ANGELINA
Cuando el 3 de julio de 1839 fue declarada por la Cámara de Diputados de Francia, como fecha de la invención de la fotografía por ser un bien de dominio público; muchos creyeron que el daguerrotipo iba a desplazar al noble arte de la pintura de caballete. Sin embargo la Historia del Arte desmontaría esa idea.
Ambas técnicas artísticas permanecieron en el tiempo, a veces hermanándose, la mayor parte no; pero lo que sí tenían y tienen en común es la intencionalidad que las unen: ambas intentan desentrañar aquello que no puede reflejar la imagen bidimensional, aunque el encuadre, color o el estilo del autor se aunen en un solo plano.
Su grandeza está en querer provocar en el espectador una reacción anímica y emocional que haga vibrar los sentidos hasta el punto de transformar la conciencia hacia un fin determinado para intentar cambiar la realidad social y formal contemporánea.
Al examinar esta imagen fotográfica de Angelina, con su mirada profunda y velada por el tiempo, que se dirige al vacío aportando un brillo de lejanos y tristes recuerdos que remarcan las ojeras. Con una mueca entre socarrona y despreciativa ( quien sabe a qué ); provoca en mí un sentimiento de curiosidad, que me invita a reflexionar y pensar que la viveza que todavía sus ojos conservan, lanzan dardos llenos de conmiseración y sabiduría ( ya lo dijo Antonio Gala: "si quieres saber, pregunta a un campesino andaluz" )haciendo mella en mi ánimo.
Su rostro de rictus ajado, acentuado por la naturalidad del cabello y luctuoso vestido, que la cultura de este país impuso sobre la población -especialmente la femenina-, trae a mi memoria la tragedia que le tocaría vivir siendo sujeto pasivo del acontecimiento. Me estoy refiriendo a la incruenta guerra "incivil" que provocaron los "otros", pero que ella sufriría en sus carnes, como el de miles de españoles y cuyas secuelas marcaron la vida de tres generaciones.
Su condición de mujer, española, campesina y alpujarreña, posiblemente le impidieron clamar al cielo como La Montserrat de Julio González; o liberar un grito froidiano de horror DESDE EL PUENTE que tiñera el firmamento de rojo como tan bien nos ilustró Edvar Munch en su famosa obra El Grito. No, lo más probable es que enjugara alguna lágrima que resbalando por los surcos de su cara que el dolor le provocara, con el oscuro mandil que de tanto usarlo ya formaba parte de su segunda piel.
Ya desde el Génesis se le ha dado una creación diferente al hombre de la mujer, un tratamiento distinto. Esta leyenda unida a la Historia ha mantenido a la mujer en un segundo plano (salvo honrosas excepciones); ha condicionado su alma (si es que la tenían; puesto que hasta el siglo XIX se dudaba de ello )moldeándola y preparándola para el cuidado, la compasión y el consuelo ajeno. Se la ha bautizado con nombres, apelativos, que rubrican su estrella: Angelina, Dolores, Amparo, Esperanza, Piedad o Tormento, da igual todos ellos conducen al destino lastrado por el que ha tenido que pasar.
Su poder ha sido el silencio, su fuerza el amor, y aunque en algunas pequeñas parcelas o pueblos como el de Beninar, sutilmente haya ejercido un matriarcado encubierto que armonizaba la sociedad, no ha podido abanderarlo, reivindicándolo como un derecho propio adquirido. Perdieron su horizonte y lo han debido encontrar.
¿Qué municipio será el pionero en dedicar un memorándum pétreo entre naranjos e higueras con una fuente de agua, alegoría de la abuela santa -que nadie venerará-; la madre coraje -caída en el olvido-;la hija sufriente, la tía -de Unamuno, o Serrat-; madrina; heroína o hermana soltera, cuando su templo sagrado le fue arrebatado por la injusticia, los guerreros, o los mandatarios ?.
¿Cuándo nos daremos cuenta de que el auténtico "milagro español" no son las testas coronadas por la vanidad, el poder o la santidad?. El milagro ha sido las féminas anónimas, cual ejército de paz, que han sabido y saben multiplicar los panes y los peces con la fuerza moral de quien recibe poco y da mucho en los momentos difíciles que nos depara la vida.
¡Cuántas vivencias olvidadas!; cuántos conocimientos perdidos,sin escribanos que los recopilen!. ¿Quién grabará tus romanceras canciones que hablaban de amores frustrados por el destino, si tu voz ya se ha apagado?. Ni siquiera tu foto ha merecido un comentario, fuera e este humilde recordatorio, que no pretendió hacer soflama de tu paso por la vida, sólo lamento y pasión hacia la abuela desaparecida.
Ciño a tus sienes nevadas, diadema de olivo y laurel, y enciendo la antorcha, asida con tus manos, de esparto y romero, para que alumbres nuestro camino hacia el encuentro contigo.
Lo dedico a todas las mujeres que hayan podido verse reflejadas, especialmente a las abuelas, que como a la mía, no les hayamos podido agradecer y comunicar todo lo que por ellas hemos sentido.