Redován - Alicante

Hace dos días la portavoz de Coalición Canaria (CC) en el congreso de los diputados Ana Oramas revelo que el ahora ministro de hacienda Cristóbal Montoro la había presionado para que votara en contra del paquete de recortes que en mayo de 2010 presento el entonces presidente del gobierno Sr. Zapatitos. Hasta aquí todo podría ser normal si entendemos la política, en una democracia claro, como un juego de intereses, sobre todo económicos en los que la negociación, la imposición de criterio según la correlación de fuerzas de cada uno en su momento e incluso, como es el caso, la presión pura y dura para obtener apoyos, es algo que sucede a menudo, sin que descubramos por ello nada nuevo en esto. Así ha sido, así es y así será siempre. Pero si esto ya por si solo huele a cuerno quemado, las circunstancias en las que, según la Sra. Oramas, se produjeron las presiones, no solo es que se están chamuscando los pitones, sino el toro entero. Esas medidas que en su día se votaron en el congreso, sin ser lo brutas que son las que ahora nos impone el PP, si no se aprobaban, significaban en ese momento la intervención de España (perdón), según la doctrina impuesta entonces por Angelita Merkel y Nicolás Sarkozy, al que Dios guarde muchos años para disfrutar de su familia junto a Carla Bruni. De esa inminente intervención era consciente D. Cristóbal, su grupo parlamentario y todo el Partido Popular desde Algeciras hasta Pontevedra. Esto es un hecho demostrable dada la frágil situación de España (perdón) a propósito de la dichosa deuda. Es de suponer, yo no lo puedo probar, que la intervención de España (perdón) les hubiese gustado a los del PP más que el yogurt griego, el whisky irlandés y el vino de Oporto. Al parecer la Sra. Oramas no se plago a las pretensiones de estrujarla que tenia el Montoro y se abstuvo en la votación, al igual que otros grupos políticos de corte nacionalista, para que las medidas fuesen aprobadas con los votos mayoritarios del PSOE. Hasta aquí, si no fuera por lo de la intervención, este sería un episodio más de la praxis política en cualquier Parlamento, Comunidad Autónoma o Ayuntamiento. Pero si el objetivo ya era reprobable, el fondo, y sobre todo la intención con la que la estrategia estaba concebida de ser cierta, eso lo tendrá que demostrar la Sra. Oramas, y espero que lo demuestre, es muchísimo mas grave. De ser cierto lo de “que caiga España (perdón) que ya la levantaremos nosotros”, el Sr. Montoro debería dejar el cargo de ministro inmediatamente. Y hacer publica y manifiesta una declaración de patriotismo de las que tanto gustan a la derecha. Por mi parte quedaría eximido de pronunciar lo de ¡Arriba España! (perdón).

bien.tramon

Gracias listo88. ¡Coñe! que aún no te había dicho na.