Zetaperucito rojo Aquella mañana la mama de zetaperucito, le dio una cestita llena de pastelitos y medicinas, para que se la llevara a su abuelita, que estaba enferma. Zetaperucito rojo cogió la cestita, y alegremente se dirigió a casa de la abuelita. A zetaperucito se le ocurrió atajar por el bosque, para llegar antes a la casa de la abuelita. Pero cuando andaba despreocupado zetaperucito con su cestita, por medio del bosque se le apareció el malvado lobo que le dijo: salam malikun. ¿Marricon yo? no ¿Seguro que no?Agachate y buscame una moneda, que se me ha caído al suelo, y no logro encontrarla. Y aprovechando que zetaperucito rojo se agachó, el lobo lo cogió por detrás y lo sodomizo. Zetaperucito gritaba y gritaba, pero entonces se acordó, de que los soldados que guardaban el bosque, habían sido retirados por falta de presupuesto. Por suerte que pasaba por allí un cazador furtivo bastante pellejo, al que todos llamaban Bermejo. Y pudo llevar a punta de escopeta, al lobo ante la justicia. Así aprendió zetaperucito que no había que fiarse de los lobos. Por que aunque el siempre había dicho, que había que defender a los lobos y tratarlos con respeto, en realidad como el vivía en la parte rica del pueblo, el lobo mas cercano vivía a mas de cuatro kilómetros de el. Y solo los había visto por la tele. Zetaperucito rojo siguió su camino, aunque eso si, con el culito como una flor. Mas tarde se encontró con un duendecillo calvo y con bigote, que le dijo: bon día bon día- respondió zetaperucito rojo- no te creas que me voy a agachar que ya se lo que me haras. No nada de eso, yo no te voy a pedir que te agaches. Pero mira que bonitas son las nubes y que azul esta el cielo. Y mientras zetaperucito rojo, que era un poco ingenuo, miraba hacia arriba, el pequeño duende se comió la mitad de los pastelitos, que llevaba en la cesta. Mientras decía: desde luego, “aquests espanyols cada dia són mes ximples”. Pero zetaperucito rojo continuo alegre su camino, aunque con el culito dolorido, y con la cesta medio vacia. Mas tarde, paso por un descampado en el que mucha gente descansaba bajo los arboles, tres millones y medio según los últimos datos. Y allí se sentó bajo un árbol con sus amigos, y se comieron los pastelitos que quedaban en la cesta. Pero eso si, dejaron que los desempleados se comieran las miguitas que iban cayendo. Cuando llego a casa de su abuelita le dijo: abuelita, abuelita, que carita tan moradita tienes. ¡Por que me estas pisando la goma del oxigeno, h..p! Abuelita, abuelita ¿por que tienes ese bultito? Porque no soy tu abuelita, soy tu abuelito, desde que la seguridad social me pago la operación de cambio de sexo.¿Que me traes en la cesta? Te traía unos pasteles, pero me los he comido por el camino, con mis amigos. ¡Pero que has hecho insensato! Ahora me moriré de hambre. Zetaperucito rojo, preocupado por que no tenia que darle de comer a su abuelita, salio a pasear. Entonces se encontró con un niño, que se llamaba Marianito, y que siempre que lo veía le tiraba piedras. Pero como zetaperucito estaba desesperado, le pidió ayuda para salvar a su abuelita. Marianito le dijo, que juntara todas las medicinas y se las inyectara en vena a la anciana. Y zetaperucito rojo, que no era muy listo, preparo la medicinas y le metió el “chute” a su abuela. Que poco después murió por sobredosis. Como zetaperucito no quería que nadie se enterara de lo que había hecho, cabo un hoyo de 2 metros de profundidad, y la enterró. De camino a casa fue meditando sobre lo que le diría a su madre. Así que cuando su madre le pregunto que si le había dado los pasteles a su abuela, zetaperucito rojo le dijo que si. Y también que le había dado las medicinas, y se le habían quitado todos los males. Luego añadió que había tenido que hacerle una RCP(reanimación cardiopulmonar) para salvarle la vida. La madre zetaperucito lo felicito, y le contó a todo el pueblo lo que su hijo había hecho. Y todos cuando lo veían por la calle lo felicitaban, y hablaban maravillas de el. Tanto que hasta el propio zetaperucito rojo, llego a creerse su historia. Pero Marianito que lo había visto todo,y que quería quitarle a zetaperucito, el puesto de tonto del pueblo, contó la verdad. Y al enterarse todos de lo que había hecho zetaperucito rojo y ateo, que era su nombre completo, lo corrieron a pedradas, hasta que tuvo que irse huyendo al bosque. Allí se volvió a encontrar con el lobo, que lo volvió a sodomizar. Y zetaperucito le dijo: lobo,¿tu no estabas en la carcel? Si, pero estoy de permiso carcelario. Así termina esta historia con zetaperucito enculadito, Marianito de tontito, la abuelita enterradita, y el lobito de proscrito. Moraleja: no te fíes nunca de quien cuenta su historia, sin hacer caso a la memoria. Ya que, a quien tu creías salvador, en realidad es enterrador. Y nunca envíes por medio de el tu bienes, ya que lo mas seguro es que nunca lleguen. vivAESpaña. |