Valor Añadido, > S. McCoy España paralizada, presa del “síndrome del día después España está paralizada. No hay actividad, el consumo se ha frenado y la inversión privada es inexistente. Ocurre en un momento en el que el gasto público cotiza claramente a la baja y, si nos atenemos a los datos macro publicados esta misma semana, el sector exterior sufre el enfriamiento económico global. Una situación parecida, en cuanto a sus efectos, a la que describimos en junio de 2011, cuando hablamos de esa España, en parálisis terminal, más cerca que nunca de estar intervenida. Con una diferencia: si entonces el vicio era por defecto, falta de medidas adecuadas y reformas estructurales, ahora lo es por acumulación de imperfecciones que han instalado a buena parte del país en la tenaza del “síndrome del día después”: no me muevo porque no sé lo que está por llegarLa llegada del PP al poder y su dramático discurso posterior ha despertado del onírico sueño imperial a los pocos españoles que aún se mantenían aferrados a él. El proceso de toma de decisiones del ciudadano de hace doce meses a esta parte ha cambiado sustancialmente ante la conciencia de que ni la llegada de los “otros” es capaz de dar la vuelta a la situación. No hay esperanza de pronta recuperación entre los correligionarios u opositores. Aumenta por el contrario la certeza común de que más vale pertrecharse para la travesía de un desierto que será más largo y más duro de lo que cabía imaginar cuando el anterior gobierno recibió las primeras llamadas advirtiéndole de lo que estaba por venir allá por la primavera de 2010. Se impone la prudencia y esta es, como saben, de natural conservador. Al shock de realidad de los que aún vivían a espaldas de ella se une el miedo de todos a lo que puede venir. Todas las reformas acometidas hasta hoy, por muy necesarias que sean, que lo son, o tienen efectos indeseados a corto plazo o vienen acompañados de las dudas sobre su carácter definitivo. La nueva regulación del mercado de trabajo es, de partida, destructiva de empleo; miedo. La ley de estabilidad presupuestaria impone ajustes draconianos que afectan al intocable estado del bienestar; miedo. Las noticias revelan día tras día la insuficiencia de las medidas adoptadas sobre bancos y cajas, lo que condicionará adicionalmente su voluntad de dar crédito; miedo. Se descuenta que la caída de los ingresos fiscales exigirá una nueva subida de impuestos; miedo. Y así sucesivamente. La espiral de incertidumbre y desconfianza que esto genera es lo que puede acabar de dar la puntilla a nuestra maltrecha economía. ¿Se puede salir de este círculo vicioso? Claro que se puede. Ya no estamos ante un problema de diagnóstico sino de ejecución tanto en tiempo como en forma. Y es lo que está fallando. No hay cabida para el timing político ni para la administración de noticias a la ciudadanía. En cuanto se ha querido primar el interés de partido frente al colectivo las cosas se han torcido. Y de qué manera. La mentira –o la contemporización- tiene las patas muy cortas mientras que la verdad da la libertad para actuar en consecuencia. Mejor una vez rojo que cien colorao, radicalidad sin miedo. No va a mover de forma masiva la calle la constatación de lo que esta ya sabe, sino el sentimiento de estafa. El engaño conduce al desengaño y este a la desafección y la rebeldía. Es de manual. Solo falta que algunos lo lean. La cosa se complica si, además, se dan excusas, como ningunear al parlamento gobernando a golpe de decreto-ley. Hay que evitar, del mismo modo, la confusión de mensajes entre miembros del gobierno y entre este y el partido. Se impone una interlocución de crisis única, en la persona que se determine. Y no, no es la voluntarista Soraya. Se necesita un perfil distinto, que conozca las materias y los resortes de la comunicación. ¿No querían tecnócratas en la Administración? Esta es una buena vacante para que entre el primero. Y los demás, callar y trabajar. Alguien debería recordar a Mariano Rajoy que la disparidad de portavoces añadió sal a la herida de la incompetencia socialista, ceremonia completa de la confusión. Y que a sus chicos se les paga no por estar en los medios sino por evitar que España figure en ellos en la manera que actualmente lo hace. O se ponen serios sobre esta materia o será imposible que a nuestro país vuelvan la confianza y la credibilidad, intangibles fundamentales para romper la perversa dinámica actual. Es hora, por tanto, del despertar nacional, de rescatar al ciudadano de la estupefacción ante lo que está viviendo y de una preocupación por el futuro que le mantiene a la expectativa, al margen de la actividad. Determinación y claridad son dos de los ingredientes esenciales de la poción mágica que necesita España para vencer a los mercados, léase sus acreedores. Ni uno ni otra han entrado en la marmita a día de hoy. El resultado es el descrédito administrativo y la paralización ciudadana. Si seguimos así, estamos muertos. No nos lo podemos permitir. Díganlo todo, díganlo ya, sean uno de pensamiento, palabra y obra y perfeccionen el yo en el nosotros, que falta nos hace. Amén. https://ww.cotizalia.com/opinion/valor-anadido/2012/04/25/espana-paralizada-presa-del-sindrome-del-dia-despues-6940/ |