Este mundo un reflejo de nosotros mismos Este mundo, un reflejo de nosotros mismos Todos los hombres de las innumerables generaciones anteriores hasta hoy han formado y forman la vida en esta Tierra, que corresponde a la manera de pensar y vivir de las generaciones humanas pasadas y actuales. Cada individuo ha contribuido y contribuye con su mundo de sensaciones y pensamientos, con su forma de hablar y actuar, a modelar y dar forma a la materia. Ni las sensaciones ni los pensamientos, palabras y actos de las generaciones anteriores y actuales, se pierden, a no ser que cada individuo transforme sus participaciones negativas en energías positivas y las convierta en fuentes elevadas de la vida. Tanto las energías positivas como las negativas contribuyen a lo que es la vida sobre la Tierra ahora y en el futuro y cómo vivirá el alma de cada uno en los planos de purificación. Cada persona ve la existencia en la Tierra de un modo distinto. Tal como mira a través de sus gafas a través de sus programas de vida de deseos, pasiones, ataduras, sensaciones, pensamientos, palabras, actos y sentimientos, así son para ella su vida terrenal y su existencia. Los hombres de todas las generaciones han configurado por lo tanto la materia, lo visible para nosotros mediante sus sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y actos, mediante sus inclinaciones, ideas, deseos y pasiones, mediante su ejercicio del poder, su odio y envidia. Entiéndase bien: no solamente los actos de cada ser humano que ha vivido y vive en esta Tierra han contribuido a ello, sino también cada uno de sus pensamientos y palabras. En la materia, cada uno tiene su pequeño mundo, que consiste en los modelos de pensamientos, en las costumbres, deseos, pasiones y hábitos de cada uno. En este pequeño mundo se mueve el hombre. Y este pequeño mundo suyo representa su concepción de la vida hasta que no empiece a cuestionar su manera de pensar y vivir. Esta es para él la realidad por encima de la cual tampoco hay nada más, según cree. Este es su horizonte; es lo que él es. El hombre está convencido de su opinión y no permite que exista otra cosa, ni siquiera las leyes superiores, y así sigue hasta que algún acontecimiento irrumpe en su pequeño mundo, o bien un golpe del destino, una enfermedad u otros percances. Esto le sirve de estímulo para reflexionar y eventualmente empezar a indagar sobre las legitimidades y fuerzas superiores. El destino puede ser por tanto una indicación para llegar a conocimientos superiores si el hombre está dispuesto a aceptarlo y a poner en tela de juicio su propia manera de pensar y comportarse, es decir, su propia forma de vivir. Vida Universal www.vida-universal.org
|