Las vacaciones Estamos en el mes de Junio, mes de vacaciones. En otro tiempo estaba deseando la llegada de este mes para tomarme un descanso. Mis estancias en Benínar siempre fueron durante las vacaciones de Semana Santa, del verano y de Navidad. Quiero decir que en mi juventud disfrutaba del pueblo sólo tres meses al año, tres cuartas partes menos que los demás benineros. Según la R.A.E. el significado de vacaciones es: “Descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios”. Como se puede apreciar, en estos momentos, no tiene nada que ver conmigo ya que ahora estoy de vacaciones permanentes, hace tiempo me pre-jubilé. Es una situación a la que uno se acostumbra muy rápidamente, siempre que la persona se mentalice, como debe de ser, porque hay algunos individuos que eso de la jubilación se lo toman demasiado en serio y piensan que ya es el fin de su vida, que ya se acabó todo, etc. y lo pasan muy mal. El lugar preferido para pasar las vacaciones era Benínar, allí se disfrutaba de tranquilidad, de amigos, de aventuras y mil cosas más. Estaba tan cómodo que el tiempo se me pasaba sin sentirlo, si bien trataba de vivirlo al máximo, desde por la mañana a la noche. En el verano las temperaturas, como es natural, subían a base de bien y no había día que no me diera el correspondiente baño, unas veces en la balsa de Los Cazarones, otras en Las Viñuelas, cualquier charco era adecuado para refrescarse. Era el tiempo de hacer excursiones, de caminar, y si llegaba el caso hacer una “carga” e ir a vender tomates a Berja. Esto lo llevé a cabo una vez siendo mayorcito, estaban tan baratos los dichosos tomates que me dieron nada y menos, me llené de tanta rabia que las cuatro pesetas las invertí en tabaco del más económico, los “Peninsulares”. Todo lo contrario sucedía en invierno, el frío te hacía permanecer en casa y metido en el fogón. Siempre había alguna actividad que hacer, desde dar de comer y beber a los animales hasta darle al manubrio para hacer galletas. Las Navidades eran muy diferentes a las actuales, el turrón a penas si lo veías, pero si que se hacían los mantecados y con un vaso ibas cortándolos y por los Reyes siempre se acordaban de echarte algunos, era una gran ilusión para los pequeños. No hay que olvidar el otro acontecimiento navideño, que en esa época estaba en el pensamiento, la matanza. Tampoco se pueden olvidar los villancicos que se cantaban en la iglesia por las mujeres y hombres, eran buenísimos, refinados y muy pegadizos, los mejore que he escuchado a lo largo de los años. Las vacaciones de Semana Santa siempre que las recuerdo me situo en la Puerta del Sol, era el lugar donde se jugaba a las chapas o “caras” y allí se perdía hasta la última peseta, el que tenía la ”vaca” era el que siempre salía ganando. Los niños cuando perdían sus ahorrillos terminaban defraudados y también cabreados, aunque no escarmentados. En los tiempos pasados los pequeños alternaban en el juego con los mayores, pero siempre guardando un respeto. Mis saludos para todos.-
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