La Tristeza y la Furia (Del cuento de Jorge Bucay) don5, en su mensaje del 08-08-2011, número #8510385, dice: "Bienvenido. Me gustaría que me enseñaras a contar un cuento." Este cuento, se ha transformado en poema. LA TRISTEZA Y LA FURIA En un reino encantado, donde el hombre no puede llegar, donde sin darse cuenta, quizás, el habitante enamorado, transita eternamente por tener sumida la mente dentro, del embrujo soñado. En un reino grande y mágico, donde las cosas no tangibles, no parecen tan terribles, ausente de humos y tráfico al volverse más concretas, más sencillas y discretas, dentro del aparente gráfico. Había un estanque maravilloso, era una laguna cristalina, tan pura como divina, que lo hacía todo hermoso, donde nadaban los peces de mil colores, a veces, reflejando lugar delicioso. A éste estanque transparente, se acercaron a bañarse, sin intención de engañarse, por que el mal, era, un ausente, la tristeza muy modosa, la furia más impetuosa, sin cita previa, aparente. Se quitaron sus vestimentas y desnudas las dos, una tras la otra en pos, como hermanas cenicientas, en el agua fresca entraron, iban a bañarse y nadaron, con gestos y gozos de contentas. La furia apurada, como siempre está la furia, llevaba a flor la penuria, rígida y demacrada, sin saber por que fuente, se bañó rápidamente, urgida y desesperada. Más rápidamente salió, porque la furia es ciega, nunca el alma sosiega, no reconoce lo que vio, ni distingue la realidad, a todo le ve maldad, y con su ceguera erró. Al salir desnuda y apurada, se puso la ropa que encontró, tenía que suceder y sucedió, vistió la furia desesperada, aquella ropa que suya no era, pero se marcho muy altanera, con firmeza y apresurada. Era la ropa de al tristeza pero se fue así vestida, en su interior atrevida, con altivez y entereza, externamente más modesta, pues, la ropa que lleva puesta, era tímida y de más pureza. Con calma y muy serena, como siempre dispuesta a quedarse inerte o quieta, la timidez de cara buena, quería seguir en el lugar, como si quisiera jugar, en aquella laguna llena. Tranquila terminó su baño, del tiempo no tenía conciencia, demostrando una paciencia, y una añoranza de antaño, como era norma en la tristeza, que más que prisa tenía pereza, frotándose como oro en paño. Salió del agua lentamente, la sorpresa que le esperaba, en la orilla, su ropa no estaba, quedó en blanco su mente, a la tristeza no le gusta el desnudo, superó, el percance como pudo, y la ropa de la furia vistió al instante. Por la ropa que coge o deja, desde entonces, algunos cuentan, que muchas veces se encuentran con algún caso que refleja a la furia ciega, cruel, malvada, feroz, impetuosa y enfadada, y narran, así, la moraleja. La furia con su torpeza, al no poder comprender, nos deja siempre entrever, casi mostrando su entereza que es solo un disfraz, de verdad, porque lleva en realidad, escondida la tristeza. La tristeza reprimida, lleva su furia por dentro y, al producirse el encuentro, de cara afable y tranquila, la furia queda en un lugar donde no debes tocar, pues, de tristeza, va vestida. ------------------------------ Fuente: Cuentos de Jorge Bucay |