Redován - Alicante

Ya no hay lugar a dudas. No han pasado ni quince días del 2014 y empiezan a notarse los efectos de la recuperación económica y la inminente salida de la crisis anunciada por el presidente Rajoy para este año. No importa si estamos en la cuesta de enero o en la escalada de febrero, para el gobierno es buena época en la que hablar de uno de los manjares más exquisitos que tenemos en esta nuestra piel de toro llamada también península ibérica. Y de eso va el tema, de jamones ibéricos. Viendo la complaciente explicación del Señor Cañete flanqueado por la sonriente vicepresidenta acerca del nuevo etiquetado de los variados perniles de bellota, se diría que aquí atamos los perros con el cordel que queda después de que hayamos dado buena cuenta del “pata negra” que nos han regalado con la cesta de Navidad. Parece ser que es muy importante que los ciudadanos conozcamos de primera mano cómo se van a identificar las distintas clases del curado producto de porcino, criado en las dehesas de Extremadura, Huelva, Los Pedroches o Guijuelo, que el ministro del ramo ha tenido que salir en los medios de comunicación, bridas de colores en mano, a informarnos de los nuevos distintivos que distinguirán las distintas categorías del ibérico. Para que nos aclaremos a la hora de adquirir un autentico jamón de bellota, tenemos que tener claro primero, que el denominado “de recebo” desaparece de la catalogación y por lo tanto, habrá que estar al loro para que no nos la metan hasta el fondo cobrándonos el gusto y la gana. Quedan entonces tres clases de ibéricos que serán etiquetadas por el siguiente orden: en negro pirata el “pata negra”, o sea 100% bellota, en rojo comunista el considerado parcialmente ibérico, el verde verderol para jamones de cebo de campo ibérico, como no podía ser de otra forma, y el blanco, como es obvio, para el cerdo blanco también llamado cerdo común. Y todo arreglado. Ya tenemos más claro cuáles son las directrices a tomar cuando vayamos a cualquier establecimiento cárnico o charcutero con la intención de "mercarnos", como decía mi agüela, uno de estos ejemplares derivados de la extensa cabaña porcina existente en el suelo patrio. Al parecer esta medida se ha tomado porque, según algunos expertos, la crisis que sufre el sector se debe, en buena medida, “a la confusión generada por la gran cantidad de denominaciones de los productos”. Pues ya está. Ahora solo le falta a la mayoría de los españoles los 150-200 euros que vale la pieza. Y con un poco de suerte e insistencia, igual te regala la jamonera.

Me dejaré 2 euros pa votar a Rubalcaba