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Benínar - Almeria

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España > Almeria > Benínar (Berja)
24-06-15 12:38 #12725977
Por:No Registrado
En Benínar los animales eran los mejores amigos de los niños
Después de encontrar y leer un relato de esta manera, sientes que los paraisos han existido:

En Benínar los animales eran los mejores amigos de los niños

Alrededor de los animales, giraban muchas diversiones y algunas obligaciones para los niños de mi época.

En algunas casas, era muy común tener una cabra para el suministro de leche. Naturalmente que el cuidado de las cabras, nos tocaba a los más pequeños y eso restaba tiempo para nuestros juegos.

Cada día, al salir de la escuela teníamos que coger la merienda….. y la cabra….

Procurábamos encontrarnos en la vega dos o más chiquillos, y así hacer más llevadero nuestro trabajo jugando, mientras manteníamos atados a los animales y de vuelta a casa, hacer carreras, montados en las cabras como si fueran caballos. Dada la corta edad, a veces, el animal te arrastraba mientras tú tirabas de la cuerda.

Había que tener bastante cuidado, sobre todo con los injertos. Las cabras sienten debilidad por los brotes más tiernos y si se los comían, el crecimiento de la planta sufría un retraso considerable. El dueño del bancal hablaba con tus padres.

Teníamos que hacer provisiones para los días de lluvia. Coger cestas de cabrahígos en verano y secarlos en los "terraos". Hojas de parra, de higuera en otoño y ramas de olivo cuando la "poda".

El nacimiento de un cabritíllo, además de proporcionarnos los deliciosos calostros, nos llenaba de alegría y juegos extra durante pocos días, pues pronto eran vendidos a pesar de nuestros "lloros" y los "graznidos" de su madre.

Los cachorros, siempre despiertan los instintos más tiernos.

Cuando en el corral había una "camá" de conejillos, nos volvíamos locos por cogerlos.
Nuestras madres, no nos dejaban, por si los "aburrían" las suyas.

Una vez, en el corral de mi casa nacieron trece "guarines". Era fantástico verlos a todos "enganchados" a la madre.

Vivíamos con ilusión, esperando que salieran los pollillos, después de los veintiún días reglamentarios, desde que se puso "la yueca". Era emocionante, cuando de uno en uno salían del cascarón y se ponían dentro del "cuartillo" o del "medio celemín", envueltos en un trapo de lana. Nuestras madres, habían seleccionado cuidadosamente las fechas para tener carne en S. Roque u otros días señalados, como también cambiaban huevos de otras razas, según las quisieran para carne o ponedoras. Era frecuente escuchar: Cámbiame estos huevos, por dos de las del Prat, o de las "oregás"; o esto otro: Estos pollos estarán "tomateros" para S. Roque.

Los gatos, eran uno más de la familia; así como los perros, buenos vecinos como sus dueños.

Las sufridas y nobles burras, daban poco trabajo, a cambio del servicio que prestaban a todo el vecindario.

Déjame la burra que voy a hacer "carga" para llevarla a Berja. Vale, pero llévate esta cesta de pimientos y berenjenas y me la vendes.
Me dejas la burra? Tengo que ir a lavar al cortijo de Dña. Luisa, pues el río viene turbio y no hay chorros. Bueno, pero me traes un par de cántaros….
También se compartían las cargas de agua de la "cañarroa".

Mulas y mulos, hacían los mismos trabajos y otros de mayor envergadura; como arar o trillar.

En verano, perseguir los pollos de perdiz y tener éxito era muy difícil. A parte comportaba el tener que cazar cigarrones y las ruidosas chicharras para alimentarlos.

Localizar nidos, era uno de los entretenimientos más divertidos y de los cuales se podía sacar provecho.
Desde la gran emoción que suponía encontrar por los montes un nido de perdiz, hasta el humilde nido de gorrión del alero de tu casa, había una escala con su valor, dependiendo de la especie.

