Huércal-Overa - Almeria

Ayer se tocó fondo con la bromita (”A toda Costa”) de la vicepresidenta. ¿Hasta cuándo funcionarán las trampas del ilusionista?

La derecha española ha exhibido altos niveles de autocrítica. Tras las prontas reacciones políticas de Esparanza Aguirre y el impulso regenerador con que Génova suple el bloqueo valenciano, ya ha dado de sí políticamente más que el PSOE en treinta años trufados de corrupción.

Pero el comodín de Gürtel no puede tapar la podredumbre institucional del zapaterismo, los policías de Rubalcaba colaborando en la fuga del terrorista al que vigilaban y luego investigándose a sí mismos, las órdenes judiciales de violar la confidencialidad abogado-cliente, el acoso a los magistrados del TC por parte de territoriales del PSOE que viven en brazos de los enemigos profesionales de España, la fiscalía que abandona el principio de legalidad para desencadenar procesos inquisitoriales y eliminar de los sumarios los indicios favorables a sus enemigos políticos, el nepotismo de Cháves y sus 10 millones, el abanico de escándalos andaluces ante los que la prensa cierra los ojos mientras aplica la lupa preventiva a la oposición, el pufo onerosísimo de Caja Castilla-La Mancha, la financiación irregular de partidos nacionalistas en la trama del Palau de la Música, cuyo mangoneo asciende ya a 20 millones de euros, los incontables millones que los gobiernos de Pujol, Maragall y Montilla le han regalado a Omnium Cultural para que depliegue actividades como amparar campañas contra productos españoles, las mentiras sistemáticas del gobierno sobre la marcha de la economía, la huida de la inversión, las subidas de impuestos a las clases medias, el rescate bancario más opaco de Europa, el paro más alto del mundo desarrollado, el riesgo creciente de la deuda, los pisos más sobrevalorados del mundo…

¿Cuánto tiempo creen que se puede hurtar el debate sobre todo esto esgrimiendo el comodín de
Gurtel?