Salinas - Alicante

De pronto, por tus labios mil ardillas
corrieron y subieron a tu frente,
saltando así a tu pelo que, luciente,
ardió como la leña y las astillas.

Corrieron tus miradas, que, sencillas,
miraron aquel sol resplandeciente,
y, como son traviesas, nuevamente
tu rostro recorrieron a hurtadillas.

Tus cejas enredaron y tu seno,
tu vientre de marfil y las caderas
pulidas por los más altos cinceles.

Ardillas son, en cuanto tienes bueno,
y brillos de sabor a primavera
que pueblan de tu reino los vergeles.

José Ramón Muñiz Álvarez
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