Redován - Alicante

Esperemos que los incidentes callejeros en estas dos ciudades, graves por lo que hemos podido ver por TV estos días, no sean el preludio violento del malestar que los ciudadanos viene acumulando por la ya demasiado prolongada crisis económica, las consecuencias que sobre estos están cayendo a causa de los recortes, bajadas de sueldos y la más determinante de todas, el desempleo, que aún está en niveles insoportables después de dos años de gobierno de un partido que se postuló, en las últimas elecciones generales, como el que iba acabar con el desempleo cuando llegara al gobierno. El detonante de estas manifestaciones desarrolladas en un clima de exceso contra bienes y personal publico fueron decisiones meramente urbanísticas, en el caso de Burgos, y administrativa en el de Melilla. Dos cuestiones que, a priori, no hubieran debido tener más que protestas de carácter pacífico en la calle al modo de cómo se están desarrollando otras, como por ejemplo el de la privatización de la sanidad en Madrid, o, por poner otro caso, la de quienes se manifiestan en contra de la nueva Ley del Aborto. Desconozco, por supuesto, cual es el fondo y la forma en las que estas dos cuestiones se han desarrollado en las instancias políticas e institucionales en sus ámbitos correspondientes, por otra parte tan distantes una de otra, lo cual debe de hacernos reflexionar aún más si cabe, pero creo que el problema está en cómo se ha visto y sentido por la opinión pública de estas dos poblaciones, para reaccionar de esa manera tan agresiva. Probablemente, como suele decirse tópicamente, sea que la última gota ya ha desbordado el vaso de la paciencia ciudadana y cualquier asunto de carácter público, aunque no sea de capital importancia, sirva como excusa para desatar toda la ira popular que se ha venido amontonando en estos últimos años. Así empezaron muchos conflictos variado carácter político llevado hasta el radicalismo más irracional. Tal vez mi preocupación y mi inquietud al contemplar estos hechos sean infundadas, y lo más probable, que también sean precipitadas al dar por sentado que esos comportamientos y protestas agresivas, vayan a ser la forma de expresión de ahora en adelante, pero no estaría de más, antes de que las cosas se precipiten cuesta abajo y en caída libre, que buscáramos la forma de controlar nuestro legitimo derecho a la protesta pacífica descartando radicalmente, ahora sí, otras formas o recursos a la acción violenta. Cuando ocurren casos como estos siempre se señalan como autores de los mismos a grupos violentos organizados. No parece que esto sea así ni en Burgos ni Melilla.