Redován - Alicante

Recién acabada la Semana Santa y con la polémica de la mezquita en Redovan aún calentica leo en la prensa una noticia que a mí, que no soy muy dado a las cosas de la iglesia, me resulta un tanto alzado y especialmente vergonzoso su contenido, si es que es verdad lo que en él se dice. Y es que a perro rumano, y digo esto solo en sentido figurado y parafraseando el dicho de a perro flaco, todo son pulgas y expulsiones de donde están. Eso sí, previo pago de su éxodo para que este sea menos “doloroso” para ellos y también menos vergonzoso para otros. Cuenta la crónica periodística de este Lunes de Pascua, que el Vaticano acogió temporalmente a un grupo de gitanos de este país desalojados de sus chabolas en un municipio cercano a la sede papal, hecho que es de alabar tratándose de caridad cristiana, como manda la Santa Madre Iglesia. Pero como esta clase de hijos de Dios nos estorba en todos los sitios, y creo que soy absolutamente objetivo al decir esto, también los responsables de la Santa Sede tomaron la decisión de ponerlos en el camino de regreso a “la tierra de romanos”, que eso es lo que significa Rumanía, previo pago de 500 euros por familia, que añadían a otros 500 que les prometió el Ayuntamiento de la ciudad de donde fueron expulsados. Y no digo esto en tono de crítica a la decisión tomada por los responsables eclesiásticos, ya que parece que no se obligaba a nadie a volver a un país donde, parece también, que no los quieren por lo que ellos mismos dicen en sus declaraciones, según la prensa. Lo que resulta ya menos entendible en todo este asunto, es que mientras se trataba de resolver la situación de este colectivo generalmente maltratado por su condición étnica, se les negase la entrada a la iglesia para oír misa. Cierto es que se podría argumentar que, en su desesperación, se hicieran fuertes dentro del templo y fuese más difícil “despedirlos” de allí. Pero ese es un riesgo que en mi opinión estaban obligados a asumir los vaticanos y se hubiesen ahorrado las críticas de sus fieles al saber lo que estaba pasando. Después pidieron disculpas. Pero lo cierto es que los excluidos siguen sin encontrar su sitio. Ni aún en sagrado. Un saludo.

Si hace ya la tira de años, no hubieran dejado hacer iglesias ni basílicas ni catedrales, como algunos de aquí, con buen criterio, quieren evitar mezquitas en nuestro querido pueblo, de eso se habrían ahorrado.

¡Los pueblos necesitan iluminados que ayuden a evitar el mal!

Salud cristiana!