Redován - Alicante

Nunca falta quien, a la menor ocasión, no pierde la oportunidad de salir a la palestra con alguna maldición bíblica como ariete para percutir violentamente en la vida privada de las personas. Y en la mayoría de las ocasiones suele ser alguien vestido de negro con el alzacuello identificativo de su condición de sacerdote y que situándose, unilateralmente, por encima del bien y del mal arremete contra los que no piensan como ellos. Y no es que tenga yo una especial y patológica animadversión hacia este colectivo de ministros de la Iglesia, aunque pueda parecerlo al haberme pronunciado en otras ocasiones en modo de crítica. Simplemente hay comportamientos y comentarios de algunos de ellos que no casan con su condición de cristianos que predican el amor de Dios al género humano, y el de los individuos de esta especie hacia sus prójimos. Pero una cosa es predicar y otra dar trigo, si se me permite aplicar el tópico en este caso. Hace unos cuantos días, el concejal del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Zerolo, anunciaba que padecía cáncer sin determinar de qué tipo ni el alcance de su dolencia, aunque esto, para los efectos, no viene al caso. De todos es conocida, y nunca ocultada por él, la condición de homosexual de Pedro, al que desde aquí le doy mi total apoyo moral no por esto último, porque no le hace falta, sino por la enfermedad que recientemente se le ha declarado. Pero, como digo, nunca falta quien, aprovechando que el Ebro pasa por Zaragoza , que el turrón mas famoso es el de Jijona y que la mitad del Partido Popular está implicado en casos de corrupción, arremete de manera cruel contra él y su estado de salud argumentando, refiriéndose a su enfermedad, que “no le extrañaría que la misma fuese un efecto (castigo) de la divina providencia”, pidiendo, al mismo tiempo, la pena capital para los partidarios del aborto con la no menos lapidaria frase con la que se expresa en estos términos, “habría que eliminar a mucha gentuza de esa que está haciéndole la vida imposible a los inocentes”. Tampoco se queda corto el presentador del programa, dándole aún mas cuerda a este pastor de almas y azote de cuerpos, añadiendo la consigna, “no cambiaría la vida de mi perro por la de él”. Ahí queda eso para la hemeroteca del Intermedio, el programa de Wyoming. Personalmente no creo que haya ninguna relación entre la causa y el efecto en este caso, sencillamente porque los caminos del Señor son inescrutables. Y si no se pueden escrutar, tampoco lo pueden hacer los que se creen sus intérpretes.

si el cielo tiene que ser para esta gentuza que es o piense como ese cura y presentador, en el infierno nos encontraremos mejor.