Benahadux - Almeria

Otra vez las secuelas de la Revolución francesa, derecha contra izquierdas que venimos padeciendo desde la Constitución de 1812. Ahora lo mismo que los años treinta, siglo XX, entonces a tiros, hoy son recuerdos en muertos que ya pertenecen al Reino de Dios.

1934. Las izquierdas del PSOE se sublevan contra la República, son derrotados, arden iglesias, hay muertos.

1936. Ahora le toca sublevarse a las derechas, triunfan, bueno, triunfan en media España, en la otra media triunfan los derrotados anteriormente. Nacen dos Españas, llamada zona nacional y zona roja. Siguen los terribles asesinatos políticos injustificados que ya habían empezado antes, al teniente Castillo de la policía lo asesinaron los políticos de derechas, y a Calvo Sotelo los de izquierdas. Son las crueles leyes de las guerras políticas, repito, que padecemos desde 1812, Constitución que nos dejó la Revolución francesa. La justicia de estas muertes quedó en los poderes de Dios.

En lo que sí intervino la justicia del hombre al término de la guerra 1934-39 fue en la persecución sufrida por el cristianismo en la zona roja, doscientos diez mil cristianos asesinados, incluidos tres obispos, cinco mil curas, trescientas monjas, religiosos, seminaristas... y las iglesias que no ardieron fueron convertidas en muladares. En fin, víctimas de una guerra que ellos no declararon, y en sus doctrinas dicen que no deben producirse.

Ahora surge una contradicción, a los tribunales que juzgaron esta sangrienta persecución, políticos actuales les llaman REPRESORES, no tiene valor la palabra, también lo dice ETA de los actuales tribunales. En esta justicia hubo absoluciones, condenas temporales y penas de muerte, si éstas no son por delito de sangre fueron indultadas por Franco. Total, diez mil ejecuciones. Volvemos al recuerdo de aquellos tiempos porque así lo quiere la memoria histórica y el concepto de la REPRESIÓN, y lo hago para personalizarlo. El suegro de mi hermana, periodista, redactor del diario católico LA INDEPENDENCIA, en Almería, ser católico en la zona roja era pena de muerte, efectivamente, fue asesinado en la estación de BENAHADUX y abandonado, se perdió, apareció en la posguerra porque el jefe de dicha estación le dio sepultura y entregó a su viuda, cristiana ejemplar, que jamás mostró odio ni deseos de venganza.

Sigo: su asesino y de otros muchos, entre ellos mis profesores dominicos, intento huir a Francia, fue capturado en la frontera, traído a Almería, juzgado, condenado a muerte y ejecutado. Su juicio fue un acontecimiento en la ciudad.

Hoy, sus descendientes pueden incluirlos en el expediente de REPRESIÓN pero es de suponer que los jueces que lleven este tema pidan de los ejecutados los sumarios de sus causas, es de justicia saber que las acusaciones y sus defensas, sino se hace así es peligroso porque se corre el riesgo de que el Gobierno pueda convertir al estamento judicial en un partido político más.