LA PARVA
Enhiesta sobre la era,
la parva espera.
No hay viento.
El sol aprieta.
Debajo de la carreta
está extendido el almuerzo.
¡Dejad el bieldo!
¡Comamos!
Si sopla el aire, limpiamos,
si no, sacamos
el cuelmo.
Desparramad los manojos
de centeno.
Bajo la meda de trigo
está el manal escondido.
Ayer le puse otro pértigo.
Pasa la bota y... ¡que corra!
Coloca bien la manzorra
y luego acabas el resto.
Del otro lado del monte
viene una brisa gimiendo.
¡Coged el bieldo!
En el montón de la paja
no sólo el hombre trabaja:
también el niño y el viejo.
Si cambia el aire ¿qué hacemos?
Cambiáis la mano.
Lo que no cambia es el grano,
que es más pesado que el viento.
Ya hay tres montones
de paja:
grande, mediano,
pequeño.
De grano hay uno, en el medio.
Grano y ... granzones.
El aire ha dicho que nones
y se han quedado en el muelo.
Deja la pala.
Trae la ceranda más rala,
que está arrimada al sobeo.
Entre el garbillo, negruzcos,
asoman dos cornezuelos.
Más que negruzcos son negros.
¿Quién quiere verlos?
Por los entornos del grano
discurren los barrederos.
El muelo se hace merienda,
como una ofrenda
del cielo:
jamón, chorizo, pizpierno...
Después la tarde se inclina
y el hombre, a golpe de hemina,
enfarda cuentas y sueños:
Para seis cargas colmadas,
dos celemines y medio.
Si no se pria el que queda
por acarrear, o en la meda,
se nos revienta el granero.
Buen año nos ha salido
en paja, grano y ... diviesos.
Mariano Estrada
Del libro "Trozos de cazuela compartida"