan,pero además que los Ayuntamientos,que son el poder mas cercano,pongan los medios suficientes para que cualquier mujer qe se sienta víctima,tenga la seguridad para élla y sus hijos.Que se sepa amparada y protegida y sepa donde ir,sin que el interrogatorio sea para élla y no para el maltratador.

L@s ciudadan@s,tenemos mucho que decir en esto,ya que deberíamos de apartar de la convivencia diaria a esos maltratadores que campan a sus anchas,y a veces hasta presumen de sus acciones.

Que las mujeres,no queremos ninguna concesión;somos iguales y así se nos debe de tratar.L@s que viven en la igualdad,tienen una vida mas completa y feliz.

Un besín...Aruca

Yo lo que dice mi querida amiga Aruca en los foros lo suscribo.
¡Siempre!
¡Integro!
¡Sin condiciones!

Pero...

Hoy aquí, en Avilés, mi ciudad adorada, quiero hacer además una aportación.

En una biografía de Goya le atribuyen unas palabras en las que afirmaba que él luchaba (contra Napoleón) de la única manera que sabía hacerlo: PINTANDO.
De ahí "Los fusilamientos del dos de mayo"

Pues bien, yo voy hacerlo, aquí, en la mi Villa, de la manera que mejor sé, contando historias, así que, basada en los desgraciados hechos (reales) acaecidos en Avilés, os voy a colgar, debajo, la historia en dos entregas que titulo "La niña de sus ojos".

Era para él la niña de sus ojos. Ojos verdes heredados de sus mismos verdes ojos. Esmeraldas transmitidas genéticamente de generación en generación para que la verde primavera de su claro mirar destellara en aquella hermosa cara de porcelana.

Criola libre.
Tomando decisiones, asumiendo riesgos y valorando a las personas según su propio criterio aprendió a decir que no... y a decir que si.
Por eso aquel día en Avilés dijo no al obtuso de mirada torva y persistente insistencia.
Agobiada por la obstinada fijación de aquel individuo decidió abandonar el local y disfrutar de aquella apacible noche paseando por la margen derecha de la ría hasta el aparcamiento donde dejara el coche, cerca de la vía.

El sujeto que no admitía un no por repuesta de ninguna "titi" siguiola ofuscado, mascullando improperios, hasta lograr alcanzarla justo allí, donde la recogida sombra que proyecta el tupido follaje del parque sume en apagada placidez el lugar que aprovechan algunas parejas para ensayar tibias caricias dentro del vehículo.

El traicionero agarró una pesada piedra que estampó, con sañuda obsesión, una y otra vez contra la nuca de la hermosa niña de dulce mirar.
Al rumor de la refriega salieron las parejas de los coches por ver qué acontecía, lo cual puso en fuga al cobarde abusón sin poder consumar la violación que intentaba...
Mas, sobre las ásperas traviesas y encima de los gélidos raíles ferrosos, quedaron tiradas sus dos preciosas esmeraldas verdeando con luz propia contra la densa opacidad de la noche más oscura.

Permaneció a la cabecera de la niña de sus ojos el tiempo que estuvo en el hospital.
Se ofreció a donarle los dos suyos,
no lo admitieron,
uno tampoco...
No fue posible tornar a encender aquella cálida mirada.

Él, tieso, estoico, parecía una estatua fija en el reo durante aquel juicio que perseveró en reiterar con el máximo rigor los acontecimientos que finalmente concluyeron con una condena a prisión...
Y esperó paciente, calladamente impertérrito

Mientras tanto ella aprendió a marchar en la oscuridad y, porque era joven, porque seguía siendo bella y porque la libertad había templado su carácter extrovertido, tornó la sonrisa a su juvenil rostro de porcelana hermoso aún sin el adorno de sus preciosas esmeraldas. Volvió a la vida alegre y dicharachera como siempre (como nunca)

Él aguardó, esperó y desesperó, pacientemente, acrisolando su determinación... Hasta que el otro salió, beneficiado por no sé que grado de condena, con libertad para fines de semana.

Vinieron a decirle que estaba en el bar.

Entró con paso decidido, en aquel chigre que olía a sidra y a marisco cocido, y fuese directamente a su objetivo sin mediar palabra, sin pestañear, si el menor titubeo.
Una sola puñalada descerrajó el estómago del vil sentenciado.
Le habían dicho que una cuchillada ahí no tenía remedio y que se moría lenta, dolorosamente al expandirse todos los ácidos contenidos en la víscera.
El preso mirolo con ojos desorbitados por la sorpresa, sin calibrar aún lo que acontecía, mientras el otro empujaba más y más el cuchillo destrozando el interior al tiempo que su mirada inmisericorde calibraba los ojos velados de su enemigo apagándose definitivamente cegados por la muerte.

Cuando el otro se derrumbó en el suelo con la Parca haciéndole el definitivo boca a boca para insuflarle dentro el frío hálito de la nada, dejó caer el cuchillo, abrió la puerta y con la mano diestra chorreando la sangre del animal herido de muerte, encaminó su paso cansino hacia el cuartel de la guardia civil.

El chigrero salió de la barra, miró al suelo donde se desangraba el reo dando los últimos estertores y dijo a los clientes que contemplaban impávidos la escena:
.-Ye una pena que no sean tuavía las ocho pa tirar la basura al contenedor.

Un parroquiano que volvía de ayudar en el San Martín y sentábase ahora placidamente en una tayuela jugando a la brisca, comentó a los compañeros:
Ya pensaba yo que no iban matar nunca ese gochu.

Por Sanmartín,se debería de acabar con todos los cerdos.

No se como haces para que la lectura de tus comentarios sea tan amena;incluso del mal,sacas algo positivo.

Un besín...Celi