Casas-Ibáñez - Albacete

La Razón.es ha publicado un interesante artículo firmado por Pablo J. Ginés, sobre el Dr. Stojan Adasevic, probablemente el más importante líder pro-vida de Serbia, y que durante 26 años fue el ginecólogo abortista más prestigioso de la Belgrado comunista.

Adasevic ha reconocido que realizó al menos 48.000 abortos, llegando a practicar 35 en un sólo día. A pesar de su experiencia durante todos estos años, nunca se planteó dejar su “oficio”, hasta que un día comenzó a tener pesadillas. Según relata el propio protagonista, soñaba con un hermoso campo, lleno de niños y jóvenes que jugaban y reían, de cuatro a 24 años, pero que huían aterrrados de él. Un hombre vestido con un hábito blanco y negro lo miraba intensamente, en silencio. El sueño se repetía cada noche y despertaba con sudores fríos. Una noche preguntó al hombre del hábito por su nombre. «Me llamo Tomás de Aquino», respondió el hombre del sueño. Adasevic, formado en la escuela comunista, nunca había oído hablar del genial santo dominico. «¿Por qué no me preguntas quiénes son estos niños? Son los que mataste con tus abortos», le dijo Tomás. Adasevic despertó, impresionado, y decidió no practicar más abortos. Pero ese mismo día vino a su hospital un primo con su novia, embarazada de cuatro meses, para hacerse su noveno aborto, algo bastante frecuente en los países del bloque soviético. El doctor accedió. En vez de sacar el feto miembro a miembro, decidió machacarlo y sacarlo como una masa. Sin embargo, el corazón del bebé salió aún latiendo. Adasevic se dio cuenta entonces de que había matado a un ser humano. Informó al hospital de que no haría más abortos. Nunca en la Yugoslavia comunista un médico se había negado. Redujeron su salario a la mitad, echaron a su hija del trabajo, no dejaron entrar a su hijo en la universidad. Después de dos años de «mobbing» estatal, estaba a punto de rendirse, pero volvió a soñar con Tomás. «Eres mi buen amigo, persevera», le dijo el santo. Adasevic se comprometió con los grupos pro-vida. Dos veces consiguió que la televisión yugoslava emitiera la película de ultrasonidos «El grito silencioso», de otro famoso ex-abortista, el doctor Bernard Nathanson. A principios de los años 90, el movimiento pro-vida consiguió incluso que el Parlamento aprobase un decreto de protección del no nacido, pero el presidente Milosevic lo bloqueó al negarse a firmarlo.

Hoy el doctor Adasevic ha publicado su testimonio en diarios de Europa del Este, como la revista rusa «Liubitie Drug Druga» y ha vuelto al cristianismo ortodoxo de su infancia.

Abortar no significa "no ser madre". Abortar significa "ser madre de un niño muerto"

joer que reflexión, nunca lo había pensado, pero es una verdad