Benínar - Almeria

CANCIÓN DE CORRO
Cantaban todos:
Chungale Maria cachúngale,
Chungale lo que te quiero
Cungale Maria cachúngale
Chungale por ti me muero.
Las mujeres:
Anoche me salió un novio
Lo metí en un canutero,
Pero como era verano
Los chinches se lo comieron.
Chungale, María cachúngale, …
Los hombres respondían, pero como eran tan pocos, al final terminaban las mujeres a su manera.
Desde que vino la moda
De los vestidos granates,
Se están poniendo las mujeres,
Al precio de los tomates.
Chungale María cachungale, …
Desde que vino la moda
De hacerse las permanentes,
Se están poniendo las mujeres,
Al precio de las arenques.
Chungale, María cachúngale, …
Como podéis apreciar, las mujeres de Beninar en aquellos tiempos empezaban a modernizarse, se vestían de rojo y se hacían las permanentes, pero de caracolillos pequeñísimos. Ni que decir tiene, que en Beninar no había peluquería, por tanto, tendrían que acudir a Murtas o a Berja, casi seguro.

yo creo que se apañaban ellas solas, con las ayudas de las amigas. Ni peluqueria ni na de na

Tienes razón. Recuerdo ver a alguna beninera utilizando los canutos cuando se terminaba las bobinas de hilo, para enroscar el pelo.

Otro cosa que me acuerdo, es cuando llegó la moda de pelarse las mujeres "A LO GARZÓN". Con un corte de pelo muy corto, las mujeres es liberada, de aquel suplicio del pelo largo en las faenas del campo.

¿A qué edad, la mujer decidía ponerse el pañuelo en la cabeza que ya sería para siempre?.

Mi abuela cuando se quedo viuda se puso de luto con falda negra hasta los tobillos, jersey negro y pañuelo en la cabeza, siempre iba vestida de la misma forma todo de negro y ya para siempre, que pena menos mal que ya la gente se viste como quiere y el luto se lleva por dentro....

Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d’Austerlitz.

Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de san Martín.

Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a mademoiselle Amsterdam.

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,

pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar

y, en el coro de Babel,
desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.

El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.

En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.

Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un liguero de mujer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad

que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.

Título: Peces de ciudad
Año: 2002
Letra: Joaquín Sabina
Música: Joaquín Sabina y Pancho Varona
Disco: Dímelo en la Calle (2002)