Nidos de totovía en el suelo, en medio de las sementeras.
Los vistosos abejarucos, en algún terraplén.
La caña pastora, hacía siempre su nido en un balate y ponía los huevos color turquesa.
El maloliente nido de la abubilla, lo podíamos encontrar en los troncos viejos de olivo.
Las respetadas y admiradas golondrinas, en las cámaras y azoteas.

Muchos nidos de…. verderones, charlas, alcudones, chamarizos y en el secano, los sencillos nidos de las tórtolas, que le cogíamos los polluelos y los criábamos en casa.
Pero el número uno indiscutible de los nidos, era el de colorín. Se guardaba en el mayor secreto y cuando los pajarillos tenían el tiempo justo, se "encenachaban" en unas rudimentarias jaulas hechas con dos pencas de chumbera y cañas; mientras tanto, sus padres seguían alimentándolos y poco a poco se acercaban a casa, donde eran la admiración de todos.

En otoño, la llegada de otras especies de pájaros, nos animaba a poner los cepos.
Los cebos que usábamos eran: alúas, cortapicos, gusanos y lombrices.
Los bancales "tableaos", sitio preferente para poner los cepos que clavábamos a tierra con una estaquilla y su cuerda, para que el ave no arrastrara el cepo hacia la hierba y se perdiera.
Puñados de cepos….. ristras de pajarillos, que fritos estaban deliciosos.
Otra manera que utilizaban los mayores para cazar pájaros era; encandilándolos de noche con linternas o "manchones".

No era lo mismo, buscar alacranes y ciempiés debajo de las piedras que coger las inocentes ranas y renacuajos en el río.

Recuerdo haber visto una vez, un polluelo de gavilán y otros de mochuelo. No era frecuente encontrar esos nidos.

Y aquel zorrillo, que su dueño pretendió domesticar y cuando pensó que su instinto estaba aplacado, lo dejó en el corral y acabó con unas cuantas gallinas.

Aparte de los lobos de los cuentos, a los chiquillos, había unos cuantos animales que nos imponían respeto. Los "guarridos" de las raposas, ponían en alerta a los niños, a las madres y…. a las temblorosas gallinas en sus gallineros.
Particularmente vulnerables, los corrales en la periferia del pueblo.
Ante la gravedad que suponía quedarse sin gallinas, se hacían verdaderos ingenios para intentar cazar a las "alimañas".

Recuerdo, una gallina atada con una cuerda y colgada de un almendro. Para que "cacarease", desde una azotea se tiraba de la cuerda. Fue emocionante. La raposa parada debajo del almendro, pero las dos escopetas, no pudieron hacer mucho, pues la visibilidad era muy escasa.
En el corral de otro vecino, pude ver una "garduña" o un "gato clavo" que habían logrado matar pero no recuerdo el método.

Todo esto, lo recuerdo desde mis pocos años; seguro que me dejo mucho por contar…..

Escrito por Juan Gutiérrez en la Plaza de Beninar, el 26 de mayo de 2010, dedicado "A mi sobrino Pedro, "amantísimo" de los animales".
Puntos:
25-06-15 11:35 #12727088 -> 12725977
Por:No Registrado
RE: En Benínar los animales eran los mejores amigos de los niños
En los primeros renglones me he dado cuenta que me "sonaba" de algo...

La verdad que me he puesto un poco rojo de verguenza ante esta historieta que conté hace ya cinco años.

Siempre me excuso diciendo que solo llegué a cuarto de bachiller y sin aprovarlo, y que cuando escribí esto llevaba cuarenta años sin coger un boligrafo. Solo lo hacía para firmar la nómina al final de mes.

Lo siento por los que me habeis tenido que sufrir a lo largo de este tiempo, y gracias a los que siempre me habeis dado ánimos.

Nunca me cansaré de contar las vivencias en nuestro pueblo. La lástima es que se me agotan los temas y por eso "eché mano" a lo de benineros en Cataluña. Pienso que los "catalanes" nos lo merecemos, pues somos muy guerreros y amantes de nuestra tierra, y de esa manera pretendo que conozcais un poco mejor a nuestras familias, y a esta tierra a la que también amamos profundamente.

Saludos.
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