Benínar - Almeria

Que salga el pintor que pinte el cuadro, que lo importante, lo relevante sea, el último herrero de Beninar, en cuclillas, teniendo en una mano, el casco del animal a herrar, la herradura puesta en el casco, en la boca del herrero unos cuantos clavos y unos cuantos curiosos pendiente de las distintas fases de la operación.
El animal, expectante para que se termine cuanto antes para estrenar herraduras nuevas.
El fondo de dicho cuadro es todo el pueblo de Beninar.
Cuando el herrero del pueblo dijo que se marchaba, se puede decir, que es el momento en que empieza el declive de Beninar.
El río ha tenido a lo largo de la historia muchos intentos de destrucción, de amenaza a los benineros para que se marchasen y siempre volvieron a reconstruir bancales, acequias y brazales.
Cuando un herrero decide marcharse de su pueblo eso sí que es grave y tremendamente desolador.
El herrero se va, al tener el presentimiento que desaparecerán los medios de transporte.
Ya nadie quiere ni pasar, ni salir, ni entrar al pueblo.

Yo que soy Río y conozco los andares,
de los mulos y burros,
por muchos de aquellos lugares,
con sus albardas y serones,
por mis arenas correteaban,
despues aca el herrero,
a poner zapatos nuevos,
y los cascos no gastara.
Entre el yunque y el espujabante,
las tenazas y herraduras,
el herrero hierra,
igual burros que mulas.
Los clavos son de hierro,
y se ponen en la voca,
para dar un poco de grasa,
que la saliba otorga.

Estas inspirado a tope,yo hace unos dias q estoy en blanco a ver si cuando empiece la primavera me viene la inspiración.

Un abrazo.

Yo, siempre sere Rio Verde,
aunque me cambien el nombre,
unos dicen que soy Paco,
otros dicen que Jose,
que importa quien sea,
si el agua conducire.
Hay Rio Verde querido,
conocedor divergente,
tus aguas manzas en verano,
alborotadas en invierno.
Mi Rio me da consuelo,
cuando pienso en la añoranza,
asi guardo el recuerdo,
de mi pueblo en la Alpujarra.

En el Rio me tumbe,
a la sombra de una higuera,
esperando poder comerme,
una de aquellas brevas.
Que brevas tenia Beninar,
de las que nunca habra mas,
con ese sabor tan dulce,
que me gustaria probar.
Aquellas brevas moradas,
con las rayas azurcadas,
que tirabas de la piel,
y pelabas sin sentir.
Tambien las habia negras,
de sabor muy variado,
habia de todos los gustos,
para primero y segundo plato.