Villalpando - Zamora

Solo ante aquel morlaco y un público que le abucheaba, pues al ser un torero siniestro no era común entre los lugareños ver dar los naturales con la derecha,
Pero a la hija del alcalde le parecía el hombre perfecto y cada vez que el toro se revolvía ante la insistencia del muchacho, a ella el corazón le daba un vuelco y solo la insistencia de aquel joven hijo del notario con sus gritos de gallo ronco le hacían perder la concentración, y su paciencia ya estaba en el limite, ocupaba la presidencia junto a su madre el notario y el alcalde su esposa, aquella mujer regordeta poca agraciada estirada como ella sola, pero había parido a una hembra de armas tomar, pues tenia un carácter que los jóvenes la tenían miedo, ya que ante la primera grosería arreaba unos bofetones que hacían historia en el pueblo, el medico no se hablaba con el alcalde desde que su hijo Alfonso un buen galán pero que en la Purísima con dos copas de mas se atrevió a acaríciale las posaderas, un segundo después la mano abierta de aquella joven le saltaba un diente y la mala suerte al retroceder se golpeo con aquella columna quedando inconsciente y su padre no daba crédito que aquella moza de no mas de uno sesenta a su hijo de mas de uno noventa le hubiera dejado KO de un tortazo.
Fue en el segundo toro en el cambio de tercio le dedico la “faena” y diciendo “Va por ti bonita” le lanzo la montera, ella había quedado embelecada algo que no le había ocurrido nunca y en cada pase aquel muchacho escuchaba unos “ole” que le atravesaban el alma aquel toro era bravo pero noble y con aquella estocada certera al volapié le corto las dos orejas a aquel buen toro. Ella le devolvió la montera y al grito de torero le lanzo un beso, el la miro fijamente y sus ojos se cruzaron sin parpadear mientras el el publico gritaba” torero” “torero”.
Marina tenia veintiún años y el resto de las amigas ya tenia novio y aunque ella era la mas bella con diferencia aquel carácter casi primitivo hacían de ella una mujer inalcanzable, no era refinada pero su belleza y su garbo la hacían única.
Ya en el hotel el joven torero, después de rezar a su virgen de la Macarena se cambiaba de ropa y después de una buena ducha se preparaba para dar una vuelta por el pueblo con el resto de la cuadrilla fue entonces cuando reparo que en lateral de la montera, había una nota y al extraerla no daba crédito a sus ojos “Te espero a las nueve en el portal de la iglesia “ “Marina “.

Aquella iglesia de románico tardío mas iluminada que la ermita estaba rodeada de pertiles donde los jóvenes se sentaban a conversar y solo el párroco se oponía a que los jóvenes se concentraran en la zona, pues decía que no había derecho que le dejaran todo lleno de pipas y de colillas, pero los jóvenes hacían caso omiso, y mucho menos en fiestas.
Marina esperaba junto al contrafuerte de la torre, y el apareció ante la expectación de los jóvenes que allí se reunían, caminaba con ese garbo que es único en los toreros, llevaba aquellos vaqueros ajustados con una camisa blanca abierta hasta el tercer botón, dejando ver aquella medalla de la Macarena, unos mocasines marrones y una chaqueta de punto color tostado era todo su atuendo, su pelo negro muy engominado destacaba junto a sus dos grandes ojos negros y aquella nariz casi perfecta, y al ver a Marina, su sonrisa descubrió aquella dentadura perfecta, que con aquella figura delgada pero atlética, despertaba la admiración de las jóvenes que allí se encontraban.
Marina estaba radiante, aquellos ojos azul mediterráneo, que destacaban aun mas, con aquel toque de rimel, aquella nariz respingona, y sus labios gruesos, pero tan bien pintados que desprendían un atractivo sensual perfecto, aquel vestido negro con un escote palabra de honor destacaban sus encantos, aunque no era alta sus largas piernas la hacían mas esbelta, nadie en el pueblo llevaba tan bien como ella aquellos altos tacones, y con ese garbo que la caracterizaba se dirigió al torero y diciéndole, gracias por venir, le invito a dar un paseo

¡Oh! ¡Qé tierno!

Ella como buena anfitriona, le acompaño durante todo el recorrido explicándole la historia y época de los monumentos o estandartes más significativos.
Y parándose frete a una casa de piedra de un antiguo torero “Andres Chacón” EL RUFO que había salido varias veces por la puerta grande en las Ventas, ella le explicaba que había sido uno de los toreros mas importantes en su época, y ella era su biznieta, la casa de gran esplendor en otro tiempo, denotaba un gran deterioro, ya que el heredero su tío abuelo había emigrado a Méjico y aunque triunfo con varias panaderías, solo venia a España cada cuatro o cinco años, pero ella tenia un gran estima de aquel antepasado, ya que ya que el Rufo había ayudado a muchos necesitados en el pueblo, e hizo construir un local social, que era sitio de reunión para los mas jóvenes.
Ya casi de noche fueron hasta la plaza, donde varios bares servían en las terrazas a la clientela, se sentaron en una de ellas y siguieron hablando mientras degustaban unos calamares y unas cervezas.
Mas tarde pasearon hasta la verbena, donde la música invitaba, al baile, estuvieron bailando hasta el final de la verbena, acudieron a un bar., y estuvieron con otros jóvenes hasta que el alba mostraba sus primeros reflejos del día.
Ya casi de día el la acompaño y hasta su casa y se despidieron con un beso.
Isidro Pascual, toreaba dos días mas tardes, en Iscar pues había sido el gran triunfador el año anterior y la corporación había decidido volver a contratarle.
Al día siguiente , Isidro telefoneo a Marina, para pedirla que le acompañara, y Marina acepto la invitación.