Cultura popular II Dichos, coplas, canciones y adivinanzas que aprendí de mi padre. Mi padre era aquel hombre cariñoso que a menudo me llevaba de la mano y me preguntaba: “¿A quién quieres más: a tu padre, a tu madre o al ay, ay, ay”. Y al que yo inmediata e indefectiblemente contestaba: “al ay, ay, ay”, ya que, de lo contrario, empezaría a apretarme la mano hasta llegar a la misma respuesta… Luego me decía con mil razonamientos que debía querer más a mi madre. Mi padre era aquel hombre admirable que, entre otras muchas cosas, me decía: “En un niño, la obediencia a sus padres debe estar por encima de la justicia”. Es decir, que si él me mandaba hacer una cosa injusta o cometer un delito, yo debía hacerlo sin pestañear, ya que debía obedecerle “sin ningún género de dudas”. “Pero es un delito, papá” –argüía yo, sorprendido- “No importa, no importa. De eso tendría que responder yo solamente, ya que sería el único responsable”. Mi padre era aquel hombre de magnífico humor que solía gastar bromas a cuenta de mi estatura: “Muchacho, Si caga la vaca dos veces, te tapa”. Y eso que a él, por alto, no se le iba a nublar nunca un ojo. No era tan dicharachero como su padre, pero no le iba mucho a la zaga. Algunos de los dichos, coplas, canciones o adivinanzas que aprendí de mi abuelo, también se los oía a él, naturalmente, ya que en estas cosas funcionaba muy bien la tradición oral familiar. Pero yo sé perfectamente la vía por la que me llegaron, aunque haya algunos casos de duda. Los que dejo aquí, sin ser muchos, son los que, en la profundidad de la memoria, están específicamente asociados a mi padre, aunque luego se los oyera decir a otra gente: a mi madre, por ejemplo. Un abrazo Primera entrega. Declaración sorprendente Mi madre es una gitana y mi padre un caballero, de los que esquilan borricos con muchísimo salero. Reivindicación con amenaza Soy pastor de ovejas viejas, no me quieren saltar los caños, si no me dan de la rosca no se las guardo más años. Extraña justificación Una limosna, por amor de Dios, que en una mano tengo cinco dedos y en la otra tres y dos. Juego de palabras Si Prieto me debe una deuda, Si yo se la debo a Prieto, Si Prieto me aprieta a mí, Yo le aprieto a Prieto. Parte de un brindis Vino que del cielo vino y del cielo vino a nos, en el cáliz consagrado y en la hostia nuestro Dios. A quien se suena los mocos -Que Dios te los quite -A mí los mocos y a ti las narices. Sin comentario -Buenos días. -Buenos palos merecías. -En tus costillas, que no en las mías. Picante de época Todas las mozas de Muelas se mean el perejil. Si no les ponen el daño, le doy cuenta al alguacil, que venga y les tape el caño. ¿Qué decir, sino coño? - ¿Casástete, coño? - Sí, coño. - ¿Con quién, coño? - Con la hija el coño. - Pues vete al coño, recoño. Cuento con sorpresa Érase una vez una rana y un pez. Al otro día, por la mañana, éranse un pez y una rana. La rana tenía una huerta, la huerta tenía una puerta, la puerta tenía un candao y Marito tenía el culo cacao. Violencia de género Bueno, se caso Moreno. Como era malo, Mató a la mujer de un palo. Cartas Querido amigo, carta te escribo, si no estás muerto estás vivo. Querido higo: Ahí te mando un cagón de hijos. Visiones o rarezas Yo he visto un cangrejo arando y una vieja futbolista y una mula dando leche. Dios me conserve la vista de lo que aquí está pasando. Escatología Lunes, con mierda desayunes. Martes, de mierda te hartes. Luz de gas Vicente, apaga y vente, que ve la gente la luz del quinqué. Imprudencia Ay, María, por estar con el novio, Dejaste metido el pan en el horno. Cuando fuiste ya esaba quemao Pa otra vez, María, ya tendrás cuidao. Un abrazo Mariano Estrada, 25-06-2005
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