El desmoronamiento de España El viernes en la tv de El Mundo intervino el economista y autor de este libro que he tomado para darle titulo a esta conversación, en primer lugar decir que me pareció un hombre bastante sensato y alejado de cualquier matiz partidista, e insistió en el grave problema estructura de financiación del déficit de las autonomías que ninguno de los dos grandes partidos quiere abordar, asentados en los privilegios de poder que ambos ostentan en sus respectivos feudos (Que conste que no llevo comisión por la venta de libro por si alguno lo pensáis comprar, pero en el Capítulo 1 que está parcialmente en internet, he seleccionado algunos párrafos que nos dan una idea la clase política de este pais): “España sufre una crisis política y económica. Los partidos políticos, atrincherados en la falta de control por parte del poder judicial, han provocado la ruptura del orden constitucional y ahondado la crisis económica hasta tal punto que es muy difícil aplicar una política económica que tenga en cuenta simultáneamente la necesidad de hacer reformas estructurales, la de respetar los acuerdos con la UE y la Unión Monetaria Europea y la de poner límites al gasto de las autonomías”. “La clase política se ha convertido en una casta (...) y ha impulsado la financiación presupuestaria de unos sindicatos y una patronal que defienden prioritariamente los intereses de sus equipos directivos. Todas esas castas se nutren de los presupuestos de las distintas administraciones públicas ..” “Superar esta crisis económica va a resultar muy difícil, porque el desplome de la actividad ha producido una sustancial pérdida de empleo y un enorme déficit público. Un déficit estructural que tiene su origen en la forma en que se ha interpretado el texto constitucional en lo referente a las competencias de las autonomías y su financiación, que no controla el Estado, a pesar de que la Constitución lo preveía, así como de un sistema tributario que descansa en la actividad del sector de la construcción y en las transacciones inmobiliarias”. “La Constitución permite que los partidos políticos controlen el poder judicial y el Tribunal Constitucional. La Constitución descansa desproporcionadamente en la actuación responsable de los partidos políticos. Aunque menciona la necesidad de que funcionen con democracia interna (artículo 6, "[...] su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos"), no pone ningún medio para garantizarla. Por si esas concesiones no fueran suficientes, no limita su financiación con cargo a los presupuestos públicos y permite financiar, también con fondos presupuestarios, las campañas electorales. Hasta tal punto que un uso prudente de dichos fondos permitiría a los partidos no depender en absoluto de las cuotas de sus afiliados ni de donaciones de terceros para funcionar. Esa generosa política de financiación tuvo por objetivo evitar que los partidos tuvieran la tentación de acudir a la financiación ilegal utilizando fraudulentamente su control sobre el gasto público de las administraciones. Con esas premisas, los casos de financiación ilegal de los partidos son hoy incomprensibles. Si sigue habiendo corrupción es porque los partidos políticos no están, en la práctica, controlados por ninguna institución pública. Su impunidad es absoluta. Ese poder se ha traducido en un crecimiento desmesurado del gasto de autonomías y ayuntamientos, que se utiliza por las distintas instancias de los partidos para consolidarse en las diferentes circunscripciones territoriales Tanto el poder judicial (el Consejo General del Poder Judicial) como el propio Tribunal Constitucional (...) han estado formados por personas elegidas en función de su afinidad política. Para los partidos políticos lo relevante no ha sido nunca ni el prestigio personal, ni la formación, ni la experiencia de los candidatos. Lo fundamental ha sido impedir que un poder judicial independiente pudiera poner en riesgo su propio poder. Poder para interpretar las leyes, incluyendo la Constitución, y poder para sancionar las conductas ilegales de los partidos. “La democracia de partidos no ha funcionado como se previó en 1978. El Estado Español ha perdido competencias exclusivas y los partidos políticos se han convertido en una partitocracia que impide el derecho de los ciudadanos a ser representados adecuadamente en el Congreso y el Senado, y en la que la ausencia de democracia interna en los partidos ha producido un sistema de selección perversa de dirigentes, que expulsa a los más capaces y a los que pretenden cualquier reforma política o económica”. Etc. etc. etc. …….. |