Níjar - Almeria

ALMERÍA | Miles de inmigrantes malviven sin dinero ni comida
Aumentan los robos de ganado a causa de la crisis

* Los pastores optan por pasar la noche junto a las reses para evitar más robos

Miguel Cabrera | Almería
Actualizado sábado 31/10/2009 14:20 horas

El hambre de la crisis, que se ha recrudecido en los últimos meses especialmente entre quienes malviven en los asentamientos de chabolas, ha multiplicado el número de robos de ganado, sobre todo cabras y ovejas en el campo almeriense.

Este hecho ha llevado a que pastores y propietarios de ganado se hayan visto obligados en los últimos meses a dormir junto a sus rebaños para evitar el constante hurto de animales, motivado por la crisis y "el hambre de muchas personas que no tienen trabajo, que les lleva a buscar la comida de la manera que sea", dice Francisco Vargas, presidente de Asaja en Almería.

La organización ha alertado de que son muchos los pastores que han decidido pasar la noche en los cortijos donde habitualmente dejaban sus rebaños sin guardia, ante el alarmante aumento de los robos, que se producen en toda la provincia y que, en su mayor parte, serían cometidos, supuestamente, por sin papeles que no tienen trabajo y que habitan en poblados de chabolas o en cortijos diseminados por el campo almeriense.

Otros propietarios con más medios han apostado por contratar a una persona para que duerma en los edificios cercanos a los animales, a modo de vigilantes de seguridad. "En este caso, los robos se producen para alimentarse", asegura Vargas, por lo que sus autores, en principio, no están organizados ni tienen una estructura para vender la carne.

Los últimos datos de la Cruz Roja hablan de más de 3.500 inmigrantes repartidos en más de un centenar de poblados entre las comarcas de Níjar y de Poniente. Casi todos ellos carecen de trabajo y, por lo tanto, de dinero, lo que está provocando situaciones límite que lleva a intentar conseguir la comida de cualquier forma.

Según Cruz Roja, la crisis ha modificado el perfil de los residentes en los asentamientos, pues en los últimos meses han llegado incluso familias enteras que han quedado sin trabajo y han perdido sus casas por no poder hacer frente a los alquileres o a las hipotecas. También han llegado a las chabolas muchas mujeres que vivían con amigos o familiares que, por la misma causa, han quedado en la calle y no han tenido otra salida. Antes de la crisis, la presencia de la mujer en los poblados era meramente testimonial.

Algunos ayuntamientos, como los de Níjar y El Ejido, conscientes de lo que sucede, y de que el hambre es una triste realidad, ya han puesto en marcha programas, en principio temporales, para ofrecer alimentos a los habitantes de las chabolas y, en general, a todos los vecinos que se encuentren en esta situación límite.

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