Paco Llorca: crónica de una muerte inesperada https://aisajes.blogcindario.com/2008/03/00277-paco-llorca-cronica-de-una-muerte-inesperada.html Paco Llorca El próximo día 19 de abril será el décimo sexto (ya el décimo octavo) aniversario de la muerte de Paco Llorca, a quien el Ayuntamiento de Benidorm, apoyándose en disculpas peregrinas, no ha querido recompensar por las numerosas actividades culturales que él ofreció a la ciudad con un desprendimiento continuado y absoluto. Y ello a pesar de sumarse a la celebración del primer aniversario mediante la colocación de una placa a la entrada del edificio donde vivía, en la que puede leerse: “Aquí vivió Paco Llorca, actor y rapsoda, que se dio por alimento a Benidorm en forma de arte y cultura. El Ayuntamiento y el pueblo de Benidorm, en reconocimiento”. Un abrazo Paco Llorca: crónica de una muerte inesperada La última vez que vi a Paco Llorca con vida fue el 14 de abril de 1992, martes de Semana Santa. Fue una visita que no tenía determinado el propósito; es más, se trataba de un paréntesis muerto de los que suelen aprovecharse para tomar un café. En ese momento, la salud que ofrecía no era precisamente muy buena, puesto que estaba aquejado de una tos sospechosa, secundada intermitentemente por unos inquietantes temblores. Lo que ocurre es que ya llevaba algún tiempo sometido a numerosos achaques, especialmente a unos picores extraños y persistentes cuya causa, a pesar de las consultas reiteradas a los médicos, no se ha llegado a saber ¿Eran nervios, alergias…? Tenía, además, un problema de cervicales, una hernia de hiato y unas viejas tendencias a la depresión, como corresponde a toda alma sensible. De manera que tampoco era muy rara esta nueva dolencia, aunque a mí me pareció preocupante, mucho más que las anteriores. Naturalmente, le dije que debía ir al médico, a lo que él repuso que sí, que todo estaba previsto. -Lo que ahora me preocupa –prosiguió, cambiando abiertamente de tercio- es el recital de Madrid, el próximo día 28. El de Alfaz lo he retrasado unos días, será del 1 al 15 de mayo. Al día siguiente, miércoles, le llamé por teléfono. Su estado era más o menos el mismo: la misma tos sospechosa, los mismos inquietantes temblores. -Mañana nos vamos a Cazorla –le dije, cosa que él ya sabía-. No dejes de ir al médico, ¿eh? Te llamaré en cuanto vuelva. Pero no esperé hasta entonces. El sábado 18, alrededor de las 8 de la tarde, le llamé desde Cazorla (más exactamente, desde el km. 20 de la carretera de El tranco), y al no coger el teléfono supuse que su estado era bueno y que habría ido al Castillo de Alfaz, donde a esas horas debía disfrazarse de Conde en el Torneo Medieval, actividad que le ocupaba últimamente las noches de los sábados ¿Cómo iba a imaginar que estaba agonizando en la clínica? Al día siguiente, paradójico Domingo de Gloria, volví a coger el teléfono, pero tampoco obtuve respuesta. El lunes sabría, por desgracia, que para entonces ya estaba muerto. El día de Jueves Santo, mientras Cristo entraba de nuevo en el Sepulcro, Paco Llorca ingresaba en la clínica. Y fue a morir el Domingo, glorioso día de la Resurrección… El diagnóstico, en principio, no era de carácter muy grave: neumonía. Cinco o seis días y en casa. Pero aún sobró la mitad de ese tiempo. Tras varias llamadas infructuosas que trataban de localizarme (las hechas por Manuel Palazón, Elena González, Rosa María Serrano, Pepe Carboles y no sé si alguien más), fue Joaquina Puig Calverol, Quimi, quien tuvo el triste honor de comunicarme tan amarga noticia. Era lunes de Pascua. Daban las seis de la tarde en todos los relojes del mundo, también en el reloj de mi alma que, retrasado en un día, registró seis golpes de muerte, seis inmensos golpes de muerte que cortaron de raíz la abrumadora intensidad de los ruidos. Al regresar de esa sima de silencio, corrí a verle al depósito. Allí fue donde, a solas con la muerte, mi dolor se deshizo en un llanto. Mariano Estrada, 02-08-92 Sobre la muerte de Paco Llorca (Causa y efecto) Se lo llevó una carcoma de esas que arañan por dentro, de las que siegan la vida con un puñal de silencio. Se lo llevó una tormenta sin artificio ni trueno; un aluvión, un catarro desventurado y famélico. Se lo llevó, mal llevado, un rayo puro y eléctrico; un apagón, un suspiro de larga sombra, muy negro. Pero qué importa la causa si es tan aciago el efecto: espacio y tiempo infinitos, llenos de noche y de huérfanos. Mariano Estrada, 15-05-92 www.mestrada.net Paisajes Literarios https://aisajes.blogcindario.com Blog de Paisajes Literarios Nota: tanto la crónica como el poema pertenecen al libro “Paco Llorca: semblanzas del arte”, publicado con motivo de la celebración del primer aniversario de su muerte, el día 19 de abril de 1993.
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